La agenda internacional: una visión desde Alemania

Reflexiones de Markus Rosenberger, representante de la Fundación Konrad Adenauer, en el marco del XXI Congreso de la Organización Demócrata Cristiana […]
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30 May, 2016

Articulo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

GLOBO

Reflexiones de Markus Rosenberger, representante de la Fundación Konrad Adenauer, en el marco del XXI Congreso de la Organización Demócrata Cristiana de América realizado en Santiago de Chile los días 25 y 26 de mayo de 2016.

«América Latina es el continente que más fomentó la cooperación internacional de la Fundación Adenauer en sus principios. Gracias a una estrecha colaboración con nuestros socios de valores demócrata-cristianos en el continente, el compromiso internacional de la Fundación Adenauer se concentró durante mucho tiempo en América Latina. Hasta el día de hoy la Fundación se sigue nutriendo de esta importante colaboración sobre la base de los valores, la historia y la tradición del trabajo en conjunto.

¡Esto es certero e importante! Pero obviamente no es suficiente. Hay que ser honestos y constatar que en muchos países el pensamiento demócrata cristiano y los socios políticos de tradición han perdido su influencia. A pesar de que en los últimos años el llamado giro de izquierda —con nombres como Chávez, Morales, Lula da Silva, entre otros— se ha debilitado, aún no significa que la democracia cristiana se haya favorecido con este quiebre político.

A través de conceptos políticos alternativos basados en nuestros valores tenemos que hacer todo lo posible para apoyar a nuestros socios políticos humanistas y socialcristianos y prepararlos para recuperar la confianza perdida de la ciudadanía. Estoy muy contento de que hayamos creado un instrumento de intercambio regional como el Programa Partidos Políticos y Democracia, que ayuda a fomentar políticas de distintos ámbitos a través de la asistencia de expertos y el intercambio de las distintas experiencias nacionales. Uno de los más importantes socios en este ámbito es y seguirá siendo la ODCA.

Los valores que compartimos, a los cuales tanto se hace referencia, tienen que adaptarse a los desafíos del presente, entre otros: el estancamiento en la lucha contra la pobreza; la desigualdad social —que en América Latina es más alta que en ningún otro continente—; la falta de diversificación de sus economías y la dependencia de la exportación de materias primas; las deficiencias en el sector de infraestructura y la precariedad de los servicios públicos en educación, salud, agua y energía; la corrupción y la socava del Estado de derecho; y por supuesto, la cuestión de la seguridad interna y el crimen organizado.

Quiero aprovechar la ocasión para contradecir la creencia divulgada de que América Latina ha perdido prioridad en lo referente a la política exterior, ante los conflictos del Oriente próximo y la crisis migratoria, la guerra en Ucrania del este y la dinámica económica de Asia.

Por el contrario: si sabemos que podemos contar en la región con socios que tienen un sistema de valores tanto económicos como sociales similares a los nuestros, entonces debemos usar esta cooperación y fomentarla con nuevos impulsos. Lo que observamos en África se está haciendo realidad también cada vez más en América Latina: la influencia china y el presunto atractivo de un sistema capitalista estatal, el cual permitiría un crecimiento económico y un amplio control político —es decir, una garantía de poder permanente—, son creencias que se están esparciendo cada vez más en algunos gobiernos latinoamericanos.

El énfasis de nuestro trabajo está en la consolidación de los procesos electorales democráticos y el fortalecimiento de las Constituciones, para que garanticen un sistema pluripartidista democrático. ¡El credo «Sin democracia no hay desarrollo sustentable y sin un sistema pluripartidista que funcione no hay democracia» vale también para Latinoamérica!

En este contexto es importante observar y acompañar el desarrollo actual de nuestros países socios. Los últimos éxitos electorales de la oposición en Venezuela muestran la voluntad de la ciudadanía hacia un cambio y el rechazo al modelo del llamado socialismo del siglo 21. No obstante, la reacción del Gobierno en relación con la pérdida electoral —el veto de Maduro contra la amnistía de los presos políticos, etc.— muestra la fuerte obstinación del régimen. Por otro lado, luego de su victoria electoral en Argentina, Mauricio Macri se ve enfrentando a un gran desafío, por la resistencia de los representantes del kirchnerismo a la liberalización de la economía. En Bolivia, Evo Morales perdió el referéndum en febrero. Ya no habrá prolongación de la duración de su mandato, lo que implica también una votación contra el modelo socioeconómico impuesto por su gobierno. Resta esperar si Bolivia también dará un giro en lo político. Por otro lado, tuvieron lugar las elecciones presidenciales y parlamentarias en el Perú en abril de este año, que también podrían indicar un giro de dirección política. Nuestro socio político en ese país, el PPC, se encuentra en una situación muy complicada. Queda abierta la pregunta de si una alianza con el APRA, antiguo enemigo del PPC, ha sido una buena estrategia.

A pesar de la gran cantidad de conflictos, nos llegan buenas noticias desde Colombia. El proceso de paz parece avanzar sólidamente, aunque aún falta que los mismos colombianos voten y decidan sobre los resultados de las negociaciones. Interesante es el caso de Cuba, que cada vez más se presenta como un socio de respeto en el contexto internacional, gracias a la mediación en el proceso de paz colombiano, el acercamiento de Estados Unidos, la visita del presidente Obama y el encuentro del papa con los patriarcas rusos ortodoxos en la Habana. Está claro que la Fundación Adenauer, junto con sus socios en Alemania y Europa, debe observar este desarrollo y, si es necesario, formular nuevas posiciones. No debemos expresar euforia antes de tiempo. Una apertura democrática a corto plazo no es realista. Por el contrario, desde el acercamiento de Estados Unidos ha aumentado la represión en la isla.

No puedo mencionar a todos los países pero sobre Brasil y México me gustaría decir unas pocas palabras. Después de muchos años de constante crecimiento económico y éxito en la lucha contra la pobreza, Brasil se encuentra en crisis. La presidenta por el momento se encuentra suspendida, mientras el tema de la corrupción vuelve a la boca de todos. Por otro lado, la crisis económica muestra una vez más que el modelo económico basado en exportación de materias primas sin el suficiente grado de diversificación e industrialización no es sostenible a largo plazo. México, integrante del G20 y de la OCDE, se encuentra —a pesar de su bajo crecimiento económico— macroeconómicamente estable. Pero está enfrentado a otros grandes desafíos: la alta desigualdad en la distribución del ingreso, la conexión de elites mexicanas con el crimen organizado y las brutales guerras por droga, que llevan a una pérdida del monopolio de poder estatal o, mejor dicho, hacia un Estado bajo el orden de la anarquía. También son retos para el futuro las desigualdades regionales y el déficit de la integración de grupos indígenas a nivel económico, social y político, falencias que se pueden observar especialmente en los países andinos y centroamericanos. Son retos que el papa tematizó ampliamente durante su visita en México.

También quiero mencionar el tema de la migración e inmigración ilegal, que tanto en México como en el resto de la región es de gran relevancia. De seguro que se pueden encontrar puntos en común con la actual situación europea. Personalmente agradezco que esta problemática se tematice a través de nuestro trabajo en los países respectivos, ya que con ello se enriquece el intercambio de experiencias latinoamericanas-europeas.

Con solo estos comentarios, sin entrar en detalles respecto al desarrollo de los distintos países, quiero cerrar mi intervención. Seguramente que en los futuros intercambios entre ustedes y la Fundación Adenauer tendremos la oportunidad para profundizar los temas mencionados. Quiero subrayar una vez más que, a pesar de los diversos conflictos internacionales en las otras regiones del mundo, Latinoamérica sigue siendo un socio estratégico para nuestra colaboración internacional. Esto cuenta para la KAS como para las políticas exteriores alemanas y europeas.

Pero no es suficiente la colaboración con base en los valores tradicionales. Debemos adaptar nuestro trabajo cotidiano a los desafíos actuales. Esto se aplica al ámbito de las políticas económicas internacionales y a la política exterior, la de seguridad, la del clima, la del medioambiente y la de energía.
La Fundación Konrad Adenauer está dispuesta a enfrentar todos estos desafíos junto con ustedes, sus socios políticos en América Latina».

 Markus Rosenberger, director para Latinoamérica de la Fundación Konrad Adenauer

Redacción

Plataforma para el diálogo democrático entre los influenciadores políticos sobre América Latina. Ventana de difusión de la Fundación Konrad Adenauer en América Latina.

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