Instrumentos de control social en Venezuela (II)

La fiesta de dólares se acabó con la caída de los precios del petróleo en el año 2013 y todo […]
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24 Nov, 2017
Venezolano come de la basura | Foto: Voice of America, vía Wikicommons

Articulo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

La fiesta de dólares se acabó con la caída de los precios del petróleo en el año 2013 y todo intento de mantener el consumo anterior aumenta más la inflación, encarece la vida de los venezolanos y arroja a cientos de miles, y luego a millones, a la pobreza.

Venezolano come de la basura | Foto: Voice of America, vía Wikicommons

Venezolano come de la basura | Foto: Voice of America, vía Wikicommons

El gobierno culpa a los empresarios de especular con los precios. Los empresarios que trabajaban con dólares subsidiados se ven obligados a subir los precios de los productos y servicios que venden, como si los hubiesen adquirido o producido trabajando con dólares a precio de mercado negro. Ya no tienen seguridad de volver a conseguir dólares subsidiados y subir los precios es la única forma de reponer los inventarios y mantener sus empresas en marcha.

La respuesta del Gobierno ante la escalada de precios ha sido la de generar saqueos institucionalizados, disfrazando de justicia social el saqueo de productos en las tiendas, seleccionando públicamente y por televisión nacional cuáles había que saquear cada día. Esto le permitió seguir cobrando políticamente ante las dificultades económicas.

En un artículo anterior hablamos del control de cambio como el primer instrumento de control social del Gobierno chavista. El control de precios es el siguiente instrumento y aparece porque a la población se le hace deseable la fijación de precios máximos ante una inflación alta, generada por el mantenimiento del elevado nivel de gasto público con bolívares inorgánicos.

El control de precios desincentiva la producción, genera escasez y mercados negros de los productos controlados. Comenzó en el año 2014 con los productos de primera necesidad pero luego se extendió y terminó abarcando los precios de prácticamente todos los bienes y servicios de la economía. Como resultado, se producen grandes colas (filas) para comprar productos, en las puertas de los establecimientos que logran sobrevivir a pesar del control de precios.

Las interminables colas, la escasez y el mercado negro —ahora de bienes de primera necesidad— generan rechazo en la población y hacen deseable el racionamiento, el control y fiscalización de mercancías y la militarización de las compras. El acoso al sector privado aumenta, ya nadie puede importar, exportar, almacenar, transportar, producir, comprar o vender nada sin autorización del gobierno y la consiguiente fiscalización de cada proceso y fijación de precios. Esto genera otra red de corrupción y complicidad con respecto a las colas, al mercado negro y al tráfico de mercancías, en especial, en lo que se refiere a comida, medicinas y productos de primera necesidad. Genera negocios millonarios alrededor de dichos productos, que contribuyen a mantener los privilegios y el poder de la elite gobernante. Como consecuencia, la sociedad se empobrece a ritmo acelerado y ahora solo las elites alrededor del poder tienen acceso a productos de primera necesidad. Por otra parte, la impresión de bolívares continúa según se agudiza la crisis, y el país se acerca a la hiperinflación, se multiplica la pobreza y aparece el hambre como problema público.

El control de precios es la confiscación del fruto del trabajo y la eliminación implícita de la propiedad privada. Si no se le puede poner precio al fruto del trabajo propio, se deja de ser propietario y se pasa a ser esclavo de quien fija el precio. Una sociedad hambrienta, que busca comida en largas colas, en el mercado negro y en la basura es una sociedad que ha perdido su libertad y también su dignidad.

La inflación y la escasez generan hambre, y sobre el hambre, el gobierno venezolano construirá su último y más reciente instrumento de control social, el cual cierra el círculo de control y le entrega al Estado el dominio de la dignidad y voluntad del ciudadano.

 

Marco González | @MarcoG222
Economista (Universidad Católica Andrés Bello, Caracas). Cursa Maestría en Economía Empresarial. Militante de Primero Justicia

 

 

Economista (Universidad Católica Andrés Bello, Caracas). Magíster en Administración de Empresas (MBA). Estudiante de Doctorado en Ciencias Económicas. Militante de Primero Justicia

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