Por cielo, mar y tierra. El aislamiento de Venezuela

De las 31 aerolíneas que operaban en 2013, solo 16 quedan trabajando en el país. La expectativa es que esta […]
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5 Oct, 2017
Aeropuerto internacional Simón Bolívar de Caracas | Foto: Wikicommons

Articulo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

De las 31 aerolíneas que operaban en 2013, solo 16 quedan trabajando en el país. La expectativa es que esta cifra siga disminuyendo mientras aumenta el contrabando de personas. Inseguridad, crisis económica y retención de divisas por parte del gobierno son las causas que dejan a la nación cada vez más desconectada del mundo. Un punto oscuro en el continente.

Aeropuerto internacional Simón Bolívar de Caracas | Foto: Wikicommons

Aeropuerto internacional Simón Bolívar de Caracas | Foto: Wikicommons

En 2014 el asesinato de un turista alemán que viajaba en un crucero que hacía escala en la Isla de Margarita generó la cancelación de operaciones de la naviera AIDA en el país. El hecho marcó un oscuro precedente. En la actualidad el turismo de crucero en Venezuela es poco menos que inexistente. Igualmente, los servicios de transporte marítimo hacia las islas del estado Nueva Esparta y otros parques naturales en el perímetro caribeño venezolano, impactados por el grave contexto de escasez de repuestos, equipamiento e hiperinflación, se mantienen por debajo del mínimo. Tanto así que el medio de comunicación hoy relevante por vía marítima entre Venezuela, las Antillas y el Caribe son las embarcaciones que contrabandean personas hacia las islas cercanas [1] como la que usó la fiscal general Luisa Ortega Díaz en su espectacular huida tras la declarada persecución del gobierno de Nicolás Maduro. [2]

Cada vez son menos las opciones para transitar por la región. Empresas de transporte terrestre que tienen salidas desde y hacia Venezuela conectando por las fronteras terrestres de Colombia y Brasil cierran sus puertas por la inseguridad, la falta de vigilancia en las carreteras y el caos cambiario. [3] Sin embargo, el epicentro del problema se encuentra en la desconexión aérea. Muchas líneas han dejado de operar en el país. Luego de su suspensión en el Mercosur, la creciente tensión desde hace un par de años con la OEA, las críticas de la ONU y el rechazo de diversos países a la instalación de la Asamblea Constituyente dominada por el chavismo, Venezuela se convierte en el punto negro de la región.

Luego de que al inicio del gobierno de Hugo Chávez aerolíneas de todo el mundo ofrecieran cientos de rutas y conexiones a diversos destinos, hoy apenas quedan 16. El país se aísla de América Latina y el mundo: cuenta con apenas 94 asientos por cada 100.000 habitantes, 22 asientos menos que el aeropuerto Viru Viru de Santa Cruz, en Bolivia, un país con un tercio de los habitantes de Venezuela, y 338 asientos menos que la oferta del aeropuerto Jorge Chávez de Lima, en Perú, con la misma cantidad de población. [4]

En 2013, antes de la asunción de Nicolás Maduro, 31 líneas aéreas internacionales trabajaban en el país. Un año después, cuando Air Canadá decidió no operar más, el presidente se refirió al tema en cadena nacional diciendo a todas las empresas del rubro que decidieran cerrar: «no vuelvan mientras nosotros seamos gobierno». El aviso encendió las alarmas: desde entonces, no han cesado las bajas y 15 de estas empresas se retiraron. Hoy el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, ubicado a 20 kilómetros de Caracas, es un edificio desolado, dominado por funcionarios policiales y militares que rapiñan equipajes y dinero en efectivo de los pocos viajantes que en su mayoría huyen para no volver. [5]

Entre los casos más representativos se encuentran el de America Airlines y Avianca. La primera, con 30 años de operaciones en Venezuela, única estadounidense que trabaja en el país actualmente, pasó de tener 48 vuelos semanales a las principales ciudades de Estados Unidos en 2013, a un vuelo diario hacia Miami. Por otro lado, la colombiana Avianca cerró totalmente: disponía de 14 frecuencias semanales: el 41 % de los 34 vuelos que salían a principios de 2017. Pero la baja de operaciones no es solo un problema de las firmas internacionales. La estatal Conviasa, línea que ofrecía vuelos a Bogotá, Buenos Aires, Georgetown, Grenada, La Habana, Madrid, Managua, Manaos, Ciudad de Panamá y Puerto España, ahora apenas viaja, con serias dificultades, hacia La Habana y Ciudad de Panamá.

Algunas de las líneas aéreas que han cancelado sus rutas hacia y desde Venezuela son: Aeroméxico, United, Air Canadá, Lufthansa, Alitalia, Latam, Tiara Air, GOL, Delta Airlines, Dynamic Airways, Insel Air, Lan Perú, Tiara Air Aruba, Avianca. Otras están en constante intermitencia, como Aerolíneas Argentinas, suspendiendo vuelos por diversos problemas logísticos y económicos con Caracas. Solo cinco aerolíneas venezolanas ofrecen conexiones internacionales al día de hoy: Santa Bárbara Airlines, Laser, La Venezolana, Conviasa y Avior. Venezuela es el principal país del mundo donde las aerolíneas tienen problemas para repatriar fondos, seguido de Nigeria, Sudán, Egipto y Angola. [6]

¿Por qué sucede esto? ¿Qué hay detrás?

Dante Salvatorelli, presidente de la Asociación Venezolana de Agencias de Viajes y Turismo, expresó recientemente en la prensa nacional que los representantes de las aerolíneas internacionales que aún operan en el país han manifestado que «prefieren pernoctar en una isla cercana o país vecino antes de venir para acá». La inseguridad personal es una de las razones valoradas por las líneas aéreas a la hora de considerar su estadía en Venezuela. Sin embargo, el centro del asunto recae en la gigantesca deuda que el Estado venezolano mantiene con las empresas a consecuencia del estricto control cambiario instaurado por la administración de Hugo Chávez en 2003 y mantenido por Nicolás Maduro. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) estima que el gobierno de Venezuela mantiene retenidos 3800 millones de dólares de ingresos a las aerolíneas, que deben vender parte de su oferta en moneda local pero no reciben retorno en divisas a la tasa de cambio oficial, cuya asignación y liquidación es controlada por el Centro de Comercio Exterior, entidad dependiente del Ministerio del Poder Popular para la Planificación y Finanzas.

Entre todos estos datos del aislamiento aéreo, marítimo y terrestre de Venezuela, quedan un par de cifras desconocidas y muy difíciles de relevar: la cantidad de personas que viajan en estos pocos trayectos y no regresan a Venezuela, y el número de personas que ante esta situación usan trochas ilegales buscando huir de la crisis humanitaria y el colapso económico de la Revolución bolivariana.

 

[1] Para profundizar sobre este aspecto recomiendo el artículo anterior «Balseros: venezolanos de contrabando», disponible en ‹https://angelarellanoblog.wordpress.com/2016/11/30/balseros-venezolanos-de-contrabando›. Para actualizar información, también «Rescataron a balseros venezolanos en Curazao», en ‹www.el-nacional.com/noticias/sucesos/rescataron-balseros-venezolanos-curazao_182065›.

[2] Ver más en: ‹www.el-nacional.com/noticias/politica/luisa-ortega-diaz-german-ferrer-salieron-venezuela-lancha_199509›.

[3] Para 2017 el Fondo Monetario Internacional estimó que la inflación venezolana llegaría a 1700 %, consolidándose como la más alta del mundo. El 14.9.2017 a las 9.00 horas, el tipo de cambio paralelo en Venezuela era de 22.430 bolívares por dólar. El salario mínimo al 1.9.2017 es de 136.543 Bs., poco más de 6 dólares. El tipo de cambio oficial se encuentra en 11.311 Bs. Por dólar (solo disponible para operaciones autorizadas por el gobierno a empresas de sectores estratégicos).

[4] Prodavinci (2017). «Volar desde Venezuela: datos de una crisis». Recuperado de ‹http://especiales.prodavinci.com/menosvuelos›.

[5] Ver más en ‹www.2001.com.ve/con-la-gente/169204/oficiales-aprovechan-miedo-de-pasajeros-para-hacer-de-las-suyas-en-maiquetia.html›.

[6] Prodavinci (2017). «Volar desde Venezuela: datos de una crisis». Recuperado de ‹http://especiales.prodavinci.com/menosvuelos›.

 

Ángel Arellano | @angelarellano
Venezolano. Doctorando en Ciencias Políticas. Integrante del Centro de Formación para la Democracia

 

 

 

 

Ángel Arellano

Doctor en ciencia política, magíster en estudios políticos y periodista. Coordinador de proyectos en la Fundación Konrad Adenauer en Uruguay, y editor de Diálogo Político.

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