El pueblo se quedó casi solo. Hasta el barbero partió a Colombia buscando el alimento que ya no se conseguía en las bodegas y abastos. Terminó siendo inmigrante. Huyó. Se unió a los millones que salieron del país por trochas, picas y caminos de tierra con una mochila en el hombro y un profundo dolor a cuestas. Dejó atrás el esfuerzo de años materializado en una barbería, los materiales para trabajar, su casa en el barrio de toda la vida, su vehículo y, lo más importante, su mujer y su hija.

Emigrantes atraviesan el río Táchira, en la frontera de Venezuela con Colombia | Foto de archivo, Daniel Cima para la CIDH, vía Flickr

Emigrantes atraviesan el río Táchira, en la frontera de Venezuela con Colombia, 2015 | Foto de archivo, Daniel Cima para la CIDH, vía Flickr

Casi solo se quedó el pueblo porque todavía hay residentes aferrados a la fe, creyentes de que la cosa puede mejorar si se le da una buena sacudida a la mata. Pero luego de tantos años pareciera que no hay quien sacuda la mata, o quien se encarame, o quienes la derriben. Sí se han hecho intentos, muchos, muchísimos, con un esfuerzo que casi deja sin aliento a la gente, o que la dejó sin aliento y luego, de a poco, fue recuperando el aire. Pero nada ha cambiado. Al contrario, todo va peor.

Los trabajadores de la estación de servicio que está en la salida del pueblo vieron despedirse a los muchachos del equipo de fútbol, a otros que jugaban béisbol, a un par de ingenieros recién graduados, a unos liceístas que dejaron inconclusa la secundaria, a varias familias que desaparecieron dejando sus hogares intactos, a la señora de la floristería, a los que vendían arte y a los que vendían humo. Resta un pequeño grupo que va sorteando las tempestades de la crisis. Hace tres años se regó como pólvora el chisme de que en un caserío cercano al pueblo varias personas estaban carneando unos caballos a falta de dinero para comprar novillos, cerdos y gallinas. Ya nadie recuerda ese cuento porque desde entonces se hizo común pasar por el cuchillo cualquier animal vivo que pudiera saciar el hambre.

En el pueblo, el verdulero levantó las cuatro páginas que ahora les llaman periódico —porque el control del papel impuesto a rajatabla por El Gran Hermano decretó años atrás que venderían el mínimo indispensable al menor número posible de periódicos afines o «neutrales»—, dio otro sorbo al agüita de borra de café y afinó la mirada tras los cristales vencidos de sus lentes para leer los titulares navideños:

«Presidente Maduro: 2018 será el año en el que conquistemos el futuro; Maduro envía mensaje de amor y paz al pueblo venezolano; Venezuela declara persona no grata al encargado de negocios de Canadá y al embajador de Brasil; Venezuela denuncia nueva amenaza en contra de su paz y soberanía por parte de potencias militares de EEUU y Canadá». [1]

Sus ojos no dieron crédito. Había cogido el diario solo para conocer el mensaje oficial que no informa ni anuncia novedades. Es la publicación que hace El Gran Hermano para sus acólitos, sus pocos acólitos. El resto de los lectores son resistentes impotentes que aguardan el paso de la tempestad. En algún momento.

Como las noticias del periódico no le dijeron nada al verdulero, llamó a su hija que, desde la caja del comercio, tenía más de una hora mirando el celular. Nadie entraba a la verdulería esa mañana. Le pidió buscar el resumen noticioso difundido por los sectores insurgentes en las redes sociales, el único sitio donde se conseguía información real. La edición de ese día era alarmante, como la del día anterior, y la del anterior, y así…

«Protestas por gasolina, comida, CLAP y perniles en Anzoátegui, Vargas, ‎Miranda, Mérida, Barinas Sucre, Yaracuy, Portuguesa, Trujillo, Cojedes, Lara, Carabobo, Monagas y Zulia. 74 % de las protestas de estos 20 días ocurrieron por hambre. Los estados orientales son los que presentan mayor número de protestas. En Anzoátegui, médicos reportan el fallecimiento de 13 pequeños por ‎malnutrición en lo que va de año. Diez niños están recluidos en el ‎hospital de niños de Barcelona por esta razón.‎ Por medio de un comunicado, Voluntad Popular, Primero Justicia y ‎Acción Democrática condenaron la decisión de la Asamblea Nacional Constituyente de ilegalizar a ‎los partidos políticos que no participaron en las elecciones de alcaldes: “Todas las decisiones de la ANC son violatorias de la ‎Constitución”.‎ Consecomercio denuncia que rebajas forzadas de la Sundde benefician a los revendedores.‎ Mercosur pide liberar los presos políticos.‎ Eliminación de la Alcaldía Metropolitana de Caracas deja en la calle a seis mil trabajadores.‎ Cedice: “Venezuela es el país que menos respeta los derechos de propiedad”.‎ Cendas: casi dos millones de bolívares cuesta preparar 50 hallacas.‎ Diosdado Cabello insistió en que “no hay nada que negociar” con la ‎oposición venezolana en el proceso de diálogo que mantiene el Gobierno de Nicolás». [2]

Esa era la verdadera actualidad de la tragedia.

Cuando cruzaba la frontera, el barbero miró los ojos llenos de angustia de cientos de personas que al igual que él pensaban en la incógnita de su futuro. También se imaginó la primera Navidad lejos de su hogar. Sabía que otros ya tenían muchos años con ese nudo en la garganta. Ahora le tocaba vivirlo en carne propia.

No hay cifras exactas pero estimaciones hablan de que al cierre de 2017 más de tres millones de venezolanos estarán en el exterior. El 10 % de la población total.

 

[1] Edición de El Correo del Orinoco del 23.12.2017.

[2] Resumen informativo de la prensa venezolana del 22.12.2017.

 

Ángel Arellano | @angelarellano
Venezolano. Doctorando en Ciencias Políticas. Integrante del Centro de Formación para la Democracia