Daniel Innerarity | Foto: Nemo bis, vía Wikicommons

23 Nov, 2017

El realismo político de Innerarity

Entender la complejidad de la política, así como mejorar el desempeño de sus actores y protagonistas, es parte esencial de un programa para recuperar el valor de la democracia.

La crítica a la política tradicional es moneda común en nuestros días. Esa tradición que se increpa y se condena como causa y motivo de todos los males públicos es, no obstante, la de los partidos políticos, la de los equilibrios de poderes, la de actores que desarrollan una actividad compleja, necesaria y que es la base del sistema democrático.

Detrás de los señalamientos —muchas veces fundados, otras alevosos y, también, con intereses fácticos de por medio— se encuentran una sociedad civil, una suma de outsiders y, en ocasiones —es importante decirlo—, los representantes del populismo, cada uno con agendas, objetivos e intenciones distintas; todos, no obstante, convencidos de que hay otra manera de hacer las cosas, aunque pocos, casi nadie, tengan claridad de cómo llegar a esa condición de perfección o, al menos, de cambio posible y necesario.

Daniel Innerarity, en su libro La política en tiempos de indignación, arroja una alternativa a la que llama la buena política: un afortunado esfuerzo en el que hace frente al denuesto que padecen los actores tradicionales, al tiempo que realiza una apología ante muchas de las críticas que se elevan hoy contra la democracia.

Así, señalamientos como la lentitud de los procesos legislativos, el continuo enfrentamiento entre partidos, la discreción y a veces hasta secrecía que rige la construcción de acuerdos, entre otros, son analizados y desmontados en sus procedimientos, razones de ser y objetivos, para demostrar que son parte sustancial del trabajo cotidiano y necesario de la política.

El análisis, en lo general, parte de una premisa: lo contingente de la política, es decir, la condición de que toda decisión que se toma en un régimen democrático puede ser de otra forma, no satisfará a toda la sociedad y, más importante aún, es siempre posible de enmendarse, corregirse o incluso revertirse.

Daniel Innerarity

Daniel Innerarity

La condición de perfectibilidad, que incluye la certeza de que ninguna decisión está del todo completa, es un punto de partida para entender, por ejemplo, la imposibilidad de que un candidato lleve a cabo todo lo que, de manera irresponsable, propone y asegura poder cumplir. En ese sentido, afirma Innerarity, también corresponde al político —y aquí entra una crítica objetiva y presente a lo largo de todo el libro— entender y, sobre todo, explicar que ni nada es tan sencillo como parece ni todo lo que quisiéramos puede realizarse.

Esto es, entender la política como proceso, la democracia como el mejor sistema para llevar ese proceso al mejor de los puertos y que lo que se logra es lo mejor alcanzable y no lo óptimo posible. Quien aspira a esto último, por otra parte, o quien asegura que será capaz de hacerlo, cae en la tecnocracia, la demagogia y otras formas de antipolítica que, como serpiente que se muerde la cola, terminan por denostar y mentir respecto de la capacidad limitada de la propia política.

Porque es en democracia, precisamente, donde el diálogo y el acuerdo, sus bases primordiales, requieren de tiempo, planeación y negociación, contra lo instantáneo, lo mágico o lo milagroso que ofrece el demagogo; y es ese diálogo el que además conduce a dejar de lado las posturas dogmáticas, el todo o nada, lo irreductible de los credos para así alcanzar, negociando, cediendo en lo individual para ganar en lo colectivo, aquello que en verdad es posible realizar.

Y ese mínimo posible, siguiendo al autor, no debe ser visto como mediocre o insuficiente, sino más bien como lo que puede alcanzarse para conciliar la pluralidad: una política que en nombre de lo efectivo deja fuera a quienes piensan distinto será siempre peor a una que, de manera realista, genera consensos donde todos o la mayor parte encuentran cabida. A partir de este punto es donde se construye el porvenir y se superan las divergencias, siempre deseables, siempre presentes en la diversidad.

La política en tiempos de indignación representa, así, una obra que mediante un lenguaje sencillo y ejemplos precisos ofrece tanto la crítica acertada de nuestro tiempo como la certeza de que solo a través de la verdad, la participación y el involucramiento de más sociedad será posible elevar la calidad de los gobiernos, de los representantes, de los partidos y de la sociedad civil: la calidad de quienes conforman y hacen funcionar a la democracia.

 

Carlos Castillo | @altanerias
Director editorial y de Cooperación Institucional de la Fundación Rafael Preciado Hernández. Director de la revista Bien Común

 


Ficha técnica:
La política en tiempos de indignación
Daniel Innerarity
Galaxia Gutenberg, 2015
352 pp.
ISBN 9788416495016


 

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