Orden y responsabilidad en tiempos de guerra

Orden y responsabilidad en tiempos de guerra

Es importante volver a los principios de Konrad Adenauer en momentos de una geopolítica incierta.

Por: Nicolás Albertoni28 Jul, 2025
Lectura: 7 min.
Orden y responsabilidad en tiempos de guerra
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

No basta con hablar de paz.  La declaración verbal debe ser seguida por acciones que dejen claro que esta paz debe existir no solo entre los pueblos, sino más aún —y especialmente dentro de ellos. Konrad Adenauer, Discurso en el Bundestag alemán, 18 de agosto de 1961

La actual coyuntura está marcada por un retorno inesperado —aunque quizá predecible— de las viejas lógicas del poder. Guerras en Medio Oriente, rivalidades entre grandes potencias, militarización de la política internacional y una sensación creciente de incertidumbre estructural son síntomas de una nueva era de transición. En este mundo en tensión, marcado por conflictos visibles y otros más sutiles, cabe preguntarse: ¿qué principios deberían guiar la acción política? ¿Cómo responder a un entorno internacional que parece desbordar a los actores democráticos?

Una figura como Konrad Adenauer, arquitecto de la reconstrucción democrática de Alemania en la posguerra y uno de los grandes promotores del orden liberal occidental, es por estas horas un buen refugio para buscar algunas claves para leer este momento con mayor claridad. Lejos de nostalgias, su pensamiento —basado en la responsabilidad moral, el respeto al derecho internacional y el compromiso con la libertad— es hoy más vigente que nunca.

Entre Teherán y Washington: la guerra que vuelve

La escalada reciente entre Estados Unidos e Irán (por las tensiones entre Israel y Palestina tras el ataque del 7 de octubre de 2023), ha devuelto a Medio Oriente a un punto de máxima ebullición. Siempre fue una región compleja, pero ahora se ha exacerbado. El ataque de Washington a instalaciones iraníes se inscribe en una estrategia de contención ante el creciente activismo militar de Irán. Sus tentáculos —desde el Líbano hasta Yemen— han sido catalizadores del actual deterioro regional.

Sin embargo, más allá del enfrentamiento puntual, lo que está en juego es el futuro del orden internacional. ¿Las normas, los acuerdos y la diplomacia pueden seguir siendo instrumentos eficaces? ¿O el mundo se encamina hacia una nueva lógica de poder basada en la fuerza? Siguiendo la filosofía de Adenauer, se podría decir que donde no hay derechos, existe violencia, ya que la propia vulnerabilidad de derechos encarna en sí misma una forma de violencia. Y donde hay violencia, la libertad desaparece.

Desde esta óptica, las acciones unilaterales, aunque puedan parecer necesarias en términos tácticos, solo pueden ser justificadas si están orientadas a restaurar un orden de derecho. En caso contrario, refuerzan la erosión del multilateralismo y siembran el caos que los enemigos de la democracia desean aprovechar.

América Latina: una irrelevancia estratégica (¿o peligrosa?)

Mientras el mundo se reconfigura, América Latina parece caminar en dirección contraria a la historia. La región ha perdido peso estratégico, no solo en términos económicos o militares, sino —lo más llamativo— en términos de influencia política y diplomática.

Esta marginalidad no es casual. Es el resultado de una acumulación de errores: fragmentación regional, falta de visión estratégica y una progresiva renuncia al debate internacional. Lo que hay de integración regional tiene un exceso de componente político, con baja coordinación y casi nulo foco económico y comercial. Basta con ver que en la región el comercio intrarregional representa aproximadamente 15% de las exportaciones totales de la región, una cifra muy baja en comparación con otras regiones emergentes como Asia Oriental y el Pacífico, donde la cifra asciende al 50%. Por lo que no solo políticamente América Latina está ausente, económicamente ya es irrelevante.

Desde la perspectiva de Adenauer, esta actitud pasiva sería inaceptable. Él comprendía que el respeto internacional no se pide, se construye. Su política exterior —basada en principios firmes pero pragmática en la forma— buscó posicionar a Alemania como un actor confiable y activo en el mundo occidental. En su legado, hay una advertencia para la región: la neutralidad en tiempos de conflicto moral es complicidad.

América Latina, con sus democracias imperfectas, pero aún vitales, debería alzar la voz en defensa del derecho internacional, condenar sin ambigüedad las violaciones a la soberanía y participar activamente en las instancias multilaterales. No para alinearse ciegamente con ninguna potencia, sino para reafirmar su pertenencia al mundo libre.

Konrad Adenauer
Konrad Adenauer | Foto: KAS-Paul Bauserath

Libertad y orden: valores occidentales bajo amenaza

Adenauer creía que la libertad no es posible sin orden, y que el orden solo puede sostenerse sobre instituciones legítimas y democráticas. Hoy, ese equilibrio está amenazado. Actores como Rusia o Irán (y su influencia en países de América Latina como Venezuela y Cuba) promueven modelos de gobernanza autoritaria que desprecian los derechos humanos, manipulan la información y utilizan la fuerza como argumento.

El peligro no es solo externo. También se manifiesta en la creciente polarización interna de muchas democracias, en la desconfianza ciudadana hacia las instituciones y en la facilidad con que la verdad es desplazada por la posverdad. En este contexto, defender los valores occidentales implica más que proclamas: requiere acción coherente, pedagogía cívica y compromiso sostenido.

La libertad significa también responsabilidad. Esta responsabilidad no es solo de los gobiernos. Es de las élites, de la sociedad civil, de los medios, de la academia. Es un esfuerzo colectivo por sostener un sistema que, con todos sus defectos, ha sido el más exitoso en promover la paz, la prosperidad y la dignidad humana.

La necesidad de una política exterior con principios

Para Adenauer, la política exterior debía ser extensión de los valores internos. Su europeísmo no fue coyuntural: creía en una comunidad de destino basada en la cooperación, la democracia y el Estado de derecho. Por eso promovió la reconciliación franco-alemana, la integración europea y la alianza transatlántica.

América Latina necesita esa claridad. No puede seguir atrapada entre el aislacionismo y la dependencia. Debe construir una política exterior basada en principios: defensa de la democracia, respeto a los derechos humanos, compromiso con el medio ambiente, impulso al multilateralismo. Pero también debe ser estratégica, consciente de sus intereses y capaz de articularlos regionalmente.

Esto exige profesionalizar la diplomacia, fortalecer los mecanismos de integración, invertir en capacidades analíticas y renovar la narrativa sobre el rol de la región en el mundo. El continente no debe ser espectador de la historia: puede —y debe— ser protagonista de un orden mundial más justo, si sabe ejercer con responsabilidad su libertad.

Un llamado a la acción

El mundo está en guerra. Una guerra que va más allá de los misiles y los ejércitos. Es una guerra de relatos, de modelos de sociedad, de valores. En ese combate, la neutralidad no es una virtud, es una renuncia.

La mirada de Konrad Adenauer nos recuerda que la política exterior no es un juego de poder frío, sino una herramienta moral. Que el orden no es autoritarismo, sino el marco para la libertad. Y que, frente a las crisis, la respuesta no es el repliegue, sino la acción responsable. En este sentido resulta fundamental avanzar en alianzas entre países que compartan una visión cercana del mundo (por ejemplo, basada en la democracia liberal). Adenauer decía: “Sólo quedó una vía para salvar nuestra libertad política, nuestra libertad personal, nuestra seguridad, nuestra forma de vida, desarrollada desde hacía muchos siglos, y que tenía como base un concepto cristiano y humano del mundo: una firme conexión con los pueblos y países que tengan las mismas opiniones que nosotros sobre estado, persona, libertad y propiedad”.

Por el lado de América Latina aparece el deber de volver al mundo. No como furgón de cola, sino como espacio de diálogo, de principios y de compromiso democrático. La historia no espera. Y la libertad, como enseñó Adenauer, siempre tiene un precio. La pregunta es si estamos dispuestos a pagarlo.

Nicolás Albertoni

Nicolás Albertoni

Vicecanciller de Uruguay entre 2022 y 2025. PhD en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Magíster en Economía, por University of Southern California. Maestría de la School of Foreign Service de Georgetown University.

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