Chile, un malestar que persiste

A medio siglo del golpe es visible el malestar ciudadano frente a la democracia y sus instituciones. ¿Las causas coinciden con las del rechazo a la anterior propuesta de Constitución? ¿Qué nos dice esta situación?
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12 Sep, 2023
Malestar y rechazo en Chile. Fuente: Ciperchile

Articulo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Mucho se especuló respecto al significado de los resultados tras el rechazo. A un año de ese suceso es tiempo de analizar la trayectoria de un país que no encuentra sosiego. La elite política insiste en actitudes de desencuentro y división. Interpreta que frente a la manifiesta dinámica del péndulo resulta necesario que cada sector político defienda sus trincheras.

El pasado 4 septiembre de 2022 triunfó el rechazo a la propuesta constitucional. Recordemos que el 61,87 % votó por esa opción. En cambio, el apruebo se situó en el 38,13 %, en un proceso en que votó el 85,3 % del padrón electoral (voto obligatorio).

En efecto, un incondicional tercio seguiría apoyando, según las encuestas, al Gobierno de Apruebo Dignidad. Esto pareciera razón suficiente para no transar en aspectos medulares de su programa y en extrapolar el discurso frente a la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado en Chile (11 septiembre de 1973). Este sería el piso para impulsar en el futuro una nueva coyuntura como la del estallido social del 2019, que permita avanzar en la refundación o en cambios estructurales para el país. Igual lógica parece encarnar la oposición, que teme que cualquier acuerdo o negociación signifique una fuga de electores.

Rol de los partidos

En ese escenario, luego del rechazo no hemos observado una revitalización de los partidos tradicionales. Esto no sucede con los que gobernaron Chile en los tiempos de la Concertación (1990-2010). Tampoco con los del lado de la centroderecha, que sustentaron los dos gobiernos del expresidente Piñera.

Por el contrario, el país ha tendido a fraccionarse aún más, en un proceso en que las fuerzas del Frente Amplio (gobierno) están cuestionadas por su gestión y particularmente asociadas a corrupción. Mientras que, en la otra ala del sistema, el Partido Republicano ve compleja su consolidación tras el proceso constitucional en curso, en el cual representa la primera fuerza política. En dicho contexto, todavía no se visualiza una reformulación de un sistema de partidos que brinde estabilidad y conducción al país, y menos aún propuestas políticas tras una visión de país.

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La polarización de la elite es una característica actual del sistema político. Pese al surgimiento de nuevos partidos que nacen con el sentido precisamente de buscar la estabilidad que el país requiere desde una propuesta de diálogo. En esa sintonía, tanto Amarillos por Chile como Demócratas buscan representar al electorado reformista que valora la capacidad de alcanzar acuerdos. Sin embargo, estos referentes están en etapas de conformación en un ecosistema que premia la dispersión y castiga posiciones más negociadoras o transaccionales.

Por lo tanto, resulta prematuro aventurar si dichas fuerzas emergentes, en un sistema de partidos fragmentado (sobre todo, desde la aprobación de la ley de sistema electoral proporcional), serán capaces de establecer un bloque político estabilizador. Y que este sea capaz de ofrecer respuestas a demandas sociales tan complejas como las vinculadas a seguridad pública, previsión, reforma a la salud.

Chile, horizontes extraviados

En ese contexto, se explica la irrelevancia que manifiesta en general la ciudadanía sobre el actual proceso constitucional. Nos muestra un Chile perplejo, que pasó de apoyar en 2020 con un 78% a una nueva Constitución para superar la crisis institucional, a una desilusión en la forma y fondo del proceso que terminó por asfixiar sus expectativas.

Muchos experimentan una sensación de alivio al recordar las implicaciones que hubiese traído consigo la aprobación de la propuesta constitucional del pasado 4 de septiembre de 2022. Por ejemplo, la conformación de un sistema judicial (ya no poder judicial), la plurinacionalidad que significaba el término del principio de igualdad ante la ley y el fin de la unidad nacional. Sería una nueva morfología del poder que se concentraría en la Cámara de Diputados y Diputadas. Esto permitía avanzar en la deconstrucción de la República. Estas serían causas principales del categórico rechazo a los contenidos de la propuesta. Sin embargo, aquello resulta ser un consuelo que no consigue amainar el malestar de la ciudadanía frente a las instituciones democráticas. Y resulta ser una clave para sostener que la crisis en Chile no ha sido superada.

En efecto, Chile sigue caracterizado por la polarización que se expresó en el programa de gobierno que enarboló propuestas refundacionales. Las fuerzas oficialistas no han asumido que su éxito electoral en la campaña presidencial se explica principalmente en un voto contra la clase política tradicional. Incluso después de la derrota en la propuesta constitucional. Es, por cierto, contrario a la opción de la derecha representada por Republicanos, que creció amparada en una crítica al sistema político, en especial, a la herencia de los gobiernos de centroderecha.

El malestar de la democracia

En consecuencia, se pasó en menos de un año desde el desahucio de la propuesta constitucional que apoyaba el gobierno y sus propuestas refundacionales, a un nuevo mensaje en contra de la élite gobernante. Se apostó nuevamente por un voto mayoritario de castigo que catalizó Republicanos. Este partido que consiguió sintonizar mayoritariamente con el malestar y los miedos de los ciudadanos, en particular, por la inseguridad ciudadana.

Las causas del malestar ciudadano frente a la democracia y sus instituciones se podrían leer en coincidencia con las del rechazo. ¿Por qué?

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Porque creemos en la tesis de que tras el rechazo a la propuesta constitucional está el olvido de aspectos culturales relevantes para el pueblo de Chile. Es decir, el ideario posmoderno que relativiza y centra todo en la subjetividad autónoma de los individuos habría sido el motor de la propuesta constitucional. Esto explicaría la tendencia a romper con la concepción clásica de Estado nación y los principios políticos y jurídicos que provienen fundamentalmente dela Ilustración. Los convencionales que se impusieron en la elección representaban una alternativa ideológica o paradigmática (ejemplo, la Lista del Pueblo). Esta buscaba representar una alternativa a los políticos profesionales, quienes se legitiman por medio del sistema de partidos, esencial para el funcionamiento de las democracias liberales. La vehemencia en sus propuestas y las decadentes formas (irreverentes) exhibidas por los convencionales colisionaron con el alma nacional y sus anhelos.

Protestas en Chile
Protestas en Chile

Nuevas identidades

En efecto, durante el 2022 los constituyentes presentaron una actitud revisionista de la estructura social y política heredada de la modernidad e intentaron una transformación de Chile desde sus cimientos. En clave posmoderna desafiaron la tradición política existente desde los orígenes de la República. Intentaron acelerar la construcción de nuevas identidades amparadas en las propuestas metodológicas (ideológicas) y contenidos que se han ido construyendo desde diferentes plataformas como Porto Alegre. Con ellas intentan modificar las bases de legitimidad política y jurídica de la herencia colonial y las ideas de la ilustración.

Por lo atento, buscaron modificar la naturaleza del régimen político mediante un proceso refundacional, que se encontró con una mayoría que no se sentía representada por esa visión de mundo. Es más, muy posiblemente el resultado de esa acción fue precisamente fortalecer los vínculos de una mayoría con su tradición política.

La conexión de aquello con el malestar de la democracia está en que posiblemente la erosión del régimen democrático ha estado en el desacople de las elites políticas de la realidad nacional. Dicha desconexión erosiona el sentido de la política como arte de lo posible respecto de lo que somos y de lo que soñamos como nación.

La modernidad en un comienzo fue precursora de la creación y consolidación de los Estados nacionales. La instauración de la República con su clásica división de poderes, posteriormente fue derivando hacia un régimen democrático. Este no solo amplió y fortaleció los derechos y garantías de las personas, sino que avanzó en la confusión del concepto de libertad.

Erosión del tejido social

La libertad se ha ido transformando en un fin en sí mismo para los individuos, creando condiciones políticas y jurídicas para comprender la erosión del tejido social actual, que no encuentra fundamentos en la familia y en los cuerpos intermedios. Estos son desplazados por los intereses individuales que tienden a atomizar la sociedad, a relevar el mercado por sobre la comunidad y a presentar como legítimo cualquier sueño o anhelo del individuo empoderado que entiende sus intereses como si fueran derechos, tales como el de acumulación que goza de protección jurídica en nuestros tiempos.

Posiblemente el problema de crear cimientos estables para Chile esté en que no concebimos un futuro común o compartido. En ello, los políticos han sido causa y efecto de un sistema que parece haber sustituido la noción de bien común por la bien particular, creando con ello las condiciones para el desafecto social.

Al respecto, el único remedio posible antes de encontrarnos con populismos mesiánicos debe ser la sensatez, la actitud propensa al diálogo y el encuentro. Esto permitiría un espacio de credibilidad que brindaría respuestas a problemas políticos y sociales acuciantes en Chile. Estos no son respondidos por la dinámica de corto plazo e inmediatez y la acérrima defensa de intereses individuales o corporativos que se instalaron y suplantaron el sueño de un país comprometido con un futuro común.

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Jaime Abedrapo

Director del Centro de Derecho Público y Sociedad (PUBLICUSS) de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad San Sebastián, Chile. Doctor en Derecho Internacional y Relaciones Internacionales (Instituto Universitario Ortega y Gasset, España). Cientista político. Periodista

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