Las redes sociales se han convertido en la nueva televisión. Todas las clases sociales tienen acceso a ellas; es su nueva distracción, su escape. Con la llegada de la pandemia se ha incrementado exponencialmente el consumo de contenidos digitales.
Parte de nuestro libro Entre información y conspiración. Comunicación digital en tiempos de crisis.
La crisis del COVID-19 ha traído consigo malestares sociales. Existe una liberación en el estado de ánimo del pandemial y esta catarsis social es irreversible. Esta frustración, acompañada de rebelión y cuestionamiento al statu quo, es proyectada a través de las redes sociales.
En Twitter, por ejemplo, los ciudadanos informan en tiempo real, intervienen, inciden, presionan, comparten contenidos y puntos de vista, interactúan de manera neurótica, divulgan, generan debate, emprenden denuncias, exhiben los errores la ineficacia poder con respecto a la crisis.
Las redes sociales se han vuelto profundamente antisistema.
Los vigilados ahora vigilan y han llegado a producir contenidos, pero ¿cuánto de ese contenido realmente es orgánico y cuánto es instalado por agendas e intereses ocultos?
Es una nueva normalidad donde los bots son la nueva pandemia digital y las fake news no paran de crecer y, a través de titulares incendiarios, noticias con sesgo, alejadas de la neutralidad y el rigor informativo, son lanzadas con el objetivo primordial de alcanzar a un número de personas cada vez mayor para erosionar la imagen de alguien.
La utilización de la primera persona, la narración de los hechos, la magnificación de los sucesos y uso de la hipérbole otorgan respuestas rotundas, contundentes, certeras. Todo esto es utilizado para denostar al rival.
Inflar la conversación parece ser la tendencia.
Este es un resumen del artículo homónimo, elaborado por el autor para el libro Entre información y conspiración. Comunicación digital en tiempos de crisis (Fundación Konrad Adenauer, 2020).
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