Chile y su desencuentro: una elección clave

En camino a la elección, el contexto sigue siendo de crispación y de preocupación por la pandemia. ¿Podrá la referencia a figuras históricas servir de puente?
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22 Mar, 2021
Foto: Shutterstock

Articulo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Históricamente en la capital de Chile, Santiago, nos juntábamos a celebrar los triunfos nacionales y también para protestar sobre asuntos políticos y sociales. En efecto, la Plaza Baquedano siempre ha sido un lugar de convergencia para manifestar nuestras alegrías y malestares.

La plaza fue inaugurada en 1928 en honor al general Manuel Baquedano que comandó las fuerzas chilenas durante la Guerra del Pacífico (1879-1884), instalando una estatua ecuestre del victorioso militar. Dicha figura se transformó en un ícono del reencuentro nacional tras las convulsionadas décadas vividas con posterioridad de la guerra civil en Chile de fines de siglo XIX (1891) y su posterior período parlamentario, que profundizó las grietas entre las elites políticas y con un quiebre institucional entre civiles y militares. Al respecto, la estatua puesta en honor al general Baquedano vino a significar un hito central en el proceso de resignificación de la unidad del país tras el pacto constitucional de 1925.

Ha quedado muy atrás ese sentimiento y hoy, carentes de memoria e interesados en emular movimientos políticos vistos en redes sociales, en plena revisión de nuestra historia y símbolos patrios, el conflicto social y político ha derivado hacia un enfrentamiento de carácter identitario. Para quienes habitualmente se convocan a dicha plaza, la estatua del general se había transformado en un objetivo político. Derrumbarlo sería una victoria frente a la elite, el poder político y represor de las fuerzas de seguridad.

Vecinos aquejados por la violencia

Por otra parte, los vecinos aquejados de esta violencia permanente en las inmediaciones de la Plaza Baquedano ven a las autoridades del Estado más preocupadas por rescatar la estatua que de la propia integridad física y patrimonial de ellos.

En una decisión no exenta de cuestionamientos, el Consejo de Patrimonio Cultural resolvió retirarla de la plaza y llevarla a restauración. Por ello, para quienes se identifican con la chilenidad forjada a través de las glorias del ejército, el sacrificio de los soldados, las tradiciones y símbolos patrios, el país ha sido abofeteado en su dignidad intangible, en el patrimonio de su identidad nacional tras los ataques en contra de la figura ecuestre y la Tumba del Soldado Desconocido, situada justo debajo del monumento al general Baquedano.

Bus quemado en protestas, Santiago de Chile, octutre 2019 | Foto: Felipe y Jairo Castilla, Flickr
Santiago de Chile, Bus quemado en protestas en octubre 2019 | Foto: Felipe y Jairo Castilla, Flickr

Cabe soslayar que el monumento en cuestión nació como un símbolo de un nuevo acuerdo nacional de siglo XX, cuestión que nuevamente en Chile se debatirá durante este 2021, en el seno de la Asamblea Constituyente. Esta iniciará su trabajo luego de las elecciones del próximo 10 y 11 de abril, momento en que se escogerán a sus representantes.

Al respecto, la crispación actual en el país es una de las características principales de un fin de ciclo, un agotamiento de la legitimidad política y social que el país se dio entre la Constitución de 1980 (Junta Militar) y 2005 (presidente Lagos). El deterioro ha sido gradual y paulatino en la calidad de la democracia y del respeto por las instituciones de la República, expresado en la propia falta de respeto entre los ciudadanos.

El papel del constituyente

Esta situación demanda una salida institucional por medio del diálogo y el entendimiento en vista a un nuevo pacto social, cuestión que la elite política comprendió únicamente con posterioridad al estallido social de octubre de 2019.

El 10 y 11 de abril de 2021 Chile vivirá un día histórico por varias razones. Entre ellas cabe destacar que por primera vez se realizarán cuatro elecciones en una sola jornada. Se elegirán a concejales, alcaldes, gobernadores regionales y constituyentes.

Por tal razón, el número de papeletas y candidatos no permite el sufragio durante un día como se estaba acostumbrado. Por tanto, el Servicio Electoral resolvió que las elecciones se hagan en dos días, cuestión que en tiempos de marcada desconfianza abre interrogantes respecto de la custodia de las urnas durante la noche del 10 y la madrugada del 11. Al respecto, será el propio Servicio Electoral y las Fuerzas Armadas los responsables de la custodia.

Otra razón para la singularidad del próximo proceso electoral es que por primera vez los electores escogerán a gobernadores regionales, quienes reemplazarán a los intendentes designados por el/la presidente/a de la República. Esta elección se enmarca en el proceso que se dirige hacia la descentralización del país a través del otorgamiento de atribuciones, competencias y recursos para la toma de decisiones en el territorio.

Al respecto, la morfología del poder en Chile estaba siendo discutida desde hace décadas. Pero la inercia del centralismo había dilatado el proceso de transferencia efectiva de competencias y recursos a las regiones. Por esto la elección de gobernadores significa una primera descentralización de la representación, pero deja aún muchas preguntas relativas a sus atribuciones y capacidad decisional. Por ello, serán relevantes los acuerdos que se alcancen en materia constitucional respecto a la administración del Estado.

La Asamblea Constituyente

Por último, la Asamblea Constituyente podrá marcar la diferencia entre una nación que mantenga un nivel de crispación que valide la violencia como acción para cambios políticos y sociales, desafecta de los demás, creadora de tribus en relación con intereses particulares o guetos por parte de quienes se sientan marginados o descartados de la sociedad; o ser un puente que gracias a su inédita conformación paritaria (igualdad entre hombres y mujeres), con representantes de pueblos autóctonos, permitan un acuerdo que revitalice el alma nacional, la cual brinde una renovada validez a la democracia como un régimen conformado principalmente por valores más que procedimientos, para que finalmente nos invite, desde la diversidad, a una nueva identidad nacional, la cual nos presente una visión de sociedad en la que todos tengamos espacio.

En consecuencia, la labor del constituyente es inédita, ya que es la primera vez que (en Chile) tras una profunda crisis institucional, la elite política haya comprendido que se debía responder a través de un instrumento abierto, participativo y representativo de la ciudadanía, el cual estará encargado de acordar los cimientos de una próxima institucionalidad para la República que nos permita articular nuevamente el nosotros y el sentido de comunidad, lo que muy posiblemente sería aplaudido por el general Baquedano. Por cierto, esta vez en una clave muy distinta a la conformación de los Estados nacionales del siglo XIX, pero muy oportuno desde la necesidad de unidad, amistad cívica y sentido social.

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Jaime Abedrapo

Director del Centro de Derecho Público y Sociedad (PUBLICUSS) de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad San Sebastián, Chile. Doctor en Derecho Internacional y Relaciones Internacionales (Instituto Universitario Ortega y Gasset, España). Cientista político. Periodista

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