«El cambio es ley de vida. Cualquiera que solo mire al pasado o al presente, se perderá el futuro». Esta frase de John Fitzgerald Kennedy siempre ha resultado apropiada para formularse un cambio y parece que el Partido Popular español así lo ha entendido. Los resultados de las elecciones autonómicas y generales dieron la señal de alarma y, tras los movimientos en el seno de la formación, ahora llega un profundo cambio.
Los populares, desde el viernes 10 de julio y aprovechando su reunión de líderes llamada Conferencia Política, han comenzado a transmitir una imagen de modernización. De hecho, han apostado por un formato ágil para dicha reunión, ya que en los foros de debate limitaron las intervenciones a cinco minutos como máximo, con una novedosa puesta en escena. Los oradores dejaron el atril y los papeles donde leer su discurso, confiriéndole más frescura y solidez a sus alocuciones.
Además, cuentan con nuevo logotipo y eslogan: «X el futuro de España»; el cual interpreta la incertidumbre de amplios sectores de la sociedad española sobre qué pasaría si Podemos logra el poder. En él también se recurre a un lenguaje empleado con frecuencia en las redes sociales, las que han tenido especial protagonismo en este evento, en que los militantes pudieron plantear sugerencias por esa vía.
Pero no es una jugada meramente cosmética. Hay nuevas y jóvenes caras en lugares estratégicos de la conducción partidaria. El Partido Popular busca modernizar su imagen y atraer a los jóvenes. El objetivo es darle un espacio preponderante a Andrea Levy de 31 años, vicesecretaria de Programas y Estudios; a Pablo Casado, de 34 años, vicesecretario general de Comunicación; y a Javier Maroto, de 40, vicesecretario sectorial. Esto es cambiar la impronta del partido y reforzar los flancos débiles. Los tres se parecen más a candidatos de Ciudadanos y Podemos que a Mariano Rajoy o a Esperanza Aguirre, que ya son la vieja guardia.
El PP reaccionó con rapidez, a pesar de tener un sector de dirigentes muy conservadores y reacios al cambio. Lo curioso es que el Partido Socialista sigue paralizado, aun teniendo desde hace un año al joven Pedro Sánchez como secretario general, lo que confirma que las reacciones de cambio en política muchas veces no son producto de la juventud, sino de poder adaptarse al humor social, que no es más que saber interpretar las demandas que tiene la gente.
Esta nueva manera de presentarse del PP no le garantiza recuperar los 2.500.000 de votos perdidos o ganar las próximas elecciones, pues su imagen sufrió daños muy severos, pero muestra su deseo de seguir siendo protagonista de la política española y también de la europea. Es quizás un espejo donde deberían mirarse unos cuantos partidos latinoamericanos, que a pesar de lograr magros resultados siguen haciendo lo mismo. Sería deseable que sus dirigentes tuvieran la frase de Kennedy pegada en el espejo del baño y la releyesen cada día al levantarse.
Jorge Dell’Oro | @dellOroJorge