China, Centroamérica y la trampa de la “cooperación no reembolsable”

China, Centroamérica y la trampa de la “cooperación no reembolsable”

Bajo la promesa de que las donaciones chinas no exigen condiciones políticas, el asiático construye redes de fidelidad y ejerce su poder blando en la región.

Por: César Santos14 Jul, 2025
Lectura: 6 min.
China, Centroamérica y la trampa de la “cooperación no reembolsable”
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Después de una larga ausencia y una serie de rumores por su estado de salud, el dictador nicaragüense, Daniel Ortega, ha vuelto a aparecer públicamente. Lo hizo en una ceremonia de entrega de cooperación oficial de la República Popular China (RPC) al país centroamericano. El embajador chino, Chen Xi, anunció la donación de cien autobuses “en el marco de un paquete de asistencia no reembolsable”. También incluía proyectos de vivienda social y capacitación técnica, que, según dijo, “no están sujetos a ninguna condición política, ni imposición diplomática”.

Este paquete forma parte de la enésima entrega de cooperación no reembolsable de la RPC en Centroamérica. Dicha forma de asistencia, provista tanto en especies como en efectivo, representa un eficaz instrumento diplomático chino. Desde hace dos décadas, esto ha facilitado el alineamiento de gobiernos y élites regionales con la agenda internacional del gigante asiático. Aunque la retórica oficial repite una y otra vez la naturaleza incondicional de estas donaciones, los hechos muestran exactamente lo contrario: ayuda económica a cambio de ganancias estratégicas.

Estudiosos de la política exterior china han evidenciado que, en regiones de importancia capital para Xi Jinping, la cooperación no reembolsable ha asumido una tendencia de “objetivos políticos” crecientemente opaca. Así sucede en países del sudeste asiático, como Indonesia, o del Pacífico, como Australia. Allí, este mecanismo de financiamiento, cuando es entregado en efectivo, adopta la forma de sobornos direccionados hacia actores clave que pueden garantizar a China el acceso a mercados, recursos e infraestructuras críticas en los países receptores.

La avanzada contra Taiwán

Entre las regiones prioritarias para Pekín se encuentra también Centroamérica. Más allá del potencial control sobre áreas estratégicas, como el Canal de Panamá o de diferentes puertos en el Caribe centroamericano, China ha otorgado particular atención al debilitamiento diplomático de Taiwán. Hasta antes de 2017, Taipéi tenía en el istmo a algunos de sus principales socios internacionales, con el casi sucesivo establecimiento de relaciones entre la RPC y Panamá (2017), El Salvador (2018), Nicaragua (2021) y Honduras (2023). Pero el apoyo regional hacia su causa se ha reducido al mínimo.

¿Cómo ha logrado China esta avalancha diplomática a su favor? Entre otras posibles respuestas, una bastante convincente es la que señala a la cooperación no reembolsable. A través de esta figura, la potencia asiática ha entregado grandes sumas de efectivo y enormes proyectos de infraestructura a los países centroamericanos. No de manera desinteresada ni incondicional, sino con la exigencia de adherirse al “Principio de Una Sola China”. Esto implica el desconocimiento de Taiwán como un país soberano e independiente.

Los ejemplos de la instrumentalización diplomática de la asistencia china en Centroamérica –así como su vínculo con probables actos de corrupción– no son escasos. Desde 2007, cuando la RPC aseguró a Costa Rica como su primer socio regional en el presente siglo, la ayuda “sin condiciones” cobró protagonismo. Tras anunciar la ruptura diplomática con Taiwán, Óscar Arias hizo público que China entregaría a su gobierno 130 millones de dólares en cooperación no reembolsable. 30 millones en efectivo y 100 millones para cubrir los proyectos abandonados por Taipéi. Además, China donaría, bajo el mismo concepto, un estadio de fútbol con valor aproximado de 35 millones de dólares. Nada más y nada menos que el ahora Estadio Nacional.

Proyectos abandonados por Taiwán

Ante tal situación, el expresidente taiwanés, Chen Shui-Bian, afirmó que, de acuerdo con reportes de inteligencia, China habría sobornado al gobierno costarricense para romper vínculos con la isla, por medio de una suma cercana a los 420 millones de dólares. Denuncias similares volverían a rondar una década más tarde. Fueron en contra de Juan Carlos Varela, expresidente panameño encargado de establecer relaciones oficiales entre su país y la potencia asiática.

Ciertamente, en 2018, cuando Varela formalizó lazos con China, el gigante asiático volvió a comprometer numerosos acuerdos de cooperación no reembolsable. Entre ellos, uno en materia educativa del cual no se conocían, hasta el momento, cifras detalladas. Un año más tarde, sin embargo, la prensa local expuso, en medio del escándalo de los Varelaleaks, un chat entre el exmandatario y el entonces administrador del Canal de Panamá. Se sugería que el billón de yuanes –unos 138 mil millones de dólares– desembolsado por Pekín para dicho proyecto habría sido entregado a cambio de la ruptura de relaciones con Taiwán.

Fidelidad a cambio de billetes

La experiencia de Nayib Bukele es reveladora. Tras una etapa inicial de profunda cercanía con Washington, el giro autoritario de su gobierno provocó un rápido deterioro del vínculo bilateral. Esto lo obligó a acercarse sin titubeos a China. Se convirtió en un contexto de confrontación con la administración Biden. Hubo señalamientos directos del Departamento de Estado contra figuras clave de Nuevas Ideas por corrupción y vínculos con el crimen organizado. Así, la RPC encontró terreno fértil para estrechar lazos con el presidente salvadoreño.

A cambio de un enorme paquete de cooperación no reembolsable otorgado a Bukele en 2021 —de 500 millones de dólares— Pekín consolidó su presencia en el país mediante obras de alto impacto mediático. Por ejemplo, la Biblioteca Nacional o el muelle del Puerto La Libertad. También se posicionó como un socio estratégico dispuesto a no cuestionar ni interferir en la política interna, ganando la partida al gobierno de Biden. Como declaró la Embajada china en El Salvador tras el anuncio de dicha ayuda: “China brinda (…) asistencia a los países en desarrollo en todo el mundo, y estos proyectos no implican ninguna condición política, ni consideración geopolítica”.

Los frutos de esta estrategia ya son visibles para el régimen chino. Si bien Bukele ha reforzado, durante su nuevo mandato anticonstitucional, la colaboración con Estados Unidos en temas migratorios y de seguridad, la amistad con China continúa desarrollándose en las narices de Trump. Como prueba de ello está la reciente inauguración de la Escuela de Formación Política de Nuevas Ideas, que ha sido impulsada por el PCCh y pretende fungir como un espacio para la promoción del poder blando chino, según reportes de Expediente Público y otros medios.

Cooperación sin condiciones políticas

La cooperación no reembolsable que China ofrece a Centroamérica ha demostrado ser una vía para debilitar el reconocimiento internacional de Taipéi. Pero, además, es una herramienta estratégica de alineamiento prolongado. Bajo la promesa de que sus donaciones no exigen condiciones políticas, Pekín ha logrado construir redes de fidelidad que perduran más allá de los cambios de gobierno y que reconfiguran las prioridades internacionales de los países receptores.

Mediante dádivas de cooperación no reembolsable, la RPC puede obtener la fidelidad a largo plazo de algunos gobiernos clientes. Mismo caso que el de Nicaragua, donde este tipo de asistencia también cumple una función clave en la consolidación del vínculo con el régimen Ortega-Murillo. En un contexto de creciente aislamiento internacional y sanciones, Pekín se presenta, nuevamente, como un aliado estratégico dispuesto a brindar respaldo económico sin exigencias democráticas ni condiciones políticas explícitas. Así, bajo la retórica de la no injerencia, China asegura la lealtad del gobierno nicaragüense y refuerza un modelo autoritario funcional a sus intereses geopolíticos en Centroamérica.

César Santos

César Santos

Investigador en Expediente Abierto. Especializado en el estudio del iliberalismo y la influencia de China en Centroamérica.

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