La nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSS 2025) redefine su política exterior con un enfoque centrado en el hemisferio occidental y la defensa estricta del interés nacional. Dentro de sus directrices, que regirán la política general del gobierno norteamericano en el mundo, América Latina se convierte en terreno de competencia estratégica.
El documento prioriza la contención de potencias extra hemisféricas como China y Rusia, refuerza el control migratorio y apuesta por la reconfiguración de cadenas de suministro mediante nearshoring en América Latina. Este giro doctrinal, que revive la lógica de la Doctrina Monroe, plantea oportunidades económicas para la región, pero también debates en soberanía y autonomía, en un contexto marcado por tensiones geopolíticas y competencia tecnológica.

Un giro doctrinal
La NSS 2025 marca una ruptura con el enfoque globalista y multilateral que caracterizó la política exterior estadounidense desde los años noventa. El documento abandona la narrativa de liderazgo benevolente y adopta un marco realista centrado en la defensa estricta del interés nacional, bajo el principio rector “America First”. Este cambio implica priorización selectiva, autosuficiencia económica y militar, y una visión soberanista que redefine las relaciones internacionales.
¿Cuáles son las claves?
- Reafirmación de la Doctrina Monroe
El hemisferio occidental ocupa un lugar central. La estrategia introduce el “Corolario Trump”, que busca restaurar la preeminencia estadounidense en América Latina, contener la influencia de potencias extra hemisféricas (China y Rusia) y garantizar el control de rutas críticas como el Canal de Panamá. - Seguridad fronteriza y migración
La migración masiva se define como amenaza primaria. Se plantea reforzar fronteras y autorizar operaciones en terceros países para frenar flujos migratorios, vinculando este fenómeno con narcotráfico y crimen organizado. - Competencia económica y tecnológica
Frente a China, la NSS apuesta por contención económica sin confrontación militar, mediante innovación tecnológica y reconfiguración de cadenas de suministro. Se promueve el nearshoring y friendshoring en América Latina para reducir dependencia asiática. - Reducción del intervencionismo global
Se prioriza el hemisferio occidental sobre escenarios como Oriente Medio y África, y se cuestiona la utilidad de compromisos multilaterales (Acuerdo de París, foros globales). - Control de recursos estratégicos
La estrategia busca impedir que actores no hemisféricos controlen puertos, infraestructura crítica y minerales esenciales para la transición energética. - Distancia con Europa
La nueva visión internacional pone en cuestión la histórica alianza de EEUU con Europa, que marcó la ruta de Occidente tras la Segunda Guerra Mundial hasta la fecha. El presidente republicano cuestiona la posición de Europa ante la guerra en Ucrania y la política migratoria del bloque, dibujando un cuadro apocalíptico sobre la civilización europea.

¿Qué implica para Latinoamérica?
- Mayor presión geopolítica
Países latinoamericanos enfrentan un escenario donde EEUU condicionará cooperación económica y de seguridad a la alineación con su agenda hemisférica. Esto incluye restricciones a inversiones chinas en telecomunicaciones, puertos y minería. - Oportunidades económicas
La NSS abre espacio para integrar manufacturas, agroindustria y servicios en cadenas de suministro dirigidas al mercado estadounidense. Colombia, por ejemplo, es catalogada como “socio amigo” prioritario, con potencial en infraestructura, ciberseguridad y minerales críticos. - Riesgos en soberanía y autonomía
La reinterpretación de la Doctrina Monroe plantea tensiones sobre la autonomía regional. El uso de instrumentos como presencia militar, condicionalidad económica y sanciones podría generar fricciones diplomáticas y debates sobre injerencia. - Migración y seguridad interna
El énfasis en frenar migraciones masivas anticipa mayores controles en pasos como el Darién y cooperación en retornos, lo que impactará en políticas migratorias y derechos humanos en la región. - Relación con China y Rusia
América Latina se convierte en terreno de competencia estratégica. Proyectos vinculados a infraestructura crítica y tecnología serán objeto de escrutinio, limitando márgenes para la diplomacia multi alineada.
Desarollo con condiciones
La relación entre Estados Unidos y América Latina ha estado históricamente marcada por intervenciones, recelos y desequilibrios de poder. Si bien existen lazos económicos y culturales, así como dependencias y vínculos derivados del flujo de millones de migrantes, el legado de injerencias pasadas y la percepción de dependencia han alimentado un escepticismo profundo en la región respecto a las verdaderas intenciones de Washington. Sin embargo, existe también un pragmatismo ampliamente extendido que acepta la hegemonía estadounidense, ya que promete estabilidad económica y posibilidades de ascenso social, aunque ello implique someterse a los intereses de EEUU.
Conviene subrayar que tanto la Doctrina Monroe como su reciente actualización responden, ante todo, a intereses nacionales estadounidenses, no a una visión panamericana compartida. La NSS es clara: el desarrollo hemisférico es bienvenido solo en la medida en que no contradiga los objetivos estratégicos de Estados Unidos. El crecimiento regional, por tanto, queda supeditado a la óptica de seguridad y prosperidad de la potencia del norte.
La NSS no se queda en el plano discursivo: bajo la actual administración, la presencia estadounidense en América Latina se ha intensificado, tanto en el ámbito empresarial como en el político y estratégico-militar. La tensión naval en el Caribe, la presión sobre Panamá para limitar la influencia china en infraestructuras estratégicas o los incentivos económicos condicionados a la afinidad política son ejemplos palpables de que la estrategia ya está en marcha. América Latina se convierte así en un tablero de competencia real.

¿Aspectos positivos?
El renovado compromiso de EEUU con la región podría ser positivo si contribuye a consolidar la democracia, el Estado de derecho y una economía de mercado robusta. La estrategia estadounidense es tajante en su rechazo a la presencia de China, Rusia e Irán en el continente, considerando sus actividades como amenazas directas. No obstante, el documento omite un reconocimiento positivo al papel de Europa en la región. Indirectamente, Europa es considerada socia en la medida en que su actuación no entre en conflicto con los intereses de Washington.
Ante este escenario, Europa y América Latina comparten raíces históricas, culturales y filosóficas. La visión de democracia y Estado de derecho es, en gran medida, un patrimonio común a ambos lados del Atlántico. En un mundo dominado por grandes potencias que desconfían del multilateralismo, la alianza euro-latinoamericana puede convertirse en un contrapeso relevante. Por tanto, parece que el contexto apremia el momento de que ambas regiones profundicen su cooperación, apoyándose en valores compartidos y defendiendo un orden mundial basado en normas y reglas internacionales.
En definitiva, el renovado interés estadounidense puede abrir puertas, pero exige a América Latina y a Europa actuar con realismo, sin falsas expectativas y con una visión clara de sus propios intereses y valores.
Algunas conclusiones
La NSS 2025 redefine la política exterior estadounidense con un enfoque hemisférico, pragmático y soberanista. Para América Latina, esto significa un escenario dual: oportunidades en comercio e inversión bajo esquemas de nearshoring, pero también riesgos de subordinación estratégica y tensiones por la exclusión de actores extra hemisféricos. Los países deberán equilibrar su cooperación con EEUU y preservación de autonomía, en un contexto donde la seguridad se entrelaza con economía, migración y geopolítica. Una oportunidad puede estar en profundizar el acercamiento con Europa, sin embargo, queda mucho trabajo por hacer.
