Vacío de poder: ¿quién llena el espacio que deja Estados Unidos?

La nueva Asamblea General de la ONU reveló un multilateralismo fragmentado. El repliegue de Estados Unidos abre espacio a potencias emergentes, mientras Europa y América Latina buscan una estrategia común frente a crisis globales.

Por: Víctor Salmerón6 Oct, 2025
Lectura: 6 min.
Vacío de poder: ¿quién llena el espacio que deja Estados Unidos?
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) deja un balance incómodo para Europa y América Latina. Estados Unidos, anfitrión y país que monopolizó la atención, ya no actúa como un socio firme para impulsar la cooperación internacional. La agenda global podrá seguir avanzando, pero lo hará sin el respaldo irrestricto de la primera potencia mundial, que recorta su financiamiento.

Donald Trump exhibió una visión que renuncia a la búsqueda de consensos frente a desafíos vitales como la migración, el cambio climático o la defensa de los derechos humanos.

Washington ha adoptado una interpretación binaria del mundo. Inmigrantes que invaden países prósperos, energía eólica que amenaza la industria del carbón y organismos que promueven agendas percibidas como hostiles a sus intereses. Bajo esa lógica, Estados Unidos se ha retirado del Consejo de Derechos Humanos, de la Organización Mundial de la Salud y de la Unesco, y ha congelado los fondos destinados a la ONU y sus agencias, mientras conduce una revisión orientada a una drástica disminución de su aporte financiero.

Repliegue de Estados Unidos

El repliegue de Estados Unidos en el orden multilateral abre una ventana de oportunidad para que actores, nada neutrales, intenten reconfigurar la ONU en función de sus propios intereses. El New York Times reportó que Qatar, pese a sus antecedentes en materia de derechos laborales, propone alojar oficinas de la Organización Internacional del Trabajo. Ruanda aspira a convertirse en sede permanente de un campus de Naciones Unidas; y Rusia sugiere limitar el tiempo de intervención de organizaciones civiles para reducir costos en audiencias.

China, por su parte, opta por ampliar su influencia a bajo costo. En Ginebra, epicentro de la diplomacia internacional en derechos humanos, se ha aliado con Cuba, Irán, Rusia y Venezuela para impulsar propuestas que recorten las investigaciones sobre violaciones graves en esta materia, amparándose en la reducción de gastos.

Donald Trump en Asamblea General de la ONU. 2025. Fuente: Presidencia EEUU
Donald Trump en Asamblea General de la ONU. 2025. Fuente: Presidencia EEUU

La postura de la administración de Donald Trump ante la ONU revela una visión que en lugar de fortalecer los mecanismos multilaterales privilegia una lógica de alianzas basada en la afinidad política, como lo demuestra el anuncio del respaldo financiero a la Argentina de Javier Milei. Ese apoyo no responde a criterios técnicos ni a una evaluación estratégica del papel regional de Buenos Aires. Se debe al culto de lealtades que rige la política exterior de Washington.

A diferencia del rescate a México en los años noventa —justificado por la vecindad, el comercio bilateral y el impulso democrático—, Argentina no representa un socio prioritario para Estados Unidos. Su economía es marginal en términos de intercambio comercial y su peso relativo en la región es limitado. Sin embargo, Milei se ha convertido en una figura emblemática del credo económico trumpista, celebrada en foros conservadores y proyectada como estandarte de una agenda que combina ajuste fiscal, desregulación y confrontación ideológica.

El ¿vacío? de Estados Unidos

Aunque la administración Trump cuestiona el sistema multilateral, no lo abandona por completo. Washington mantiene vínculos con instituciones clave —ONU, el FMI o el Banco Mundial—. Empero, exige reformas que acoten su alcance normativo y las reorienten hacia funciones básicas como la estabilidad financiera y la seguridad internacional, excluyendo temas que considera ideológicos o secundarios, como el cambio climático o la equidad de género.

La respuesta al vacío que deja esta agenda comienza a delinearse, aunque aún no está claro si logrará trascender los discursos y los gestos simbólicos. Líderes europeos, como el francés Emmanuel Macron, defendieron en la necesidad de preservar la organización y construir un multilateralismo eficaz.

Las bases existen. La Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial, celebrada en París en junio de 2023, reunió a más de cien delegaciones y dio lugar al “Pacto de París por los Pueblos y el Planeta” (4P), una propuesta que busca conciliar la lucha contra la pobreza con la acción climática. Aunque ya cuenta con el respaldo de 57 Estados, sus avances concretos siguen siendo limitados frente a la magnitud de los desafíos.

Posiciones latinoamericanas

El mandatario chileno, Gabriel Boric, defendió un compromiso sin ambigüedades con la democracia y propuso llevar al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ante un tribunal internacional. El presidente brasileño, Lula da Silva, subrayó la urgencia de enfrentar el cambio climático y planteó la necesidad de refundar la Organización Mundial de Comercio. El colombiano Gustavo Petro adoptó posiciones más radicales: reivindicó el socialismo de Stalin y propuso conformar un “ejército de la salvación mundial” para liberar Palestina.

Asamblea general de la ONU. 2025. Fuente: Naciones Unidas

La participación de los gobernantes de la región puede resurmirse en denuncias, los llamados a reformar la ONU y propuestas simbólicas como la candidatura de Michelle Bachelet . Pero la región no logró articular una hoja de ruta común ni mecanismos precisos para impulsar un multilateralismo renovado.

Pese a las coincidencias en los diagnósticos y en la defensa del multilateralismo, la región no logró articular una hoja de ruta común. Tampoco, mecanismos concretos para incidir en la reforma del sistema internacional.

Europa y China

Más allá de la plataforma 4P, América Latina podría apoyarse en la cooperación para el desarrollo ofrecida por países europeos como Alemania, cuyo canciller Friedrich Merz, impulsa una política exterior renovada. Aunque centrada en la seguridad, esta estrategia contempla asociaciones estratégicas en pie de igualdad, en las que países como Brasil, México y Argentina figuran como socios relevantes tanto en lo económico como en lo político.

Mientras tanto, China también mueve sus piezas. En contraste con el distanciamiento de Estados Unidos respecto a la agenda ambiental, Pekín ha optado por reafirmar su adhesión al Acuerdo de París. El anuncio de Xi Jinping ante la ONU —una reducción de entre el 7% y el 10% de sus emisiones para 2035 y un impulso a las energías renovables— marca la primera vez que el principal emisor mundial fija una meta concreta de recorte.

Aunque el plan es modesto y condicionado al momento en que se alcance el pico de emisiones, representa una señal política clara frente a los ataques de Washington a la ciencia y al multilateralismo ambiental.

La Asamblea General de la ONU dejó en evidencia que el multilateralismo ya no se sostiene por inercia ni por liderazgo automático. Frente al repliegue de Estados Unidos, el impulso limitado de Europa y los movimientos tácticos de potencias como China, el sistema internacional exige mucho más que discursos encendidos y gestos simbólicos.

Víctor Salmerón

Víctor Salmerón

Periodista. Autor de los libros Petróleo y Desmadre y La Economía del Caos.

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