En 2025, el mapa ideológico de América Latina registró algunos cambios relevantes. De las cuatro elecciones presidenciales que hubo este año, en todas ganaron candidatos de derecha. ¿La región comenzó una nueva ola conservadora?
Para el politólogo Daniel Zovatto los movimientos se encausan en el marco del superciclo electoral (2025-2027) que abarca 11 proceso electorales presidenciales y legislativos.
El triunfo de figuras relevantes para la derecha política regional como José Antonio Kast en Chile o Rodrigo Paz en Bolivia —que puso fin a dos décadas del Movimiento al Socialismo de Evo Morales y Luis Arce— muestran que la región se encuentra ante un escenario distinto. Estas derechas intentan mostrarse más pragmáticas y han llegado al poder a lomo de la búsqueda de soluciones a problemas elementales que son responsabilidad del Estado: seguridad y economía.
Continuidad en Ecuador y Surinam
El año electoral inició en Ecuador, con la reelección de Daniel Noboa desplanzando a la candidata del correísmo Luisa González. A pesar de sus múltiples dificultades en la gestión de la crisis de violencia que azota al país y problemas en servicios públicos clave como la electricidad y el agua, Noboa logró retener el gobierno. Sin embargo, fracasó en su intención de aprobar vía referendum varias propuestas estructurales, como convocar una Asamblea Constituyente, eliminar el financiamiento público a los partidos, permitir bases militares extranjeras y reducir el tamaño del Parlamento. Este nuevo periodo representa un desafío enorme para la gestión de Noboa, un aliado de Donald Trump en la región.
Surinam también tuvo elecciones presidenciales, aunque no se considera parte de América Latina. Si bien el país se mantuvo en la izquierda, la victoria de Jennifer Simons (Partido Nacional Democrático) representó el retorno del bloque nacional-popular, desplazando al perfil más reformista y liberal del gobierno de Chan Santokhi. Es, en todo caso, una izquierda que ha estado vinculada con el chavismo en Venezuela y el castrismo en Cuba.
¿Dónde hubo giros ideológicos?
Las experiencias más llamativas para el mapa ideológico fueron los giros de la izquierda hacia la derecha. El caso más emblemático ocurrió en Bolivia, donde el triunfo de Rodrigo Paz (Partido Demócrata Cristiano) abre una nueva etapa orientada a un modelo promercado, menos estatista y más favorable a la inversión privada.
En Honduras, el regreso del Partido Nacional con la victoria de Nasry Asfura refleja el desgaste del proyecto del izquierdista LIBRE y la presidenta Xiomara Castro, sobre todo por el impacto de la inseguridad y el narcotráfico.

Chile cerró el ciclo electoral de 2025 con un apabullante triunfo de José Antonio Kast sobre la comunista Jeannette Jara. La baja aprobación del gobierno de Gabriel Boric y las distintas divisiones internas y crisis de la administración nacional, sirvieron para catapultar al candidato de derecha y consolidar un avance importante en la región. Kast, además, se muestra como una figura afín a Donald Trump. En los tiempos que corren, así como ya lo ha hecho Javier Milei en Argentina, representa un alineamiento que modifica el panorama geopolítico.
Perú sigue siendo un caso excepcional, atravesado por una crisis institucional y una transición de momento sin elecciones. Tras la destitución de Dina Boluarte, la asunción interina de José Jerí y Somos Perú marca la consolidación de un perfil derechista, aunque sin mandato electoral pleno y sobre una institucionalidad profundamente debilitada.

¿Por qué tanto cambio político?
El bajo crecimiento económico, la inflación persistente y el endeudamiento elevado han debilitado la capacidad de los gobiernos para responder a las demandas sociales. Al mismo tiempo, la creciente dependencia del comercio global ha vuelto a las economías latinoamericanas más vulnerables a los vaivenes externos, generando frustración en amplios sectores de la población.
A esta fragilidad se suma un segundo factor decisivo que ayuda a comprender los cambios del mapa ideológico: la expansión del crimen organizado, el narcotráfico y el aumento de la violencia urbana se han convertido en uno de los factores más decisivos del cambio político. En numerosos países, la inseguridad ha pasado a dominar la agenda electoral y ha favorecido discursos de mano dura, orden y control.
Sobre este telón actúan problemas de la corrupción estructural, junto con la desigualdad social y la debilidad de los servicios públicos, que ha profundizado el descontento ciudadano. Esta combinación de malestar social, pérdida de confianza institucional y fatiga política ha impulsado el voto de castigo y la búsqueda de alternativas, tanto hacia la derecha como hacia la izquierda.

Avance de la derecha
En el balance regional de 2025 se evidencia el fortalecimiento de las llamadas “nuevas derechas” en varios países. Se trata de fuerzas políticas que combinan un discurso de orden y seguridad, la promesa de mano dura contra el crimen y el narcotráfico, un perfil económicamente liberal y una retórica que puede versar, dependiendo del caso, entre la antipolítica, anticorrupción y antiélites. A diferencia de las derechas tradicionales, estos proyectos no siempre se estructuran en partidos históricos, sino que suelen adoptar formas personalistas, populistas o disruptivas. Por ejemplo, Javier Milei en Argentina, Nayib Bukele en El Salvador o Daniel Noboa en Ecuador.
Para el politólogo Zovatto, hay tres elementos a considerar al analizar los giros ideológicos u alternancias: la gestión de los gobiernos (premiados o no en las urnas), la capacidad de la oposición para percibirse como una alternativa real y los cambios en las agendas ciudadanas (que hoy preferencia la agenda conservadora).
Al mismo tiempo, la izquierda atraviesa una crisis profunda. La socialdemocracia y los sectores identificados con el progresismo han perdido capacidad de movilización y de seducción, especialmente entre los sectores populares.
En definitiva el mapa ideológico de la región se movió hacia un escenario marcadamente polarizado, caracterizado por el enfrentamiento entre proyectos de derecha y otros asociados a la izquierda con un perfil debilitado. La línea que hace un corte transversal es que tenemos electorados cada vez más volátiles, un debilitamiento de los partidos tradicionales y un uso intensivo de discursos emocionales, identitarios y de confrontación.
La continuación del ciclo
En 2026 habrá elecciones en Costa Rica, Colombia, Brasil y Nicaragua, mientras que en 2027 habrá presidenciales en Argentina, El Salvador y Guatemala.
En paralelo, Donald Trump presentó su Estrategia de Seguridad Nacional y corolario de la Doctrina Monroe, documentos en los que muy explícitamente señala que está dispuesto a colaborar con gobiernos de su afinidad ideológica.
