Daniel Noboa continúa siendo el presidente de Ecuador. Por un margen sorprendente de más del once por ciento el joven jefe de Estado pudo imponerse en la segunda vuelta de las elecciones a su contrincante populista de izquierdas, Luisa González. La negativa de la perdedora en reconocer su derrota deja en evidencia una vez más la gran polarización del país.
Después de elecciones pacíficas, esta división en dos bandos es uno de los mayores retos que deberá enfrentar el ganador de las elecciones, junto con la lucha contra el crimen organizado y la difícil situación económica.
Enorme diferencia de votos
Cuando el Consejo Nacional Electoral anunció una «tendencia irreversible» a favor del presidente Daniel Noboa pocas horas después del cierre de los colegios electorales el pasado 13 de abril, sus partidarios estallaron en júbilo. La victoria de 55,65% sobre 44,35%, tras haberse escrutado el 99% de los votos, fue mucho más clara de lo que habían pronosticado todas las encuestas. El resultado electoral ajustado que se esperaba había suscitado preocupación general de que las elecciones pudieran tener repercusiones desagradables en forma de impugnaciones, lo que iría en detrimento de la democracia ecuatoriana.
El contundente resultado a favor del actual presidente Daniel Noboa es incuestionable, pero no debe interpretarse como una aprobación total de sus políticas por parte de los votantes. Demuestra más bien, que los ecuatorianos, a pesar de todas sus críticas al gobierno, claramente no quieren volver al «socialismo del siglo XXI» y a su figura ecuatoriana, Rafael Correa de cuya sombra omnipresente no pudo salir la candidata presidencial derrotada, Luisa González. La resistencia del correísmo a reconocer el resultado electoral en la noche de los comicios parece más que cuestionable a la luz de la clara ventaja de Noboa, de más de un millón de votos.
Campaña electoral
Mientras que de cara a la segunda vuelta electoral Noboa apostaba claramente por mantener el dólar como medio de pago, una mayor apertura hacia EE UU y una lucha sin cuartel contra el crimen organizado, González defendía un rumbo completamente distinto. Cuestionó la dolarización de Ecuador y propuso el reconocimiento del régimen de Maduro en Venezuela con la reanudación de relaciones diplomáticas. En cuanto a la lucha contra la delincuencia relacionada con el narcotráfico, quiso seguir el ejemplo del expresidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, cuya política de «abrazos, no balazos» fue más un simulacro de pacificación y un modus vivendi con las bandas de narcotraficantes que un enfoque real de la cuestión.

El hijo del empresario Álvaro Noboa quien gracias a una elección extraordinaria tras el fin del gobierno del expresidente Guillermo Lasso ha estado en el poder desde noviembre de 2023, se ha caracterizado por un enfoque pragmático en su corto tiempo en el poder.
Lucha contra la delincuencia
Su gobierno priorizó las medidas concretas y de alto perfil, particularmente en la lucha contra la delincuencia, sobre el discurso ideológico. Sin embargo, debido a su corta duración en el cargo, muchas de sus acciones se caracterizaron más por la táctica de campaña que por la estrategia. Luisa González, por el contrario, intentó vincular su programa al legado del expresidente Rafael Correa (2007-2017), pero con ciertos matices y distanciamientos estratégicos. En particular, fue crítica con la Ley de Comunicación (también conocida como «ley mordaza»), que sirvió de base para la persecución de periodistas y medios de comunicación durante el mandato de Correa.
En las semanas previas a la segunda vuelta, la campaña electoral se centró en la economía, la seguridad y el crimen organizado.
No faltaron las acusaciones mutuas y, con demasiada frecuencia, las polémicas prevalecieron sobre los argumentos. Urgen planes en vista de que la situación de seguridad sigue siendo catastrófica, en la que cada hora gente pierde la vida violentamente y los índices de secuestro en el país han aumentado un 73,9% en comparación con 2023-2024.
Habilidad para el marketing
Al igual que en la primera vuelta, la mayoría del electorado de entre 18 y 29 años votó a favor de Noboa, de 37 años. La participación general fue del 83,76%, alrededor de dos puntos porcentuales más que en la primera ronda.
En un país donde mucha gente ha perdido la fe en la política y sus representantes, Noboa aún parece albergar esperanzas de superar las situaciones disfuncionales, las élites caducas y el correísmo. Con su presencia en las redes sociales y una renovada autopresentación con figuras gigantes de papel maché distribuidas por todo el país, logró una vez más una fuerte presencia pública. Se podía ver a gente de todas las edades y clases sociales recorriendo las calles de la capital, Quito, por ejemplo, tomándose selfies con los noboas de cartón piedra, que luego se compartieron millones de veces en las redes sociales.

Con estos trucos de marketing, su apariencia decidida y juvenil, y el temor de gran parte del Ecuador a un retorno del correísmo, Noboa pudo ampliar su ventaja en comparación con la prácticamente indecisa primera vuelta electoral del 9 de febrero. Así, ganó cinco provincias que antes habían sido para Luisa González: El Oro, Guayas, Imbabura, Orellana y Santo Domingo de los Tsáchilas.
Grandes obras pendientes
El triunfo electoral de Noboa significa sólo un breve respiro para Ecuador en una situación que sigue siendo tensa. Los retos siguen siendo enormes. La nueva Asamblea Nacional elegida en febrero está dividida en dos grandes bloques que apoyan a Noboa y González (es decir a Correa). También hay una serie de bloques más pequeños y diputados individuales, de cuyo apoyo dependerá Noboa debido a la falta de una mayoría propia. Noboa tendrá que demostrar su capacidad de acción y hacer propuestas políticas convincentes para lograr una gobernabilidad al servicio del bien común. El futuro del país dependerá de cómo logre identificar los puntos de consenso y enfrentar los desafíos estructurales. En este contexto, las iniciativas técnicas y apartidarias que logren focalizar las prioridades nacionales del país ofrecen una oportunidad.
Un déficit nacional de más de 3.500 millones de dólares, una elevada deuda externa y muy pocas fuentes de ingresos sostenibles para el Estado dificultarán el gobierno. A ello hay que agregar el pago de la deuda y las difíciles renegociaciones con el Fondo Monetario Internacional sobre la concesión de nuevos préstamos. Por lo tanto, el nuevo gobierno también debe aspirar a crear puestos de trabajo y lograr que la gente tenga un empleo regular. Alrededor del 70% de la población sigue viviendo del sector informal. Dicho de otra forma, sólo alrededor del 30% de la población trabaja en el marco de una relación laboral formal y paga impuestos regularmente.
La crisis de energía
De la misma forma, el presidente deberá desarrollar una estrategia coherente de reorganización del sistema energético para evitar los cortes de electricidad de varias horas que asolaron el país el año pasado. Un sistema de suministro que depende principalmente de la energía hidroeléctrica, unas infraestructuras deterioradas y la falta de diversificación de la oferta energética penden como una espada de Damocles y pronto podrían ganarle el resentimiento de la población.
Por último, pero no menos importante, el gobierno de Noboa deberá hacer frente al enorme problema de seguridad asociado al crimen organizado y a diversas formas de actividad económica ilegal.

Europa y Estados Unidos
El apoyo de los Estados Unidos y la cooperación internacional en general desempeñarán un papel importante en este sentido. Sin embargo, también es necesaria una estrategia clara y sostenible de legislación antimafia por parte del gobierno. También se necesitan propuestas concretas para eliminar los elementos criminales de los órganos del aparato de seguridad del Estado, parcialmente infiltrados.
Para Europa y Alemania, la victoria de Noboa y el mandato de cuatro años resultante representan una gran oportunidad para abordar el fenómeno de la delincuencia organizada en forma estructurada mediante la cooperación coordinada con los aliados internacionales. Noboa quiere acercar su agenda a la de Estados Unidos, especialmente en las áreas de seguridad y comercio. En cuanto a la Unión Europea, el fortalecimiento de la cooperación y la inversión en áreas como el medio ambiente y la energía también podría ser crucial para la futura positiva orientación multilateral de su gobierno.
Un signo de esperanza es el claro apoyo de Noboa a la iniciativa de seguridad portuaria lanzada por EUROPOL. También, a los proyectos de la UE para promover una reforma penitenciaria integral y la lucha contra la mafia.

¿Socio estable?
La cooperación en materia comercial, económica y de seguridad podría convertir a Ecuador en un socio estable en la región andina frente a sistemas autoritarios de izquierdas como Cuba, Venezuela o Nicaragua. Esto es especialmente importante en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Sobre todo, teniendo en cuenta que más del 70% de todas las exportaciones de cocaína llegan a Europa a través de puertos ecuatorianos.
Sin embargo, sin una clara toma de conciencia ética de los europeos sobre el drama y los efectos del narcotráfico en Ecuador y América Latina, la situación en el país andino no mejorará. Por el contrario, empeorará por el efecto demanda, con todas las consecuencias sociales para la población.
Una prueba de fuego para la capacidad de acción de Daniel Noboa podría ser su promesa de iniciar un nuevo proceso constitucional. Las instituciones ecuatorianas siguen inhibidas por el legado autoritario de la Constitución de Rafael Correa, vigente desde 2008. Un proceso transparente con la participación de la sociedad civil podría dar legitimidad a Noboa y ayudar al país a dejar finalmente atrás el legado de Correa.
Publicado originalmente en alemán por KAS Ecuador. Traducción de Manfred Steffen, Diálogo Político.