Argentina tendrá su elección legislativa de medio término el 26 de octubre próximo. Será una instancia muy especial por varias razones.
En primer lugar, porque representa el primer test electoral del presidente, Javier Milei, quien lleva 20 meses en el cargo. En segundo término, está aplicando un duro ajuste económico para ordenar macroeconomía del país. Esto convierte los comicios en un gran plebiscito sobre su programa de estabilización. Y, en tercer lugar, porque es el gobierno políticamente más débil desde el regreso a la democracia, lo cual lo ha obligado a maniobrar para llevar adelante sus reformas, aunque de manera más acotada. Todas esas características generan un gran interrogante sobre un fenómeno político inédito.
La principal oposición es el peronismo y kirchnerismo, que se impuso en la primera vuelta presidencial de 2023. Por lo tanto, es la primera minoría en ambas cámaras del Congreso. El otro gran sector opositor era la coalición Juntos por el Cambio, que la integraba sobre todo el PRO —partido liderado por el exmandatario Mauricio Macri— y la histórica Unión Cívica Radical. Curiosamente, los gobernadores que respondían a dicha alianza suman 10 sobre los 24 distritos en los que se divide el país.
Tensiones entre el gobierno nacional y las provincias
Del total de mandatarios provinciales, el gobierno nacional ha tenido una relación dialoguista con unos 16. Es decir, dos tercios del total. Buena parte de estos 20 meses el oficialismo ha ido estableciendo negociaciones ad hoc en función de las circunstancias. Esto le ha permitido manejar una gobernabilidad bastante razonable. Sin embargo, en los últimos dos meses la relación se enturbió. Los gobernadores se quejan de que el Poder Ejecutivo Nacional retiene fondos que les corresponde por ley, además de que no se sienten adecuadamente retribuidos por los favores políticos que le han hecho al presidente en el Congreso. En la jerga autóctona se lo califica de “mal pagador”.
Este es un dato muy relevante dada la fragmentación política que están experimentando todas las fuerzas opositoras. Los 24 mandatarios provinciales acordaron presentar en el Senado dos proyectos de ley: uno que les restituyen recursos y otro que distribuye dinero que el gobierno nacional usa para asistencias en casos especiales, y que no está utilizando. Las dos leyes ya tuvieron su aprobación en la Cámara Alta y se están tratando en la Cámara Baja. Milei ha dicho que estos y otros proyectos de ley serán vetados. Esto obliga al Congreso a insistir con los dos tercios para rebatir el veto presidencial.
Alianzas electorales
En este marco se han cerrado alianzas para la elección del 26 de octubre. Todavía resta la definición de candidaturas y la presentación de partidos que no vayan en coalición alguna. Por lo tanto, de los 16 gobernadores dialoguistas, La Libertad Avanza (LLA) —oficialismo nacional— solo llegó a acuerdos con cinco de ellos. Con el resto no pudo o no quiso.
PRO entró en alianza con LLA en dos distritos claves —la capital y la provincia más grande— pero no van de la mano en la gran mayoría. El partido de Macri hizo lo único que podía hacer en estas circunstancias: ser socios minoritarios de una coalición potencialmente ganadora. No tenía mucho sentido ser el accionista mayoritario de algo condenado a la derrota, como ya pasó en la elección local de la capital nacional en mayo. Dicha fuerza atraviesa una situación compleja: sus dos exprecandidatos presidenciales dejaron de pertenecer por disidencias políticas con el líder.
El peronismo también experimenta muchos conflictos internos. Solo controla cinco distritos que responden a la conducción de Cristina Kirchner. El resto ha desarrollado movimientos políticos provinciales que responden a líderes locales. La fragmentación también toca al propio kirchnerismo, dado que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y varios intendentes poderosos han armado una disidencia respecto a la expresidenta, aunque no haya diferencias ideológicas sustantivas. Otro conflicto lo plantea el exprecandidato presidencial Juan Grabois, que obtuvo casi 6% de los votos en la primaria nacional de 2023. Sintetizando, se presenta en unidad en 18 de los 24 distritos.
Una novedad importante la constituye la entente de cinco gobernadores dialoguistas, entre los que se cuentan dos de los cinco distritos más grandes. Hicieron un llamado a un “Grito Federal” que se denominará Provincias Unidas. Intentarán expresar una oposición moderada a Milei, con fuerte acento en la defensa de los intereses de las provincias. Si bien es probable que estén lejos de terciar entre el peronismo y LLA, colaborará con una imagen menos polarizada del escenario nacional al final del camino. Lograron inscribir dicha coalición en 15 provincias.
¿Ventajas para el libertario?
El gobierno nacional corre con viento a favor dados los logros económicos, sobre todo el éxito en la lucha contra la inflación y la ausencia de alternativas al modelo económico de Milei. A eso se suma el mal recuerdo de la gestión de Alberto Fernández y su vicepresidenta. Está claro que la elección será polarizada entre dos, pero: ¿cuán polarizada? En las elecciones adelantadas para cargos provinciales se manifestó una fragmentación importante. Por ejemplo, en la Ciudad de Buenos Aires solo el 57% sufragó por LLA más el Partido Justicialista.
Otro factor que será muy difícil de predecir, tanto su volumen como a quién afecta más, es el alto nivel de ausentismo que se viene manifestando en los comicios provinciales adelantados, contrariando una tendencia de participación históricamente elevada. Es de suponer que, aunque la mayoría sufrague, será la elección de medio término con menor participación desde 1983.
Por primera vez se utilizará la boleta única de papel como ocurre en la gran mayoría de los países de América Latina. Dado que en esta oportunidad solo se elegirán diputados en dos tercios del territorio nacional y además senadores en un tercio, probablemente no se observe ningún efecto especial.