La pandemia invisible

El virus por sí mismo no discrimina, pero nosotros humanos seguramente lo haremos, formados y animados como estamos por los […]
15 Abr, 2020
«Por ellas», Linda Atach, julio 2017, obra de bienvenida de la exposición «Feminicidio en México ¡Ya basta!» Museo Memoria y Tolerancia. Ciudad de México | Foto: Montserrat Boix, vía WikiCommons

Articulo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

El virus por sí mismo no discrimina, pero nosotros humanos seguramente lo haremos, formados y animados como estamos por los poderes entrelazados del nacionalismo, el racismo, la xenofobia y el capitalismo. Judith Butler

El dolor y la incertidumbre generados por el COVID-19 no han dado tregua, y nos han acompañado a lo largo de estas semanas a través de diferentes historias, las propias, sin duda, pero también las de aquellas noticias sobre lo que sucede fuera de nuestras familias y lugares de origen.

Es así como aún nos asombra la aparición y diseminación del virus en China, y la manera masiva y rápida en la que este se esparció por el mundo ante la incredulidad de personas y gobiernos: ¿cómo reponernos del luto nacional que se vive en España e Italia, o pasar por alto las terribles imágenes de lo que ocurre en Ecuador?

Pocas respuestas para estas preguntas. Pocas certezas en medio de un entorno que día a día nos demuestra que aún queda un largo tramo antes de que la situación pueda, si es que esto es posible, volver a una mediana normalidad.

El coronavirus, por desgracia, no cobra solamente vidas a causa de sus efectos en la salud; un caso que demuestra la forma en que la pandemia se manifiesta de múltiples maneras es el de Lorena Quaranta, doctora italiana que fue estrangulada y asesinada por su novio, acusándola falsamente de contagiarlo del virus, mostrándole con esta atrocidad al mundo que el machismo y la violencia contra la mujer no descansan ni durante la pandemia y que, ni por asomo, se trata de un hecho aislado.

El feminicidio es también una pandemia invisible que acecha cotidianamente a las mujeres. En febrero de este año, ONU Mujeres informaba que 14 de los 20 países que conforman América Latina son considerados los más peligrosos para las mujeres, adolescentes y niñas, a pesar de que en casi todos se han implementado leyes para tipificar los delitos de violencia contra las mujeres (con excepción de Cuba y Haití): este es el marco social en el que aparece la pandemia COVID-19, con impactos e implicaciones diferentes para las mujeres y los hombres.

Los organismos internacionales, como el Comité de Expertas del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (MESECVI), hace notar que muchas de las medidas que se toman para mitigar las consecuencias del virus pueden tener un efecto desproporcionado en relación con las mujeres y las niñas, y, en algunos casos, pueden exacerbar la violencia en su contra.

La primera preocupación es que, en este aislamiento social por razones sanitarias, las mujeres de todas las edades están obligadas a permanecer en sus casas, y esto ha incrementado notablemente el peligro para ellas, a la luz de los datos que existen respecto de la violencia en razón de género:

  • La Organización Mundial de la Salud estima que el 35 % de las mujeres de todo el mundo han sufrido violencia física o sexual de un compañero sentimental o violencia sexual de otra persona distinta a su compañero sentimental (estas cifras no incluyen el acoso sexual) en algún momento de sus vidas.
  • Se estima que de las 87.000 mujeres que fueron asesinadas globalmente en el 2017, más de la mitad (50.000, 58 %) fueron asesinadas por sus parejas u otros familiares.
  • De acuerdo con las estadísticas de la ONU, Brasil concentró un 40 % de los asesinatos a mujeres ocurridos el pasado año, y Centroamérica fue la región más afectada por este delito.
  • En México ocurren diez feminicidios diariamente y entre los años 2015 y 2019 se calculan 3.200 asesinatos de este tipo.
  • En Bolivia, la fiscal Mirna Arancibia confirmó que se «ha incrementado la violencia familiar o doméstica por encima de otros delitos como el robo a la propiedad privada». Alertó también de que «la convivencia obligatoria está generando que exista más violencia intrafamiliar».
  • En Colombia, durante el período de aislamiento obligatorio se han registrado 1.221 reportes de violencia intrafamiliar. A su vez, el director general de la Policía Nacional señaló que hubo un aumento de 39 % en llamadas por violencia doméstica.
  • En México, al día 7 de abril de 2020, la Secretaría de Gobernación anunció que las llamadas de auxilio durante la contingencia se incrementaron en 25 % en el rubro de violencia intrafamiliar, mientras que la demanda hacia la Red Nacional de Refugios subió un 60 %.

Al respecto, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha pedido a los países adoptar medidas contra lo que llamó «un estremecedor repunte» de la violencia de género, y sentenció: «Los derechos y las libertades de las mujeres son esenciales para lograr sociedades fuertes y resilientes. Juntos podemos y debemos prevenir la violencia en todas partes, desde las zonas de guerra a los hogares de las personas, mientras trabajamos para vencer el COVID-19».

No podemos continuar ignorando el llamado a la acción que nos mandata el momento: evitemos a toda costa que esta pandemia sea, además, feminicida.

Licenciada en Derecho. Directora de Estudios Sociales del Centro de Estudios para el Logro de la Igualdad de Género de la Cámara de Diputados

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