El 11 de marzo asumió el presidente Gabriel Boric. Afronta los mayores retos de Chile desde el fin de la dictadura en 1990. En efecto, este es el gobierno que tiene la misión de alcanzar un amplio acuerdo acerca del cambio en la morfología del poder en el país, crisis que quedó de manifiesto en 2019, en el denominado estallido social.
La discusión político institucional se lleva a cabo en la Convención Constituyente. Esta debe entregar la propuesta el próximo 4 de julio, para posteriormente ser sometida a una consulta ciudadana para su aprobación o rechazo. En esta perspectiva, el gobierno, que ha definido su estrategia de apoyo al apruebo, deberá lidiar con un trabajo que cada vez exhibe un mayor rechazo a través de distintos sondeos de opinión pública, mostrado en la última encuesta estar a seis puntos del apruebo, mientras que aún más de 20 % no manifiesta una opción.
Correlación de fuerzas
Desde otra perspectiva, la actual correlación de fuerzas en el sistema político revela que el presidente Boric y su alianza de gobierno Apruebo Dignidad (Partido Comunista más partidos del Frente Amplio) tienen minoría en las Cámaras de Diputados y de Senadores. A pesar de haber incorporado al bloque Convergencia Social al gabinete (Partido Socialista, Partido Radical y Partido por la Democracia), no consiguen las mayorías que se requieren para impulsar las reformas anunciadas por el Gobierno, como por ejemplo la reforma tributaria.
En los hechos, la Cámara de Diputados está altamente fragmentada. Si bien la oposición no consigue articularse, al gobierno le resultará extremadamente complejo alinear a las fuerzas políticas detrás de sus compromisos presidenciales por medio de acuerdos de ley. Ello, en especial, vale para la Democracia Cristiana, que quedó fuera de la alianza de gobierno pero cuyos actuales cinco senadores resultan necesarios para cualquier propuesta en el Congreso Nacional.

En definitiva, la radiografía actual nos muestra a un gobierno entrante que asumió con una alta votación en las urnas y una inquietante percepción de ser capaz de realizar los cambios comprometidos. Es decir, se observa una alta expectativa ciudadana, que el propio presidente se esforzó —sin éxito— por disminuir en su discurso de asunción, debido a algunas características propias y de su equipo más cercano, que han sido muy eficientes en la empatía y en mostrar una cercana y horizontal relación con la ciudadanía.
Altas expectativas
En efecto, el cariño y la representación de las demandas de diversos colectivos ambientalistas, animalistas, feministas, indigenistas, entre otros, está evidenciando una desmedida esperanza de transformación política, social y cultural. Ello se percibe en un contexto en el que Chile exhibe una larga lista de problemas, cuyo denominador común es la violencia derivada del narcotráfico, crimen ordinario, conflicto en la Macrozona Sur y un flujo migratorio desregulado en expansión, además de una inflación no vista desde hace décadas, entre muchos otros asuntos que demandan la atención del gobierno.
Los escenarios para el presidente Boric son poco halagüeños, porque los desafíos son múltiples y de difícil conducción en un período de crisis política y económica. Además, el presidente Boric y su equipo, cada vez más conteste de los enormes desafíos que tiene que enfrentar, piden apoyo de mediano y largo plazo para avanzar en los compromisos de gobierno, aunque muy posiblemente la ciudadanía los exigirá aquí y ahora. En este escenario, el Ejecutivo no tendrá más opciones que apoyar incondicionalmente el apruebo a la nueva Constitución y ofrecer que tras ello se podrán implementar los compromisos del programa presidencial, en especial, los relativos a las reivindicaciones de los pueblos originarios y derechos sociales.
Nueva forma de hacer política
En consecuencia, la nueva elite que llega al poder en Chile no solo representa un cambio generacional y una manifestación de los cambios culturales que se observan en distintos movimientos sociales. Marca, además, una diferencia en la administración del poder, más horizontal y fundamentado en la demostración de afecto a los otros (ciudadanos).
Tal vez ello sea lo realmente novedoso de la forma de hacer política que presenta Boric, quien por sobre cualquier otra consideración se ha mostrado cariñoso y gentil con la ciudadanía, que estaba muy necesitada de afecto. Tal vez allí esté la respuesta al origen de las altas expectativas que la ciudadanía mantiene frente al nuevo gobierno, corriendo el riesgo de la decepción cuando del abrazo pasemos a cotejar los resultados.
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