Las razones detrás del triunfo de Isabel Díaz Ayuso en Madrid

La prensa española e internacional se ha hecho eco del «efecto Ayuso» para referirse al impacto de la reciente victoria electoral de Partido Popular en la Comunidad de Madrid. ¿Cómo se gestó este triunfo y qué implicaciones tiene para la política española?
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15 May, 2021
Isabel Diaz Ayuso
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Articulo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

La vida da muchas vueltas, y si en algún sitio esto se comprueba con claridad es en la política. Cuando todo eran duelos y quebrantos, y después de mucho tiempo lanzando balones fuera, el Partido Popular español ha sabido labrarse una importante victoria en Madrid que, por diversas razones, podría tener repercusiones que van más allá de su circunscripción electoral. Dicha victoria no solo le permite al Partido Popular (PP) recuperar terreno, sino que además le ayuda a reencontrarse con los valores que, en sus mejores tiempos, lo llevaron a obtener mayoría absoluta en las elecciones generales.

En esas muchas vueltas que da la vida, ha querido el destino que en esta ocasión el hat trick no lo marcase el delantero centro, ni el 10 del equipo, sino una currante que venía subiendo y bajando la banda sin descanso, recuperando balones y jugando al ataque. En cuanto a sus adversarios, no es que no la hayan visto venir, porque marcajes ha tenido de sobra. El ministro Ábalos, número 3 del PSOE y muy cuestionado por haberse reunido en el aeropuerto de Barajas con la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez, la ha perseguido por toda la cancha. En Unidas Podemos, por su parte, varios intentaron meter la pierna. Y hasta Tezanos, el director del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), le fue a los tobillos en una acción que el VAR hubiera tenido que pitar como penalti, si no fuera porque al final la victoria fue por goleada.

Vistas las cosas en perspectiva, han sido justamente las dificultades las que ayudaron a Isabel Díaz Ayuso a convertirse súbitamente en un fenómeno electoral. Los obstáculos han resultado ideales para hacer brillar su estilo de juego frontal y directo, que se prodiga en paredes y prescinde de regates. Entrega, disciplina y voluntad de trabajo le fueron abriendo el camino desde el 2005, cuando comenzó su trabajo político en Nuevas Generaciones del PP, en el distrito de Moncloa-Aravaca. Y así fue ascendiendo hasta que su amigo de muchos años, Pablo Casado, resultó electo presidente del partido en 2018 y decidió nombrarla en 2019 cabeza de lista por Madrid. A pesar de encabezar la segunda opción más votada, pudo entonces armar gobierno con el apoyo de Ciudadanos y Vox.

Pero en 2020 la pandemia del covid-19 llegó a España. Y en ese contexto, empeorado por la descomunal tormenta Filomena en enero de 2021, Díaz Ayuso (más conocida como Ayuso por los españoles, dada su tendencia a llamar a alguien por su segundo apellido cuando el primero es común) protagonizó cada vez más encontronazos con el gobierno nacional de Pedro Sánchez a raíz de sus distintos modos de afrontar la crisis sanitaria. Procurando siempre adelantarse a la crisis, y bajo la premisa de que salud y economía no eran objetivos contrapuestos, la presidenta de la Comunidad de Madrid se anotó importantes aciertos y acrecentó notablemente su perfil público.

No obstante, pintaban bastos para el PP tras la debacle electoral en Cataluña (febrero 2021) y el posterior pacto con el PSOE que en Murcia protagonizaron tres diputados tránsfugas de un partido en crisis como Ciudadanos (marzo 2021). Los populares entendieron que la cabeza de Ayuso en Madrid corría peligro ante la posibilidad de una maniobra similar, y ella contratacó con una convocatoria anticipada a elecciones autonómicas. En el fondo, la campaña ya estaba hecha y se trataba solamente de seguir haciendo lo mismo que hasta entonces: comunicar ideas simples sobre la base de valores claros, resaltando las virtudes del modelo de gobierno madrileño, liberal y cosmopolita, y confrontando siempre a Sánchez, más que a sus rivales directos.

Los resultados han superado las mayores expectativas del PP, a pesar de que todos los sondeos —salvo los del CIS— le auguraran previamente una holgada victoria. Por un lado, con 65 escaños obtenidos —a solo cuatro de la mayoría absoluta—, a Ayuso le basta ahora con la abstención de los parlamentarios de Vox para gobernar en solitario. No solo ha superado la suma de los tres partidos de izquierda, sino que el resultado ha dejado sin representación en Madrid al dudoso socio en el que se había convertido Ciudadanos. Esta victoria marca así, de paso, una senda más clara hacia una eventual reunificación de la centroderecha.

Por otro lado, en la acera opuesta emerge una fractura importante que reclama cambios de timón. El electorado de izquierdas en Madrid, visiblemente desilusionado con la gestión nacional del PSOE, otorgó un notable apoyo a la nueva plataforma de Más Madrid, cuya candidata Mónica García hizo un digno esfuerzo por presentar una imagen alternativa, la cual rindió sus frutos al cosechar más votos que los socialistas. El varapalo mayor, no obstante, se lo lleva el partido de Pablo Iglesias, a quien su famoso casoplón en Galapagar y demás excesos le han restado mucha credibilidad ante el madrileño de a pie.

Es cierto que el líder de Unidas Podemos se había hecho incómodo hasta para la Unión Europea, aliada con el PP español para contener el separatismo catalán, unos presupuestos desorbitados y una peligrosa reforma judicial. Se rumora incluso que la cabeza de Iglesias era el precio pedido en Bruselas para facilitar el apoyo económico europeo en tiempos de pandemia. Y aunque competir por la Comunidad de Madrid bien pudo haber sido la salida más honrosa entre las que estaban disponibles, la derrota en las urnas compromete su futuro político de modo importante. Por ahora, Iglesias ha decidido dejar sus cargos públicos y retornar a los medios de comunicación, donde ha sabido mostrarse más eficaz que en el Congreso.

El balance a posteriori demuestra que el triunfo del pasado 4 de mayo el PP se lo debe principalmente a Ayuso. No lo dudan ni tirios ni troyanos. Sin aspavientos feministas o proletarios, apostando decididamente por una propuesta liberal y apenas con la dosis justa de mercadeo político, su candidatura ha convencido a casi el 45 % de los madrileños, mientras que por ejemplo Iglesias alcanzó poco más del 7 %. Tal como señalaba ante El Líbero la diputada Cayetana Álvarez de Toledo, su compañera de partido, la victoria de Ayuso se fundamenta en la clara defensa de sus ideas y valores, sin ceder terreno a los complejos. De ahí que medios tan influyentes como el Financial Times vean en la presidenta de Madrid un modelo a seguir para la centroderecha europea. Y aunque ciertamente la aplicabilidad de este discurso en las demás comunidades autónomas —e incluso fuera del ámbito español, como algunos imaginan— no debe darse ni remotamente por descontada, de momento representa una señal muy importante a favor de la preservación del actual orden constitucional en España. ¿Tomará nota de ello el presidente Sánchez?

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Miguel Ángel Martínez Meucci

Profesor de Estudios Políticos. Consultor y analista para diversas organizaciones. Doctor en Conflicto Político y Procesos de Pacificación por la Universidad Complutense de Madrid

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