Rastreo de teléfonos móviles contra COVID-19: tecnología digital contra un virus analógico

Los países de Asia utilizan diligentemente los datos de los teléfonos móviles y así identifican las rutas de infección. ¿Nosotros […]
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30 Abr, 2020
Foto: pxhere.com

Articulo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Los países de Asia utilizan diligentemente los datos de los teléfonos móviles y así identifican las rutas de infección. ¿Nosotros también? Sí, pero solamente respetando los derechos fundamentales. ¿Cómo se valora la vía alemana?

Argumentos clave

+ La combinación del rastreo por GPS y el procesamiento de grandes cantidades de datos (big data) apoyo de la inteligencia artificial puede facilitar el registro de patrones de movimiento y la creación de redes de grupos de personas. Esto acelera la trazabilidad de las cadenas de infección.

+ El uso y almacenamiento de datos personales según el modelo asiático no es posible sin una seria interferencia en la privacidad y los derechos fundamentales del ciudadano.

+ En lugar de seguir el enfoque asiático, el proyecto europeo se centra en el rastreo de proximidad para preservar la privacidad (privacy-preserving proximity tracing, PEPP-PT). Es un sistema de rastreo voluntario, anónimo y que protege la privacidad, basado en la tecnología Bluetooth, y funciona a través de las fronteras nacionales. Se busca un equilibrio entre la salud pública y la protección de la privacidad.

+ Con el PEPP-PT, Alemania y Europa dan una señal importante para un enfoque de la tecnología basado en valores que puede servir de modelo para un Estado de derecho moderno en tiempos de crisis. Además, permite la disminución gradual de las restricciones de movimiento.

Rastreo de teléfonos móviles contra COVID-19: punto de partida

En cada vez más regiones del mundo, la cuarentena combinada con el uso a gran escala de datos personales debería ayudar a frenar la actual pandemia de COVID-19. En el aspecto tecnológico, también se está utilizando el rastreo de teléfonos móviles, es decir, la evaluación de los datos del GPS de los teléfonos inteligentes en tiempo real, con ayuda de la inteligencia artificial. Lo que ya se conoce de aplicaciones como Google Maps o para fitness, debería ayudar a contener la pandemia, en especial, en la reconstrucción de las cadenas de infección.

La idea de frenar la propagación del patógeno mediante la lectura de datos de localización en los teléfonos móviles ya se ha puesto en práctica a gran escala, especialmente en las regiones asiáticas, sobre todo en China. El punto de partida fue identificar a los visitantes de una cafetería cuyo dueño dio positivo al test de coronavirus. A través del proveedor de telefonía móvil, las autoridades chinas pudieron identificar más de tres mil nombres cuyos teléfonos celulares se encontraban en o cerca de la cafetería, según los datos del GPS. Los investigadores reconstruyeron la cadena de infección a través de conversaciones telefónicas con los posibles visitantes infectados. Sin embargo, ese enfoque analógico ocupa mucho tiempo de trabajo y no garantiza la exhaustividad, ya que las declaraciones personales siempre pueden contener lagunas de memoria.

Rastreo de teléfonos móviles contra COVID-19: implementación

A fin de acortar y, sobre todo, aumentar la precisión de las investigaciones, se pidió a la población que diera a conocer proactivamente sus datos personales y de localización a través de una aplicación para teléfonos inteligentes. Esto incluye no solo los datos del GPS. Además de la divulgación del lugar, también se debe proporcionar el número del documento de identidad, el nombre y la dirección. Los usuarios de la aplicación recibirán entonces directamente la información sobre si existe un posible contacto con personas infectadas. Para ello, la aplicación compara los datos personales y de movimiento con los de los ciudadanos que ya han sido registrados como contagiados y luego calcula su propio riesgo de infección. En China esto se hace a través de la aplicación del Código de Salud, que se desarrolló en cooperación con la empresa Alibaba. A los usuarios de la aplicación se les muestra el riesgo de infección mediante tres códigos de color diferentes, que les indica así si pueden seguir participando o no en la vida pública. Si la aplicación muestra un código verde, es posible la plena libertad de movimiento; el amarillo significa libertad de movimiento restringida; si el código es rojo, debe entrar en cuarentena. Las fotos de la región china de Hangzhou, por ejemplo, muestran el control sistemático de los códigos de color en la entrada de la estación de metro. También se recoge en un lugar central la información sobre qué ciudadano muestra qué código de color y dónde, y se evalúa para monitorear constantemente la situación. Esto ayuda a identificar los puntos calientes (hot spot) con alto riesgo de infección. En Corea del Sur, los ciudadanos incluso reciben un mensaje de texto de advertencia en sus teléfonos inteligentes cuando se acercan a un bloque de pisos con muchos casos registrados. Este tipo de rastreo no permite separar claramente la vigilancia de la voluntad de mantener informada a la población.

El rastreo ayuda, pero…

En el caso de China, este enfoque es posible, entre otros motivos, porque ya existe una infraestructura de datos en gran escala que es utilizada diariamente por la mayoría de la población. Lo demuestra el ejemplo de Alibaba. Debido al volumen multimillonario de su negocio en línea, en Occidente la compañía todavía es percibida como equivalente chino de Amazon. Alibaba es un símbolo de la extensa estrategia de digitalización de China. Diariamente, 700 millones de personas en el país acceden a la oferta en línea de la empresa, que abarca desde sistemas de pago en plataformas de venta hasta sistemas de navegación.

Es de suponer que los datos de los clientes de Alibaba son suficientes para deducir pautas reveladoras de los movimientos de la población china, lo que podría proporcionar información sobre la propagación y la tasa de infección del virus. Por lo tanto, no es sorprendente que la aplicación del Código de Salud también provenga de Alibaba. El intercambio de datos personales y el uso regular de teléfonos inteligentes en la vida cotidiana está profundamente arraigado en la sociedad china. El llamado a revelar también la propia ubicación encaja con el enfoque cultural y político de la República Popular sobre las nuevas tecnologías. El rastreo de teléfonos móviles es solo una de las diversas fuentes de datos utilizadas en la lucha contra el virus.

En un principio, el acceso a los datos del GPS en la evaluación de los resultados es importante para un análisis geográfico de la extensión de la infección. Una vez que se dispone de cierta cantidad de datos, es posible trazar las pautas de movimiento de los grupos de personas, que contienen información sobre quién tuvo un posible contacto con quién y cuándo. En este caso se trata específicamente de datos de las conexiones de telecomunicaciones individuales. Se generan cuando los dispositivos terminales se conectan a una infraestructura electrónica y la utilizan para la comunicación. El análisis y la evaluación de estos datos se utiliza, entre otros casos, en acciones penales porque permite sacar conclusiones sobre el establecimiento de redes y contactos sociales de personas y grupos de personas. Cuanto más grande sea este registro de datos, más precisamente se podrán delimitar geográficamente los grupos de infección. Sin embargo, solo la adición de otras fuentes de datos diferentes permite una intervención selectiva y concentrada. Big data es concepto clave aquí.

El caso de Taiwán

Taiwán, una región que debería encabezar la lista de casos de infección debido a su proximidad con el territorio continental chino, ha logrado impedir por el momento una propagación nacional, recurriendo a diversos datos personales. Tras el brote de SARS en 2003, los datos de las autoridades de viajes, las oficinas de registro y las agencias de seguros se vincularon en un sistema central de vigilancia como medida preventiva para futuras epidemias. Como resultado, el gobierno taiwanés pudo poner en cuarentena preventiva a los ciudadanos en la fase inicial del comienzo de COVID-19 basándose en los síntomas y el historial de viajes. El rastreo de los teléfonos móviles mediante datos del GPS sirvió principalmente para controlar si se mantenía la cuarentena.

Al reunir diversas fuentes de datos, Taiwán pudo identificar posibles infecciones e iniciar un rápido rastreo de contactos basado en esta información. Los datos recogidos por el GPS ayudaron a emitir y hacer cumplir alertas de cuarentena específicas en una etapa temprana. Los modelos matemáticos de propagación de COVID-19 muestran que este enfoque puede retrasar con éxito e incluso contener una epidemia, especialmente en la fase inicial de una onda de infección. Sin embargo, una vez que el virus se ha propagado en el país, cambian las prioridades de las contramedidas y, con ello, la cuestión de qué datos siguen siendo útiles.

El caso de Alemania

El anuncio del Instituto Robert Koch (RKI) de que también se ocuparía de la utilización de los datos del GPS desencadenó un debate muy politizado, especialmente en relación con la protección de datos. Las consecuencias de la lectura de los datos, tal como se aplican en China y Taiwán, se parecen a intervenciones en la privacidad que serían difíciles de conciliar con los derechos fundamentales en Alemania.

Este debate es comprensible, porque la suposición de que se puede deducir el estado de infección individual a partir de los datos personales del GPS es una conclusión errónea. La transmisión de un virus es influida por diversos factores ambientales. La duración y la distancia del contacto con una persona infectada son factores variables que no se pueden deducir solo con los datos del GPS. Por lo tanto, puede cuestionarse la validez individual de los datos del GPS recogidos en China y Taiwán, pero esto no le hace nada al efecto que ha tenido su uso. Tanto el RKI como el Gobierno Federal son conscientes de ello.

Por vía de urgencia fue aprobada la “Ley para la protección de la población en caso de una situación epidémica de extensión nacional”, que otorga al Ministerio de Salud amplias facultades de decisión en caso de una ola de infección en toda Alemania. Se suprimió la normativa originalmente prevista en el proyecto de ley para permitir también el acceso a los datos de localización de los dispositivos móviles. Sin embargo, el uso de los teléfonos inteligentes y el acceso a sus datos aún no ha desaparecido de la agenda. Esto es bueno, porque el uso de esta tecnología ayudará a combatir la pandemia y así salvar vidas. La cuestión esencial es si este enfoque es posible sin intervenir los derechos fundamentales. Un enfoque plausible para una solución viene de Singapur y está siendo impulsado como proyecto europeo. Alemania también participa en el desarrollo y está a punto de introducirlo.

El distanciamiento social del Gran Hermano

El gobierno de Singapur ha creado la aplicación TraceTogether, que sigue el principio de privacidad por diseño, es decir, la protección de datos a través del diseño técnico. A diferencia de las anteriores aplicaciones de rastreo, TraceTogether no recoge datos de localización, sino que mide la distancia directa a otras personas en su propia vecindad a través de Bluetooth. Todos los usuarios se hacen anónimos mediante números de identificación cifrados y temporales. La aplicación guarda durante 21 días los datos de que alguien se acercó demasiado y a quién, únicamente en su propio smartphone. Si un usuario de la aplicación da positivo por el virus, puede transmitir voluntariamente la información a un servidor central. Los demás usuarios que se encontraban críticamente próximos a esa persona (a menos de los 1,5 metros recomendados) recibirán un mensaje con la correspondiente solicitud de cuarentena, y ello puede darse incluso antes de que la persona se entere de su test positivo. Esta persona podría haber infectado a otros sin saberlo, antes de su cuarentena. Hasta ahora, sin esta tecnología, las personas potencialmente infectadas eran identificadas solo por información personal que ellas mismas proporcionaban. TraceTogether acelera y puntualiza este proceso.

La variante europea también se basa en la estimación de la distancia a través de Bluetooth y se llama Pan European Privacy Preserving Proximity Tracing (PEPP-PT) o rastreo de proximidad con preservación de la privacidad paneuropea. El proyecto es una colaboración multinacional de investigadores y programadores de países europeos, en la que participa el Instituto Fraunhofer por Alemania. El sistema PEPP-PT protege la privacidad mediante la anonimización completa y el abandono del almacenamiento central de datos. En particular, este rastreo de contactos digitales será transnacional. El uso de tal aplicación sería un primer paso para aliviar las restricciones a la circulación y los viajes dentro de la Unión Europea. Así pues, la ejecución satisfactoria del proyecto sería también una noticia importante para Europa desde el punto de vista económico.

Un alivio paulatino

Para Alemania, este enfoque es una solución prometedora, por dos razones. En primer lugar, el PEPP-PT no utiliza datos sensibles de localización y deja la responsabilidad de la notificación al ciudadano, que puede actuar de forma anónima. Por lo tanto, no hay ninguna autoridad estatal u oficial que restrinja ex nunc las libertades personales. En segundo lugar, el riesgo de infección no se determina por el contacto hipotético, sino, de hecho, mediante casos comprobados, no importa dónde haya tenido lugar este contacto. Lo importante es si se ha observado o no la distancia mínima de 1,5 metros recomendada por los médicos. En países como Alemania, donde el virus ya se ha propagado a todas las regiones, ese sistema de alerta podría diezmar las nuevas infecciones de manera más selectiva.

Esta es también la conclusión a la que llegó la Academia Nacional de Ciencias Leopoldina en su informe sobre la pandemia de coronavirus. Una superación sostenible de la crisis es realista si los conocimientos sobre la infección y el estado de inmunidad de la población son más exactos, especialmente a nivel regional. La recopilación de datos de movimientos, según la variante PEPP-PT, permite la construcción de modelos dinámicos que pueden trazar el curso de la pandemia con una referencia local. Los datos así obtenidos ayudan a los expertos a hacer predicciones más diferenciadas y pronósticos a corto plazo sobre la extensión de la infección. Desde el punto de vista político esto es crucial, ya que de esta manera las medidas actuales y futuras son verificables, mejorando la evaluación de su eficacia. El rastreo voluntario puede apoyar la decisión de retirar las restricciones y, al mismo tiempo, ayudar a dar forma a la manera de lograrlo. El intercambio de datos ayuda a reconciliar el control de la pandemia con un retorno gradual a la normalidad.

La tercera vía de Europa en la práctica

Allí donde la ola de infección ya afecta a grandes zonas de un país, dos objetivos son importantes para combatir la propagación del virus: 1. reducir la tasa de infección mediante la cuarentena; 2. aliviar la carga de la infraestructura sanitaria optimizando la distribución de los recursos. Para lograr estos objetivos es indispensable tener acceso a datos sobre el comportamiento de la sociedad afectada. Estos datos permiten localizar fuentes específicas de infección y así asegurar la atención médica en los lugares necesarios. Cada Estado afectado reacciona de manera diferente a los desafíos.

En la región de Asia, donde el virus desencadenó primeramente grandes olas de infección, se aplicaron medidas contrarias a la concepción alemana de las libertades civiles. Esto redujo la percepción del rastreo de teléfonos móviles en Alemania a preocupaciones de protección de datos. Con el trasfondo de los ejemplos mencionados de China, Taiwán y Corea del Sur, estas preocupaciones son comprensibles. Por otra parte, no se trata de prohibir el rastreo de teléfonos móviles, porque esto excluiría a la tecnología como una herramienta susceptible de abuso. Sin embargo, el diseño del software es crucial, ya que se debe basar en los valores y las leyes correspondientes. Con su enfoque de distanciamiento social, Alemania ha puesto en sus ciudadanos la confianza necesaria para que asuman por sí mismos la responsabilidad de garantizar la observancia de las medidas de protección. La renuncia a tutelar a sus propios ciudadanos mediante un lockdown nacional estricto no es obvia, si se observa el panorama mundial. Esta política debe complementarse ahora con medidas tecnológicas que no impliquen enfrentar los derechos personales de los ciudadanos y su salud. Incluso en tiempos de crisis, Alemania está fortaleciendo la responsabilidad personal de sus ciudadanos y está buscando una solución que proteja simultáneamente la privacidad y utilice los datos en función del bien común. Esta es una señal importante no solo para su propia población, sino también una expresión de la concepción europea de los valores, aplicada al diseño de la digitalización con un carácter modélico.


Fuentes:
Última consulta de datos para los enlaces de Internet mencionados: 14 de abril de 2020.


Traducción: Manfred Steffen

Consultor de inteligencia artificial del Departamento de Economía e Innovación de la Fundación Konrad Adenauer

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EDICIÓN ESPECIALClaves para entender a China

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