Sobre las elecciones judiciales y la democracia en Bolivia

¿Qué significa la democracia? Existe una multiplicidad de respuestas a esta pregunta, debido a que el concepto de democracia se […]
12 Dic, 2017
Plaza en la ciudad de La Paz, Bolivia

Articulo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

¿Qué significa la democracia? Existe una multiplicidad de respuestas a esta pregunta, debido a que el concepto de democracia se encuentra en un proceso de constante mejoramiento, que necesita del aporte de variadas y nuevas interpretaciones.

Plaza en la ciudad de La Paz, Bolivia

Plaza en la ciudad de La Paz, Bolivia

Sin embargo, hay nociones centrales de las cuales debe partir cualquier definición o concepción de democracia: por una parte, es una forma de estructura jurídico-política de un Estado y, por otra, es la técnica por la cual un Estado encuentra legitimación —la votación—. En el caso de Bolivia, parecería que se reconoce únicamente el segundo significado. Se sostiene que el país aún se encuentra en una condición de democracia puesto que se realizan periódicamente elecciones. Si bien es irrefutable que el procedimiento de votación es una situación mínima para cualquier sistema democrático, ampararse únicamente en esto es vaciar de contenido a esa idea de democracia, es llevarla a un simple y peligroso electoralismo.

En concordancia con esta intención de reducir la democracia a únicamente el consumo electoral, recientemente en Bolivia se eligieron las autoridades del Poder Judicial mediante sufragio universal, un hecho único en el mundo. A tal punto ha llegado esa reducción a lo estrictamente electoral, por primacía de lo fáctico y estratégico, que los promotores de las elecciones judiciales la juzgan e una ampliación de la democracia en el país y una forma —la única— legitima de otorgar poder a los máximos representantes de la justicia. Esto sería cierto si se reconoce que la democracia ha sido limitada a su forma plebiscitaria.

Si limitamos la democracia a solamente un procedimiento espectacular (aquí siguiendo el interesante adjetivo usado por Guy Debord para referirse a las elecciones), dejando a un lado a los elementos éticos, jurídicos, políticos y estructurales, entonces podemos tener una falsa idea de democracia. Entramos a un universo donde desaparecen los límites jurídicos y morales y tiemblan las posibilidades del Estado de derecho. Confundidos, se abre la posibilidad de aprobar mediante voto cualquier medida, por ejemplo, la pena de ahorcamiento —a pesar de que esto podría ir en contra de la Constitución y sus principios, pero prevalecería la concepción de que al ser un proceso genuinamente democrático es mucho más importante que la Constitución—.

En las elecciones judiciales del 3 de diciembre, como se auguraba, los votos nulos superaron con creces al número de votos válidos. Mediante esta opción se expresó un descontento con el actual partido de gobierno, con su intención de repostular a Evo Morales en 2019 —pese a que en 2015, mediante un referéndum, fue rechazada una iniciativa de modificación de la Constitución que lo habilitaría nuevamente como candidato— y con el sistema de elección de las autoridades del Poder Judicial.

Este proceso electoral no debe analizarse solamente de forma coyuntural. Se debe ahondar en los problemas que se han dado en este modelo para elegir a los jueces de los más altos tribunales. ¿Es la falta de información respecto a los candidatos la mayar traba o lo es esa percepción de injerencia política que daña la imagen de idoneidad de los candidatos?

Lo que se sabe con certeza es que la elección de magistrados debería ser una tarea estrictamente técnica. Y por lo tanto, debería considerarse a juristas especializados, con suficientes estudios superiores y con una carrera específica en la administración de justicia. Cada silla debería aprobarse por consenso parlamentario, donde reside justamente la legitimidad en una democracia representativa. Lamentablemente, los pocos esfuerzos por cambiar este sistema de elección de jueces —que ya mostró problemas en 2011—, sumados a la intención de Evo Morales de repostularse desconociendo el resultado de un referéndum, muestran que en Bolivia la democracia ha entrado en un proceso de involución, en el que se la reduce a un papel demagógico y espectacular (electoral). Y muy pronto terminará en una forma vacía de contenido, dando paso a otro esquema que no respetará ninguna libertad ni derecho.

 

Camilo Quiroga Velasco | @CamiloQuirogaV1
Politólogo, Universidad Católica Boliviana, con mención en Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Chile

Juan Pablo Chamon | @ChamonJp
Politólogo. Director de proyectos de LIBERA Bolivia

 

Camilo Quiroga Velasco | Politólogo, Universidad Católica Boliviana, con mención en Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Chile ::: Juan Pablo Chamon | Politólogo. Director de proyectos de LIBERA Bolivia

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