El gobierno terminó el primer año de su mandato con buena nota. La mayor parte de la opinión pública sigue aprobando la gestión presidencial. La pandemia causó menos daño que en otros países. Asimismo, fue evidente el esfuerzo del gobierno por mantener abierta la economía evitando la destrucción de empleo, y por auxiliar a las personas sin trabajo. Para explicar por qué al gobierno le fue bien hay que tomar en cuenta cinco claves.
1. Liderazgo presidencial
No es necesario haber leído El príncipe de Nicolás Maquiavelo para entender la importancia del liderazgo. Ninguna organización funciona sin un jefe decidido. Ningún gobierno llega a buen puerto sin un buen timonel. Esto es así cualquiera sea el régimen concreto (presidencialismo, parlamentarismo, semipresidencialismo). Al nuevo gobierno le fue bien porque el presidente Luis Lacalle Pou puso de manifiesto virtudes de relieve. Adoptó medidas difíciles tomando nota de circunstancias cambiantes, y asumió riesgos significativos en momentos de máxima incertidumbre. Con el diario del lunes sabemos que acertó en lo esencial (apostar a la libertad responsable y a controlar la pandemia manteniendo abierta la economía) y que reconoció errores cuando fueron evidentes (en designaciones o decisiones). La opinión pública tiene claro que el presidente está muy presente, y que cumple con su promesa de «hacerse cargo».
2. Asesoramiento científico
Uno de los méritos más evidentes del nuevo gobierno es el de haber conformado un equipo científico de primer nivel para recibir asesoramiento de alta calidad en relación con el combate de la pandemia. Esta decisión era poco previsible, al menos para quien firma estas líneas. En primer lugar, porque la democracia uruguaya tiene muchas virtudes, pero no se ha caracterizado a lo largo de su historia por ser especialmente hospitalaria respecto al saber de los expertos.
Por el contrario, suele prevalecer la sospecha, el recelo mutuo, entre políticos y científicos. En segundo lugar, porque el Partido Nacional, aun siendo un partido catch-all, ha tenido a lo largo de su larga historia problemas para construir bases potentes de apoyo en el mundo académico (siempre hubo intelectuales y técnicos afines a los blancos, pero nunca fueron mayoría). El gobierno, liderado por un presidente del Partido Nacional y de genoma herrerista, logró conformar un Grupo Asesor Científico Honorario, y construir un vínculo de cooperación y confianza que contribuyó notoriamente a la adopción de buenas decisiones políticas en relación con la pandemia.
3. Fidelidad al programa
La magia de la democracia solamente funciona cuando los representantes honran el contrato que asumieron con los votantes en el momento de la elección. Dicho en otros términos: cuando el gobierno se esfuerza al máximo por cumplir con sus promesas electorales. El elenco liderado por Lacalle Pou ha dejado claro durante todo el año pasado que está dispuesto a cumplir sus promesas. Prometieron un cambio en la política de seguridad ciudadana (un viraje hacia la mano dura, para vivir sin miedo).
Lo han venido haciendo: desde el primer día hay un cambio en el tono del discurso del Ministerio del Interior, y especialmente en la Ley de Urgente Consideración, un conjunto de ajustes normativos orientados en esa dirección. Prometieron cambios en la política económica para mejorar la rentabilidad empresarial y para, de este modo, reactivar la economía. También lo vienen haciendo. Prometieron llevar adelante cambios estructurales en la educación y la seguridad social. Durante el 2020 ya se pusieron algunos cimientos. Prometieron bajar el déficit fiscal. No han cumplido. Por el contrario, el déficit fiscal aumentó sensiblemente. Pero esto me lleva a la clave siguiente.
4. Pragmatismo
Un gobierno responsable cumple sus promesas. Pero un gobierno serio ajusta sus políticas en función de las circunstancias. El buen gobernante debe estar atento, también, a estas dos perillas. Durante el 2020 el gobierno hizo un esfuerzo visible por cumplir con el programa ofrecido a la ciudadanía durante el balotaje, firmado por los cinco partidos que respaldaron la candidatura de Luis Lacalle Pou. Pero es notorio que el Poder Ejecutivo, en cuanto tomó nota de la gravedad del impacto recesivo de la pandemia covid 19, renunció (al menos temporalmente) a la promesa de disminuir el déficit fiscal, una de las más sonoras de su campaña electoral. El gobierno gastó mucho menos de lo que la oposición legítimamente le reclama. Pero mucho más de lo que el propio Lacalle Pou prometió en su momento, y hubiera sin dudas preferido.
5. Comunicación
La quinta clave del éxito del gobierno es su política de comunicación. Ningún gobierno sostiene niveles importantes de apoyo solamente con buenas estrategias de comunicación. Pero los buenos gobiernos, si quieren capitalizar méritos genuinos, deben tener estrategias profesionales de comunicación. El gobierno comunicó muy bien su política referida a la pandemia, especialmente durante los primeros dos meses. El papel del secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, durante ese lapso fue especialmente importante. Pero el gobierno no solamente ha hecho un esfuerzo significativo por explicar su política de salud. El esfuerzo comunicacional es más amplio, aunque seguramente más exitoso en algunas áreas que en otras, dependiendo también de las características personales de los diferentes gobernantes. En cualquier caso: el presidente y sus principales colaboradores, en Presidencia, gabinete y Parlamento, dedican tiempo y energía a argumentar sus decisiones.
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Perspectivas
Durante su primer año de gobierno a la coalición le fue bien. Encontró un buen jefe, gobernó la pandemia apoyándose en expertos, combinó el respeto a las promesas electorales con dosis razonables de pragmatismo, y comunicó sistemáticamente los fundamentos de decisiones y políticas públicas. Por supuesto, el gobierno también ha tenido problemas y adoptado decisiones muy discutibles. En medio de la tormenta causada por la pandemia, Ernesto Talvi, excandidato a la presidencia por el Partido Colorado, dejó el cargo de ministro de Relaciones Exteriores y abandonó la actividad política.
Además, la coalición enfrentó críticas muy severas cuando otro excandidato a la presidencia, Guido Manini Ríos, líder de Cabildo Abierto, pese a haber prometido lo contrario una y otra vez durante la campaña electoral, optó por ampararse en los fueros parlamentarios en un caso judicial muy sonado. La atención a la emergencia social prestada por el MIDES no tuvo la centralidad que pudo tener. Tampoco faltaron los problemas a la hora de cubrir cargos (es evidente que, en muchas áreas, a Uruguay le falta masa crítica). La Ley de Urgente Consideración fue mucho más extensa de lo que la cátedra aconsejaría. Como sea, el gobierno va bien. Le espera, desde luego, otro año muy difícil.
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