¿Cómo se conformará la convención constituyente en Chile?

Mientras los partidos políticos no consigan legitimarse ante la ciudadanía, la democracia representativa seguirá cuestionada. ¿Logrará la convención constituyente crear espacios de encuentro?
14 Abr, 2021
Foto: Shutterstock
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Articulo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Se ha difundido bastante que Chile redactará una nueva Constitución a través de una convención constituyente compuesta por 155 ciudadanos, de los cuales 17 cupos serán reservados para representantes del mundo de los pueblos originarios, además de ser paritaria entre hombres y mujeres. Sin embargo, no resulta fácil proyectar cómo se representarán los idearios políticos en el constituyente.

En efecto, existe una alta incertidumbre respecto de los resultados para la elección de la convención constituyente. Un aspecto relevante que lo justifica es que no se puede estimar convincentemente la participación del acto electoral previsto para el 15 y 16 de mayo. La fecha original era el 10 y 11 de abril pero, producto de la agresiva segunda ola de covid-19 en el país, el Congreso Nacional resolvió postergarla en más de un mes.

Recordemos que en la pasada consulta del 25 de octubre participaron 50,09 % de los ciudadanos habilitados para sufragar, de los cuales casi el 80 % lo hicieron por la opción apruebo y casi el 75 % se inclinaron por la convención constituyente y no por la convención mixta que integraba a parlamentarios en la conformación del órgano que redactaría la carta fundamental. Esto reveló un sentimiento antipartidos políticos y, desde una interpretación más amplia, contraria a la elite política actual, lo que nos permite afirmar que, en términos comparados, la votación contó con la mayor participación desde que se legisla en favor del voto voluntario en Chile (2012).

La alta participación en la consulta anterior no representaría necesariamente un indicador para prospectar el comportamiento en la elección próxima, si se tienen en consideración dos fenómenos. Uno relativo a una elección en tiempos de una pandemia que ha ido al alza en los números de infectados y cuyo promedio de fallecidos ha llegado a ser de una persona a cada 30 minutos, y que superó los 23.800 durante la primera semana de abril. Esta situación se ha mantenido a pesar de los altos índices de vacunación que presenta Chile, donde al 7 abril más de cuatro millones de personas ya fueron vacunadas con dos dosis y más de siete millones habían recibido la primera dosis.

En consecuencia, debido a la situación sanitaria por la que atraviesa Chile, con hasta 98 % de ocupación de las camas críticas disponibles en el sistema de salud, se ha debido corregir la comunicación de riesgo por parte de las autoridades de gobierno, cuestión que podría tener algún efecto en la voluntad de participar en el acto eleccionario. A ello se suma que desde el mundo científico (Colegio Médico y otros) se ha informado que no será hasta el segundo semestre cuando se notarían los esfuerzos de vacunación, luego de alcanzar un 80 % de la población con dos dosis, situación que permitiría la inmunidad de rebaño.

La otra arista que podría afectar la participación efectiva de la ciudadanía en el proceso de elección de la convención constituyente sería la composición de las listas en los 28 distritos con que cuenta el mapa electoral del país. Al respecto, la voluntad manifestada el pasado 25 de octubre advertía acerca de la demanda por personas que no vinieran desde las estructuras partidarias. En tal sentido, los partidos ciertamente intentaron llevar entre sus listas a personas independientes que consigan dar un marco de legitimidad al proceso, pero posiblemente dicho esfuerzo no será del todo convincente para la ciudadanía, desafecta de ellos. Además, cabe advertir que son muy pocas las listas de independientes con posibilidad cierta de salir electos, debido al sistema electoral. Esta situación podría eventualmente mermar la participación en el proceso electoral, en especial, debido a que la ciudadanía estaría siendo más consciente de las dificultades de los independientes para ser electos.

¿Por qué las listas independientes son menos competitivas para llegar al constituyente?

El sistema electoral tendería a premiar a quienes se unen transversalmente y van en una lista con candidatos que tengan alta votación, ya que el objetivo del sistema implementado en Chile desde 1912 y conocido como coeficiente de D’Hondt (nombre del belga que lo elaboró) busca fundamentalmente la estabilidad política. En este sentido, alienta la creación de coaliciones políticas en un sistema proporcional que no respeta cuotas.

Chile Vamos, nombre de la coalición de partidos políticos del gobierno actual, supo leer las condiciones del sistema electoral y apostó por confeccionar listas que podríamos considerar fuertes, y consiguió integrarlas en cada distrito a través de un amplio acuerdo político entre los partidos de dicha coalición. Posiblemente, su principal riesgo —además de los dos fenómenos señalados— es la percepción de un posible triunfo electoral para este bloque, lo cual podría desmovilizar a sus adherentes. Además, cabe hacer notar que —en tiempos de cambio de época— muy posiblemente los partidos no tendrán demasiada capacidad para alinear a sus representantes en la convención, ya que las premisas doctrinarias e ideológicas han perdido evidentemente consistencia. Esto nos permitiría augurar que los acuerdos no se alcanzarán necesariamente desde la lógica de negociación entre los representantes de colectivos de derecha, centro e izquierda, asunto que cada vez es más evidente para el electorado, que tiende a votar por persona y no por partido. Esta situación desconcierta tanto a los partidos de gobierno como de oposición, ya que, más allá de quiénes resulten electos, es complejo vaticinar cómo abordarán los distintos contenidos que se debatirán en el constituyente.

Desde la perspectiva de la oposición actual al Gobierno, la fragmentación y/o atomización ha sido la estrategia elegida para enfrentar las elecciones en el constituyente, apostando a una mayor representación de la diversidad. Sin embargo, por las características señaladas respecto del sistema electoral, es muy probable que estas listas atraigan menos votación, lo cual significa dispersar los votos entre los subpactos y conseguir menos escaños en la constituyente, en comparación con el caudal de votos que recibirán los candidatos de oposición.

Por último, cabe mencionar que posiblemente los independientes elegirán pocos representantes a la convención, a pesar de que se inscribieron más de 2.200 candidatas y candidatos. Estos se incorporaron al proceso de distintas maneras, ya que existen tres tipos de independientes: los que van por fuera de pacto, los que están en un cupo dentro de una lista de partido, y las listas o pactos entre independientes. Al respecto, los independientes fuera de pacto son pocos y muy excepcionalmente pueden ser competitivos; mientras que los que van en listas de partidos no son percibidos en propiedad como independientes; y, por último, son relativamente pocas las listas de independientes que parecen competitivas en algún distrito.

En definitiva, mientras los partidos políticos no consigan legitimarse ante la ciudadanía, la democracia representativa seguirá cuestionada. Por ello, el objetivo más preciado de la propia convención constituyente es crear espacios de encuentro que permitan el diálogo para reconocernos como una nación con visión compartida, que de paso revitalice los liderazgos nacionales, y esto a su vez permita legitimar nuevamente el quehacer de quienes aspiran a ser servidores públicos y renovar el sentido de la política.

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Jaime Abedrapo

Director del Centro de Derecho Público y Sociedad (PUBLICUSS) de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad San Sebastián, Chile. Doctor en Derecho Internacional y Relaciones Internacionales (Instituto Universitario Ortega y Gasset, España). Cientista político. Periodista

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