Popularidad presidencial en la “nueva normalidad”

En el centro de la tormenta, los presidentes latinoamericanos se encuentran ante el desafío de conseguir un equilibrio entre las […]
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22 Jul, 2020

Articulo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

En el centro de la tormenta, los presidentes latinoamericanos se encuentran ante el desafío de conseguir un equilibrio entre las cuarentenas largas y el aire a la actividad económica sin que por ello colapsen sus sistemas sanitarios.

Pasados más de cuatro meses desde el comienzo de la pandemia, las democracias de Occidente atraviesan distintas etapas. En Europa el (primer) pico de contagios y muertes parece haber quedado atrás, las naciones comenzaron la desescalada y el ingreso a la nueva normalidad. El continente americano, por su parte, es hoy el epicentro del Covid-19 y su horizonte de salida es incierto. Si la crisis sanitaria es desigual, la crisis económica es bastante homogénea. A uno y otro lado del Atlántico, los países sufren las duras consecuencias en términos de actividad, caída de consumo y desempleo de la pandemia.

En este contexto de enormes desafíos, ¿cómo evoluciona la popularidad de los líderes políticos? Para responder a este interrogante relevamos 230 encuestas de 17 países de América Latina, América del Norte y Europa.

Adelantamos la conclusión: la imagen de los presidentes y primeros ministros considerados en este estudio muestra una tendencia general a la baja. En el mes de junio, los líderes registraron niveles de aprobación promedio similares a los que tenían antes de la pandemia. El efecto “rally around the flag” parece haberse consumido. En términos de popularidad, lo que la pandemia dio, la pandemia lo quitó.

En la etapa inicial de la crisis (en abril), cuando la amenaza del virus produjo una fuerte conmoción en la opinión pública, tres mandatarios alcanzaron una imagen promedio superior a los 70 puntos porcentuales (los líderes de Argentina, Perú y Portugal). Hoy ningún líder sobrepasa ese umbral. La imagen promedio de abril de todos los presidentes fue 52,1%; la de junio, 45,1%.

Con la excepción de Lacalle Pou en Uruguay, que se encuentra en los primeros meses de mandato, todos los presidentes vieron caer en junio sus niveles promedio de apoyo en relación al mes anterior. En un grupo específico de países, la crisis del Covid-19 deja heridas en el liderazgo presidencial. La popularidad presidencial promedio de junio cayó, en comparación a marzo, en Brasil, Ecuador, Estados Unidos, España, Reino Unido y México.

Para la mayoría de los líderes, es un regreso a la situación pre-pandemia: poco les queda del capital acumulado por la crisis sanitaria. Es un volver a empezar. Con un agravante: para Latinoamérica, lo peor en términos de salud no pasó. Y en todos los casos, lo peor en términos de economía está por venir.


Variación regional en la respuesta a la pandemia

El nuevo foco del Covid-19 se trasladó a América, donde la crisis tiene más contrastes. Los Estados de la región están haciendo frente a la pandemia con menos capacidades y recursos que aquellos de los países desarrollados. ¿Cómo influyeron estas diferencias que preceden a la pandemia en las respuestas que dieron los gobiernos de América Latina y Europa?

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Para responder a este interrogante, agregamos a nuestra base de datos dos índices elaborados por la Universidad de Oxford. El primero es el Índice de contención y salud, que registra las restricciones estatales en la circulación, la política de testeos, el seguimiento de contactos, la inversión en atención médica, así como las inversiones en la búsqueda de la vacuna. El segundo, el Índice de apoyo económico, que considera medidas de acompañamiento por parte de los Estados como el estímulo a los ingresos y el alivio de la deudas de los ciudadanos.

Cómo vemos a continuación, la voluntad de los presidentes a uno y otro lado del Atlántico está subordinada a las restricciones de sus capacidades estatales. Mientras que en Europa lograron conciliar algunas cuarentenas administradas con altos estímulos económicos, la solución latinoamericana se caracteriza por los altos (y largos) niveles de aislamiento con menores inyecciones económicas. Es que una tormenta no se navega igual con un velero que con un acorazado. La estructura condiciona a la agencia y cada Estado hizo lo que pudo, con lo que tiene.


La mejor posición económica desde la que partieron los países del Norte les permitió volcar mayores recursos en la sociedad para hacer frente a la pandemia. La respuesta europea al Covid-19 fue mantener altos estímulos fiscales y económicos con olas sucesivas de aislamiento y apertura. No solo cuentan con sistemas de salud reforzados, sino también con arcas públicas de mayor tamaño.

Ninguna de esas características abunda en nuestra región. Con menos herramientas disponibles, la estrategia predominante en América Latina ha sido la implementación de medidas de cuarentena o aislamiento social más largas que la media de los países desarrollados, tal como se advierte en el siguiente cuadro.

No hay un “manual de buenas prácticas” frente a la pandemia. Hay países que aplicaron medidas de alta contención social y sanitaria que tuvieron una respuesta poco eficaz (Italia o Perú) y naciones con índices medios de contención y estímulo fiscal que registraron una mayor efectividad (Alemania o Uruguay). Lo más adecuado para comprender el grado de éxito de los gobiernos es atender las particularidades de cada país y analizar la secuencia de decisiones antes que mirar sus resultados. No hay una única estrategia exitosa, o un camino unívoco hacia el caos sanitario, sino muchas elecciones posibles.

En el centro de la tormenta, los presidentes latinoamericanos se encuentran ante el desafío de conseguir un equilibrio entre las cuarentenas largas y el aire a la actividad económica sin que por ello colapsen sus sistemas sanitarios. Es que en América la necesidad económica pesa más fuerte que en Europa. Y todo esto lo harán con un menor respaldo público promedio. El clima de unidad que dominó en la mayoría de los países ante la irrupción de la crisis sanitaria comienza a resquebrajarse. La política entra a la “nueva normalidad”.

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Daniela Barbieri, Javier Cachés y Augusto Reina

Daniela Barbieri. Socióloga (Universidad de Buenos Aires, UBA). Magíster en Comunicación Política (George Washington University). Docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Consultora política, investigadora y profesora universitaria (UBA) ~|||~ Javier Cachés. Politólogo (Universidad de Buenos Aires, UBA – Universidad Di Tella, Argentina). Consultor político. Docente de la Carrera de Ciencia Política de la UBA ~|||~ Augusto Reina. Politólogo (Universidad del Salvador, Argentina. Consultor político. Presidente de la Asociación Argentina de Consultores Políticos (ASACOP)

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