El anuncio de Donald Trump de imponer aranceles “recíprocos” fue un día negro para el orden comercial mundial y la prosperidad de las naciones.
El mandatario echó por la borda un principio fundamental de la cooperación económica multilateral: el principio de nación más favorecida, o MFN por sus siglas en inglés. Estipula que a todos los miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) se les deben ofrecer las mismas condiciones arancelarias. Solo en el marco de acuerdos comerciales que vayan más allá de las normas vigentes de la OMC pueden acordarse excepciones entre las partes contratantes. Por lo tanto, los aranceles actuales, ya sean impuestos por la Unión Europea, México u otro Estado miembro de la OMC, no van dirigidos en absoluto contra EEUU, como Trump afirma repetidamente. Más bien, son el resultado de negociaciones conjuntas que EEUU también ha aceptado.
Sin embargo, estos acuerdos no tienen ninguna importancia para Trump. No le importa ni el principio MFN ni los 14 acuerdos comerciales bilaterales firmados por EEUU. Y, aún así, espera que su amenaza anime a los Estados afectados a cerrar deals con él. Sin embargo, el 2 de abril de 2025, Trump demostró ante el público mundial el verdadero valor de estos deals.

Contra el sentido común
El comercio mundial generó prosperidad en la humanidad. Solo desde 1990 el número de personas que viven en pobreza absoluta se redujo en un 65%. El comercio mundial desempeñço un papel fundamental en ello. Los países que lograron integrarse en las cadenas de valor mundiales han tenido especial éxito en la lucha contra la pobreza.
Ahora, Trump golpea la economía mundial con sus ataques arancelarios, pero los principales perjudicados son sus propios conciudadanos. Los productos se encarecerán, y no solo los importados, sino también los que dependen de insumos extranjeros. En muchos casos, no es posible deslocalizar la producción a EEUU, como lo espera Trump. A pesar del cambio climático, no es probable que el café y el cacao crezcan en EEUU en un futuro próximo. Y, en otros casos, las deslocalizaciones de producción son proyectos de inversión a largo plazo que entran en conflicto con la política errática y de corto plazo de Trump. Además, EEUU tiene pleno empleo. No está nada claro de dónde va a salir la mano de obra para la producción adicional en el país. Cualquier desplazamiento dejará huecos en otros sectores, presumiblemente más productivos.
Las Pymes, en particular, se encuentran ahora en un verdadero aprieto. Las mercancías que ya han sido pedidas y pagadas deben ser despachadas en aduana con las nuevas tarifas cuando lleguen a los puertos estadounidenses. Esto causará enormes problemas de liquidez a muchas de ellas. Y algunas empresas que actualmente producen en EEUU para el mercado mundial se plantean deslocalizarse al extranjero para seguir siendo competitivas en términos de precio, ¡lo que sería exactamente contrario al objetivo de Trump!
¿Razones?
En los últimos días se ha especulado mucho sobre cuáles podrían ser los objetivos estratégicos de Trump. Las especulaciones han ido desde influir los rendimientos de los bonos del Estado a su favor, hasta la manipulación de mercados para privilegiar a sus donantes más importantes. Sin embargo, la hipótesis más plausible parece ser que la política arancelaria no se basa en ninguna estrategia a largo plazo. Tampoco parece que Trump esté intentando de dar la impresión de que está en condiciones de hacerlo.
Al fin y al cabo, hasta su diagnóstico es erróneo: los actuales déficits comerciales de EEUU no son injustos y, sobre todo, no constituyen un problema en sí mismo. Más bien, EEUU disfruta del privilegio de poder financiar un nivel de consumo permanentemente elevado con capital extranjero y barato gracias al papel del dólar como moneda de reserva mundial. Además, el panorama es mucho más equilibrado si se tiene en cuenta el comercio de servicios, ya que la realidad no solo se trata de comercio de bienes.
La forma torpe en que se calcularon los aranceles también se alinea con el falso diagnóstico. Contrariamente a la afirmación oficial, de que los cálculos se basaban en el nivel arancelario actual, las barreras no arancelarias y la supuesta manipulación de divisas pronto se supo que para determinar las cifras solo se dividió el déficit comercial de bienes por el valor de los bienes importados. Estas cifras aleatorias no tienen nada que ver con una reciprocidad real.
El legado de Donald Trump
Tan solo una semana después del anuncio de los aranceles “recíprocos”, se produjo la siguiente voltereta: a excepción de China, para la que el nivel arancelario se incrementó incluso hasta el 125%, todos los demás países “solo” estarán sujetos a aranceles del 10% durante 90 días. Los mercados financieros se mostraron rápidamente positivos tras esta noticia.
Sin embargo, independientemente del resultado final del conflicto arancelario actual, la incertidumbre económica se mantendrá y costará crecimiento. Esto quedará como el legado de Donald Trump. Por lo tanto, la reacción del resto del mundo no debe dejarse dividir ni enfrentar entre sí. La prosperidad a través del comercio es la mejor prueba de que la cooperación da sus frutos, ¡hoy más que nunca!