La utopía democrática en América Latina

La utopía democrática en América Latina

La crisis ambiental, la desigualdad social y los conflictos que amenazan con escalar desafían a la humanidad. La gran pregunta es si la democracia podrá administrar este difícil escenario, que requiere de instituciones y de ciudadanos dispuestos a participar en la construcción de consensos.

Por: Franco Delle Donne23 Ene, 2023
Lectura: 6 min.
La utopía democrática en América Latina
Compartir
Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

En un momento de multicrisis, a la humanidad se le acumulan los retos. Salvar el planeta, reducir la desigualdad o desescalar los conflictos son algunos de los más importantes. Tanto como el reto de construir órdenes democráticos dignos de este nombre. El índice de satisfacción con la democracia en América Latina no para de perder puntos desde 1995 en adelante. Y la brecha viene creciendo rápidamente. En 2020, siete de cada diez latinoamericanos estaban insatisfechos con la democracia. Urge centrarnos en la búsqueda de la utopía democrática. Y no hay utopía democrática sin prácticas deliberativas, sin instituciones diseñadas para favorecerlas y sin ciudadanos dispuestos a razonar.

Índice democrático

Sobre 167 regímenes analizados, existen solamente 21 calificados como democracias plenas en el Democracy Index 2021. En pleno siglo XXI, apenas 6,4 % de la población mundial vive en democracias plenas. Mientras tanto, la mitad padece regímenes híbridos o, directamente, autoritarios. En América Latina, sólo Uruguay y Costa Rica están consideradas democracias completas. Chile venía formando parte de ese selecto y reducido club de países, pero ya no más.

En la última edición de DP Enfoque, Adolfo Garcé, doctor en Ciencia Política y profesor titular en el Departamento de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República de Uruguay, reflexiona sobre esta situación. El texto se titula Construir la utopía democrática.

El mencionado Democracy Index, elaborado por la Unidad de Inteligencia de The Economist, consulta a un grupo de expertos sobre 60 indicadores sobre democracia, que quedan agrupados en cinco categorías: proceso electoral y pluralismo, libertades civiles, funcionamiento del gobierno, participación política y cultura política. Posteriormente se aplica una escala del 0 al 10 que puntúa la performance de cada país en cada una de estas categorías y finalmente se calcula el promedio. Los países que quedan entre el 8 y el 10 son democracias plenas, entre 6 y 8 son democracias con fallas, los regímenes híbridos son lo que reciben de 4 a 6, y menos de 4 puntos son regímenes autoritarios.

Garcé señala que los países de América Latina suelen lograr menor puntuación en la dimensión de participación política. Ahí la región está muy lejos de los líderes, que son los países nórdicos. Explica el politólogo:

«Suele decirse que América Latina es el continente de la desigualdad. Pero yo diría que incluso antes de eso es el continente de las dictaduras. Es un continente con problemas muy serios con la libertad. Tenemos problemas con la libertad política. Hay que esperar al último cuarto del siglo XX para que empiece a predominar la democracia como régimen político.»

La escalera democrática

Para conocer el nivel democrático de los distintos países, Garcé elabora una escala de cuatro instancias. En esa suerte de escalera democrática, identifica la instauración, la consolidación, la igualdad política y la deliberación. Garcé sostiene que en América Latina algunos países «todavía deben subir los primeros dos escalones, la instauración y la consolidación de la democracia». E indica que el resto de los países, incluso aquellos que podemos calificar como democracias plenas, como Costa Rica y Uruguay, tampoco llegan a acceder a los siguientes peldaños: el escalón de la auténtica igualdad política y el escalón de la deliberación.

«Cuando hayamos logrado recorrer esta escalera no solamente tendremos el premio del autogobierno ciudadano, sino que nos estará esperando a modo de recompensa adicional el más difícil de imaginar de todos los ideales: la paz perpetua», explica Garcé. El autor del DP Enfoque se inspira en Immanuel Kant, que en 1795 escribió: «La constitución republicana, además de la pureza de su origen, que brota de la clara fuente del concepto de derecho, tiene la ventaja de ser la más propicia para llegar al anhelado fin: la paz perpetua».

La democracia plena en la región

Reflexiona Garcé:

«En verdad estamos muy lejos de la utopía democrática en el sentido que yo propongo. La utopía en realidad es la democracia perfecta, con la que sueña Dahl en su texto. Por eso, él dice que no habla de democracia, porque la democracia no existe, lo que existen son aproximaciones a la democracia, en el mejor de los casos. Y a eso le llama poliarquía. Porque para que haya democracia, en el sentido más bello, más puro, más noble de la expresión, tenemos que ser iguales. No me refiero a la igualdad socioeconómica. Tenemos que ser políticamente iguales.»

Esa igualdad que menciona tiene que ver con cuestiones materiales, con el acceso a la información, con la capacidad de formular y expresar preferencias y con el tiempo que se puede dedicar a elaborarlas. Esos son apenas algunos de los factores que enumera Garcé. Algo que, posiblemente, sea «uno de los grandes déficits de nuestras democracias». Según el autor, las barreras a la participación de importantes sectores de la población son claves para entender este problema.

«Habiendo tantas carencias, tantos problemas sociales, en el plano de la educación en general, y de la educación cívica en particular, ¿podemos hablar de igualdad política, que es el tercer escalón de la escalera democrática?»

Esta pregunta lleva a Garcé a pensar en las serias dificultades para los países de la región de llegar al último peldaño, el de la deliberación. Según él, los debates que se producen son de baja calidad, se argumenta mal y en muchos casos con mentiras, y no hay oportunidad de convencer al otro, porque la polarización lo domina todo.

Al contrario, estamos lejos de tener un espacio en el que, tras un debate de ideas sereno y con argumentos de calidad, uno reconozca al otro que tiene razón. Estamos lejos de ese ideal deliberativo, del enriquecimiento de las ideas en la toma de decisiones.

Instauración, consolidación, igualdad política y deliberación. Los cuatro peldaños de la escalera democrática. Es cierto que venimos de tiempos muy oscuros, y que cada avance es tan frágil que cualquier paso atrás lo pone en entredicho. Pero también que tenemos mucho por hacer en ese camino hacia la utopía democrática, en esa aspiración por tener gobiernos democráticos, en la idea de Robert Dahl, con aptitud para responder a las preferencias de sus ciudadanos sin establecer diferencias políticas entre ellos.

.

Franco Delle Donne

Franco Delle Donne

Doctor en Comunicación Política por la Freie Universität Berlin. Especialista en política alemana. Creador de «eleccionesenalemania.com», único blog de análisis político en español sobre Alemania. Conductor del pódcast «Bajo la Lupa».

newsletter_logo

Únete a nuestro newsletter