Diálogo Político lanza «DP Enfoque», su nueva serie de Policy Papers.
En lo que respecta a sus sistemas de partidos, América Latina está mucho más cerca de Europa que gran parte del llamado tercer mundo. Para sobrevivir en medio de la tormenta de protestas sociales, promesas populistas o cortejos chinos, los partidos de América Latina necesitan el apoyo estratégico de Europa y un diálogo permanente sobre los desafíos compartidos.
El coronavirus golpeó a América Latina en medio de una prueba de resistencia para la democracia. En varios países del continente, la pandemia se sumó a agudos conflictos sociales, desconfianza respecto a las instituciones, la erosión del consenso político y social y promesas populistas de salvación. En medio de la crisis del coronavirus los partidos políticos, ya de por sí debilitados, apenas estuvieron en condiciones de convertirse en intérpretes calificados de la crisis como portadores de conceptos políticos coherentes. El protagonismo del Ejecutivo durante la crisis y el poco frecuente vínculo institucional estrecho entre el Gobierno y un partido político fuerte no bastan como explicaciones para esto. La pandemia, además, hace difícil hallar respuestas según el clásico esquema izquierda-derecha. Si bien los desafíos estructurales que enfrentaron los partidos en América Latina durante la crisis tendieron a atraer menos atención internacional, no solo mantienen su vigencia, sino que también son de crucial importancia para el futuro de la democracia en la región.
En su primera edición de DP Enfoque, la nueva serie de policy papers de Diálogo Político, se analizan varios de los desafíos fundamentales de los partidos políticos latinoamericanos, hoy en una encrucijada. Mientras que los países latinoamericanos siguen siendo en su mayoría democracias de partidos políticos, los signos de debilidad de estos son cada vez más serios.
En los últimos años, América Latina participa de la tendencia global hacia una erosión del consenso político básico y una polarización del panorama político en dos campos enfrentados en forma irreconciliable. Lo que en Argentina es llamado la grieta se repite en cada vez más países de la región. En este entorno del todo vale, los partidos institucionalizados son asfixiados en su capacidad de articular demandas sociales a través de discusiones. Además, llama la atención que hayan sido grupos de interés de diversa índole, y no partidos políticos, los que encabezaron las protestas sociales recientes. Los partidos, a menudo, eran percibidos por los manifestantes como parte de un sistema injusto que debería ser combatido. En estos casos, los partidos no fueron capaces, en su calidad de sistemas de alerta temprana anclados en la sociedad, de hacerse eco de las demandas sociales y de orientarlas hacia canales institucionales, evitando así una explosión violenta. En este entorno, figuras caudillescas, empoderadas por las oportunidades de comunicación vía canales digitales, han ganado nuevamente fuerzas y se presentan como antipolíticos poniendo en peligro serio la institucionalidad democrática.
Si bien la pandemia ha demostrado claramente los déficits de la gestión de crisis de algunos líderes populistas, no parece más que una expresión de deseo que esta crisis pueda colocar a los caudillos en su lugar y oriente a la ciudadanía hacia partidos moderados con programas. Por el contrario, podría darse que el empobrecimiento como consecuencia de la pandemia y el sentimiento de desamparo frente a estructuras estatales den fuerza a propuestas populistas y soluciones supuestamente simples.
Los partidos políticos, además, se hallan ante el desafío de adaptarse plenamente a las reglas de la democracia digital y de realmente transformar su modo de funcionamiento según esta lógica. Esto vale especialmente en América Latina, la región con el uso diario más intensivo de las redes sociales en todo el mundo.
Y, finalmente, los partidos políticos están en la mira de fuerzas extranjeras. Especialmente la República Popular China trata de instrumentalizar a los partidos latinoamericanos para legitimar su modelo autocrático, presentándolo como superior a las democracias liberales. Al firmar documentos conjuntos de «solidaridad» y «respeto», los partidos latinoamericanos caen en este juego geopolítico sin medir las consecuencias. Esto será el tema de la próxima edición de DP Enfoque a mediados de febrero.
A los partidos políticos latinoamericanos, que comparten desafíos cada vez más similares con los partidos europeos, les hace bien la intensificación de un intercambio permanente entre partidos democráticos. Las áreas a desarrollar en este diálogo interpartidario abarcan todo lo relativo a la conexión entre los partidos y sus sociedades. Esto comprende el programa político, la búsqueda de un consenso básico en la sociedad y la orientación estructural de los partidos hacia los patrones de comunicación y debate rápidamente cambiantes en la era digital.
El programa Partidos Políticos y Democracia en América Latina de la Fundación Konrad Adenauer (KAS Partidos) se ve justamente como una plataforma para este diálogo.
Lea más en Siete claves acerca de la situación de los partidos políticos en América Latina
Lo discutiremos en DPEnVivo este martes 2 de febrero. La transmisión puede seguirse a través de Youtube y Facebook Live