¿Qué se define en la batalla por el 5G?

No es fácil imaginar un mundo sin internet, sin smartphones, sin estar conectados. La conexión es parte de la rutina […]
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12 Ago, 2020

Articulo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

No es fácil imaginar un mundo sin internet, sin smartphones, sin estar conectados. La conexión es parte de la rutina diaria, se ha transformado en algo que se percibe como natural y a la vez progresivamente exigente. La velocidad de conexión para poder consumir y utilizar todo lo que hoy se ofrece debe ser cada vez más alta. Se trata de una cuestión tan relevante que se ha transformado en objeto de pelea entre las potencias mundiales actuales: la tecnología de quinta generación, es decir el 5G, un desarrollo tecnológico que puede hacer posible una revolución y a la vez una de las causas de conflicto en este siglo.

Un salto cualitativo

Hace unos treinta años la velocidad de conexión era ínfima comparada con la de hoy. Actualmente, el desarrollo ha permitido que la mensajería instantánea, las videollamadas o la interacción en redes sociales estén totalmente integradas a la vida diaria. Ampliar ese universo a muchas otras áreas depende del desarrollo e implementación del 5G, la quinta generación de las tecnologías y estándares de comunicación inalámbrica, aquella que permite conectarse a internet en cualquier sitio.

En un inicio, la primera y segunda generación de estas tecnologías procuraban establecer las condiciones para que fuera factible utilizar servicios de voz. Luego, con el 3G se desarrolló la velocidad necesaria para transmitir datos. Y finalmente el 4G fue el desarrollo que hizo posible la banda ancha en dispositivos como los teléfonos móviles.

Ahora bien, ¿cuánto más puede hacer el 5G en este sentido? En primer lugar, permitiría multiplicar la velocidad de esa banda ancha mil veces. Pero, además de ello, sentaría las bases para desarrollar un ecosistema totalmente nuevo de servicios y que consumiría menos energía que sus predecesoras. La ingeniera y sinóloga Águeda Parra sostiene que, tarde o temprano, todos los países deberán disponer del 5G, ya que la economía y la producción estarán estrechamente asociadas a esta tecnología. «Lo que hará 5G es una evolución más en esas tecnologías. Tanto cuestiones relacionadas con la robótica, cloud, coches eléctricos, etc.», explica la autora del libro China. Las rutas de poder, y agrega: «El uso más diario del desarrollo de la industria deberá tener incorporadas estas tecnologías».

El 5G permitirá que el intercambio de información sea tan veloz que, por ejemplo, hará posible la conducción automática de un vehículo. La cantidad de información emitida y la baja latencia que otorga el 5G, es decir, la transmisión de datos en menos de un milisegundo, posibilitará al sistema operativo del automóvil reaccionar a tiempo y con ello conducirlo normalmente. La ejecución de operaciones quirúrgicas remotas o la traducción simultánea a cualquier idioma son solo dos ejemplos más del alcance de los estándares que garantiza el 5G. Tal es el mundo de posibilidades que abre esta evolución de las tecnologías de comunicación inalámbrica, que actualmente se ha convertido en un campo de batalla.

 

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«China sabe tener paciencia»

Resulta casi automático relacionar el 5G con China, más precisamente con la empresa Huawei y, a la vez, con la tan citada guerra comercial entre Estados Unidos y el gigante asiático. Gabriel Pastor, periodista residente en Washington y colaborador de Diálogo Político y del diario El Observador de Uruguay explica la naturaleza de este enfrentamiento entre potencias: «La pelea es en el propio sistema capitalista. No están enfrentados dos regímenes diametralmente opuestos en el sentido económico, como ocurría con la ex Unión Soviética y con Estados Unidos, sino que ahora se trata de dos economías que además se necesitan, como ha quedado al descubierto durante la crisis de COVID-19 en relación con los insumos médicos que maneja China.

En este contexto, la tecnología de quinta generación es motivo de disputa. Y aquí surge un interrogante interesante. Algo que todavía sigue sorprendiendo a algunos. ¿Cómo ha logrado China estar a la vanguardia en este punto? Si hasta no hace mucho se pensaba que la industria de ese país solo se dedicaba a imitar productos y a vender muy barato. Gabriel Pastor entiende que tal vez la sorpresa obedezca a una cierta incapacidad para analizar el fenómeno chino. Según el periodista, «tratamos de entender a China con lógica de Occidente, sin entender cómo se maneja China milenariamente en este mundo. China sabe tener paciencia».

Esta incapacidad de Occidente para cambiar la perspectiva, para pensar en otros términos, es algo que la canciller alemana describió hace unos meses en una conferencia: “Los propios chinos se sorprenden cuando escuchan hablar del ascenso de su país. En su autopercepción se ven como una civilización de cinco mil años que sencillamente vuelve a su lugar central en el escenario mundial. Un lugar que tuvieron durante siglos».

Es evidente que la valoración de la variable temporal para los chinos es diferente que la de Occidente. Y este elemento se ha transformado en una ventaja para el país asiático. China planifica objetivos a partir de una estrategia de largo plazo.

 

La (in)dependencia económica

Águeda Parra, experta en el caso chino, no tiene dudas: en dicho país el objetivo principal es consolidar una economía de avanzada. El plan Made in China 2025 es ejemplo de ello. Su objetivo es avanzar hacia un modelo económico basado en la innovación. Y esto, en cierta manera, explica que hayan tomado la delantera en el desarrollo del 5G. «China tiene una planificación mucho más a largo plazo de la que tiene cualquier otro país. Por lo tanto, ellos han visualizado que esa transición que necesitan para consolidar su modelo económico es, por ejemplo, digitalizar su industria». Según Parra, el plan Made in China 2025 tiene contemplado dos hitos temporales, uno ya cumplido en 2020, que preveía una China autónoma de la producción de potencias extranjeras hasta en un 40 %. El otro, en 2025, que contempla un 70 % de independencia.

Se trata de unos niveles de independencia económica que de alguna manera se contraponen con lo sucedido durante la crisis sanitaria. En esta quedó en evidencia que, en ciertas áreas, el resto del mundo depende enormemente de la producción china.

En este contexto, el gigante asiático es líder en el desarrollo del 5G. Y con distancia. «Tiene cuatro veces más generación de estándares que su competidora estadounidense, Qualcomm», indica Parra. En realidad, su competencia más cercana no proviene de Estados Unidos, sino de Europa. Nokia y Ericsson están en la pelea, pero aun así «Huawei ha generado el doble de los estándares», cierra la sinóloga española.

Frente a ese liderazgo abrumador, el actual gobierno estadounidense no ofrece respuesta. O sí, pero no en términos tecnológicos, sino retóricos. Los esfuerzos del presidente Donald Trump se han concentrado en amenazar a quienes quieran asociarse a China en esta cuestión.

«Trump está amenazando. Lo ha hecho, por ejemplo, con el gobierno del Reino Unido al decirle que, si esto sucede [el trabajo conjunto con China], podría caerse el eventual acuerdo de libre comercio previsto entre Reino Unido y Estados Unidos. Algo pensado luego del brexit», señala Gabriel Pastor. El problema que analiza Pastor tiene que ver con las necesidades de cada uno de los países de acceder a esa tecnología. Es decir, más allá de las amenazas no hay nada: «Lo dijo el presidente de Panamá: “si usted no quiere que China avance en Latinoamérica haga algo por nosotros. Necesitamos inversiones, capital, desarrollarnos económicamente”». Pastor concluye entonces: «Y si Estados Unidos no ocupa ese lugar, lo va a ocupar China».

La visión binaria de Trump lo ha llevado también a retirarse de varios organismos multilaterales. Lo cual ha supuesto un consecuente crecimiento de la influencia del gigante asiático en diversas regiones del mundo. Por otra parte, la crisis de COVID-19 no ha supuesto un freno a los planes chinos, sino al contrario. Parra indica que «China reanudó el despliegue del 5G el primer día después de anunciarse el final de la pandemia. Está abordando una estrategia mucho más agresiva que lo que están contemplando el resto de los países que todavía están en una fase de recuperación económica. En este sentido, las tres principales operadoras chinas ya han anunciado unos planes de inversión para 2020 que incluso superan los presupuestos de 2019».

Mientras tanto, unos están ocupados en la reconstrucción de la economía, como es el caso europeo, y otros están ocupados en el discurso vacío y la campaña electoral, como es el caso estadounidense. En ese contexto, China continúa apegado a su plan y el panorama le resulta bastante favorable. Tal vez las elecciones estadounidenses modifiquen el rumbo, o tal vez estemos frente a una nueva era en las relaciones internacionales.

Franco Delle Donne

Doctor en Comunicación Política por la Freie Universität Berlin. Especialista en política alemana. Creador de «eleccionesenalemania.com», único blog de análisis político en español sobre Alemania. Conductor del pódcast «Bajo la Lupa».

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EDICIÓN ESPECIALClaves para entender a China

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