Representación política: los partidos políticos ante la amenaza del transfuguismo

Representación política: los partidos políticos ante la amenaza del transfuguismo

Este artículo se centra en la disciplina partidaria, el transfuguismo y la participación y proliferación de candidatos independientes en el contexto de crisis de los partidos tradicionales.

Por: Leandro Querido2 Oct, 2022
Lectura: 19 min.
Representación política: los partidos políticos ante la amenaza del transfuguismo
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Este artículo se centra en la disciplina partidaria, el transfuguismo y la participación y proliferación de candidatos independientes en el contexto de crisis de los partidos tradicionales.

Los últimos períodos electorales en América Latina se desarrollaron en un contexto de desintegración del tejido social y partidario. Las crisis socioeconómicas, la fragmentación y desafección partidaria, el surgimiento de nuevas fuerzas políticas, el debilitamiento de las instituciones democráticas y la polarización de la ciudadanía son algunos de los fenómenos que se han dado en la región y que impactan en los procesos electorales. Sin embargo, la coyuntura varía a lo largo del continente, desde regímenes autoritarios sin competencia ni alternancia, a regímenes democráticos capaces de canalizar las preferencias de la ciudadanía mediante elecciones.

¿Cuáles son algunos de los síntomas de la crisis de representación? Puntualmente, este artículo se centra en la disciplina partidaria, el transfuguismo y la participación y proliferación de candidatos independientes en el contexto de crisis de los partidos tradicionales. En este sentido, es necesario hacer precisiones conceptuales respecto del transfuguismo, que aparece como un concepto menos desarrollado si se lo compara con conceptos más estudiados y presentes en la literatura como el de disciplina partidaria.

El transfuguismo tiene su origen en las democracias parlamentarias europeas y se refiere al cambio de grupo o fracción legislativa de uno de sus miembros durante su mandato. Esto no quiere decir, sin embargo, que el transfuguismo sea un fenómeno exclusivo del parlamentarismo. Por el contrario, este fenómeno está presente también en los sistemas presidencialistas, a pesar de que las causas, etapas e implicancias pueden variar de sistema a sistema (Morán-Torres, 2017).

En los sistemas presidencialistas como los latinoamericanos, el tránsfuga no solo suele ser un candidato electo o en ejercicio de sus funciones que cambia de color político, sino que también puede ser un aspirante que no se ve beneficiado por la selección interna de candidatos que realiza su partido y por ello busca presentarse con otro partido o de manera independiente para garantizar su candidatura. En otras palabras, generalmente el político tránsfuga en América Latina se desvincula del partido al que pertenece, antes de las elecciones, para tener una plataforma con la que competir por un cargo.

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generalmente el político tránsfuga en América Latina se desvincula del partido al que pertenece, antes de las elecciones, para tener una plataforma con la que competir por un cargo.

Debate y preocupación

A medida que esta práctica se populariza, aumentan los debates acerca de su legitimidad y las preocupaciones por erradicarla. Quienes buscan eliminar el transfuguismo relacionan este fenómeno con el debilitamiento del sistema de partidos y la ruptura entre el candidato y la ideología y base electoral del partido. Indudablemente, deslegitimar a los partidos políticos como mediadores entre la ciudadanía y las instituciones afecta la calidad democrática y de la representación (Petri y Vargas, 2010). La proliferación de nuevos candidatos y partidos implica la multiplicación de los programas electorales y posiciones políticas, que a su vez se puede traducir en mayor fragmentación del sistema de partidos e incluso puede estar relacionado con un fenómeno común en la región: los liderazgos personalistas sin vínculos programáticos.

El debate gira en torno a la siguiente pregunta: ¿limitar o erradicar el transfuguismo implica necesariamente o en alguna medida limitar los derechos políticos de los ciudadanos, particularmente el derecho a elegir y ser elegido y el de libre asociación? Los partidos son los vehículos del sistema político para traducir preferencias ciudadanas en representación o resultados concretos y la libertad de asociación es un derecho político necesario en democracia. ¿Prohibir el transfuguismo implica limitar también las opciones de los electores y elegidos? (Morán-Torres, 2017).

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¿limitar o erradicar el transfuguismo implica necesariamente o en alguna medida limitar los derechos políticos de los ciudadanos, particularmente el derecho a elegir y ser elegido y el de libre asociación?

Determinar en qué punto este fenómeno transgrede la calidad de la representación o el compromiso de un candidato con un programa electoral es lo que hace difícil regularlo legalmente o condenarlo moralmente. Por ejemplo, no es lo mismo cambiar de partido político durante una campaña electoral para tener mayores oportunidades de conseguir una candidatura que hacerlo en el ejercicio de funciones en un cargo público, sobre todo si el cambio implica un cambio de posición significativo sobre ciertos contenidos programáticos por los que los electores votaron.

El transfuguismo político en América Latina

A pesar de que prohibir el transfuguismo podría limitar los derechos políticos de los ciudadanos, países como México, Brasil, Perú y Colombia intentaron regular la práctica. México, por ejemplo, estableció mediante una reforma electoral en 2014 que los diputados y senadores que se presenten a una elección consecutiva deben postularse por el mismo partido con que lo hicieron la primera vez cuando resultaron electos y ejercieron funciones en el gobierno, a menos que se haya producido la renuncia o perdido la militancia antes de concluida la mitad del mandato. Asimismo, se buscó limitar el transfuguismo desde las candidaturas, permitiendo que un candidato solo pueda ser postulado por el partido al que pertenece (Morán-Torres, 2017). Por otro lado, en Colombia y Perú también se limitó el transfuguismo, exigiéndole a los legisladores que quieran postularse por un partido distinto que renuncien a su afiliación partidaria meses antes de la elección: doce en el caso de Colombia y un año antes en el de Perú (Morán-Torres, 2017). Sin embargo, todavía no hay una doctrina desarrollada acerca del transfuguismo.

La motivación del legislador o candidato que cambia de partido o se presenta como independiente es clara: acceder a la candidatura en vistas de obtener el cargo. Sin embargo, es válido preguntarse qué factores inciden en el transfuguismo. Petri y Vargas, en un análisis del transfuguismo en América Central, desarrollan dos categorías de factores explicativos: los factores político-institucionales, que comprenden el sistema electoral, el procedimiento de designación de los candidatos dentro de los partidos (qué tan propensos son a la personalización) y el diseño institucional-reglamentario del Parlamento (incluyendo las modalidades de conformación de los bloques); y los factores socioculturales como los cambios de orientación ideológica del candidato, la institucionalización de los partidos políticos y la identificación de los electores con las etiquetas partidarias, la influencia de los medios de comunicación, las características del sistema de partidos y la tolerancia o ausencia de restricciones al transfuguismo (Petri y Vargas, 2010).

Un revés en la región

En cuanto a la institucionalización de los partidos e identificación con las etiquetas partidarias, puede argumentarse que se está sufriendo un revés en la región. Actualmente hay una tendencia a la desafección partidaria, que comprende un mayor desalineamiento y debilitamiento del vínculo entre electores y partidos (Ruiz Rodríguez, 2021). Esta tendencia es un síntoma de la crisis de las instituciones, ya que uno de los factores que determina la confianza en los partidos es la eficacia del gobierno. En otras palabras, la ruptura de los vínculos entre los partidos y sus electores es una manifestación más de la crisis de las instituciones, aunque es necesario aclarar que, en los casos de Guatemala, Costa Rica, Perú y Uruguay durante el período 2004-2012, la eficacia gubernamental no puede explicar de manera efectiva la identificación partidaria. La caída en la identificación partidaria también responde, en algunos casos como Argentina o Venezuela, a las crisis económicas (Morales Quiroga, 2011).

Con respecto al caso argentino podemos traer el término utilizado para denominar transfuguismo: se trata de borocotización, en referencia a Eduardo Borocotó, un médico outsider de la política que en 2005 integró una lista de candidatos a diputados nacionales del partido PRO de Mauricio Macri y que luego de acceder a la banca se pasó al partido kirchnerista que gobernaba el país en aquel entonces. Los casos más recientes fueron los de los diputados nacionales Beatriz Ávila, Antonio Carambia y Pablo Ansaloni que ingresaron a través de la lista de la coalición opositora Juntos por el Cambio en 2019 y que luego de asumir se integraron al bloque oficialista del Frente de Todos.

Ahora bien, la relación entre identificación partidaria, institucionalización y volatilidad electoral no siempre es predecible. En el caso de Chile, por ejemplo, de 2004 a 2012 se evidencia un nivel bajo de identificación con los partidos, acompañado por una alta institucionalización del sistema de partidos y una baja volatilidad. Esto puede deberse a que, a pesar de que la identificación siempre se pensó en términos programáticos, en verdad esta puede ser de dos tipos: por convicción o por transacción, dependiendo de si se construyen vínculos programáticos con los electores y si hay clivajes sociales que definen a los partidos.

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la relación entre identificación partidaria, institucionalización y volatilidad electoral no siempre es predecible.

Identificación por transacción

La introducción de esta nueva categoría de identificación (la identificación por transacción) implica que puede haber institucionalización partidaria sin la existencia de lazos programáticos con los electores. De la misma manera, puede haber una alta identificación partidaria en contextos institucionales inestables y proclives a las relaciones clientelares. Por ejemplo, Paraguay tiene un alto nivel de identificación partidaria que convive con un índice de volatilidad por sobre la media latinoamericana. Esto puede deberse a que la identificación por transacción es un resguardo más débil (respecto de la identificación por convicción) ante la volatilidad (Morales Quiroga, 2012).

Por más que sea necesario un estudio comprehensivo acerca de los efectos de las distintas combinaciones entre institucionalización e identificación partidaria sobre el transfuguismo, puede desarrollarse una hipótesis. En contexto de baja institucionalización e identificación partidaria puede aumentar la volatilidad electoral, las posibilidades de realineamiento y la entrada de nuevas etiquetas partidistas. La débil institucionalización e identificación partidaria no solo otorga mayores incentivos al transfuguismo, sino que es un factor central en el surgimiento de candidaturas personalistas, usualmente outsiders, que se insertan en escena con la promesa de mejorar el sistema político.

En suma, la institucionalización del sistema de partidos suele vincularse con la identidad partidaria. Sin embargo, al analizar las categorías de identidad partidaria —por convicción y por transacción—, se vuelve evidente que no siempre puede hacerse una relación lineal entre la identidad partidaria y la institucionalización. En este contexto surgen cuatro escenarios fundamentales: baja institucionalización con alta identificación partidaria; baja institucionalización con baja identidad partidaria; alta institucionalización con alta identidad partidaria; y alta institucionalización con baja identidad partidaria.

El contexto de baja institucionalización e identidad partidaria es el más favorable para el transfuguismo, pero además es más común en democracia que bajo otros sistemas. Los factores condicionantes del transfuguismo como el sistema electoral, el procedimiento de designación de los candidatos dentro de los partidos y el diseño institucional-reglamentario del Parlamento, las características del sistema de partidos y la tolerancia o ausencia de restricciones al transfuguismo, no son concebibles sin antes evaluar la posibilidad de que se compita en elecciones libres y transparentes, con reglas de juego que permitan a los ciudadanos elegir y ser elegidos a cargos públicos. En definitiva, en contextos democráticos hay mayores incentivos para el transfuguismo que en los no democráticos.

Transfuguismo en democracias y autoritarismos

Siguiendo esta línea argumentativa, el transfuguismo es mucho menos probable hoy en día en países como Nicaragua y Venezuela. Durante las elecciones generales en Nicaragua en noviembre de 2021, se encarceló a los miembros de la oposición, incluyendo los aspirantes a la presidencia. Asimismo, a pesar de que en noviembre de este año habrá elecciones municipales, el 4 de julio el régimen de Daniel Ortega despojó a cinco alcaldes de sus cargos (Infobae, 2022). En este contexto, es muy baja la probabilidad de escindirse del Frente de Liberación Nacional para presentarse como candidato independiente o como candidato por la oposición si el costo político y personal es tan alto. En el caso venezolano, el transfuguismo ha estado estrictamente limitado a la oposición, en parte por la misma razón. En la Nicaragua autocrática de Daniel Ortega y su partido Frente Sandinista de Liberación Nacional se utiliza el término zancudismo para retratar a la oposición colaboracionista, aceptada y promocionada por el gobierno de izquierda y que obtiene prebendas del régimen.

Por otro lado, México ejemplifica cómo el tipo de régimen incide en el transfuguismo. Durante la mayor parte del siglo XX, México estuvo gobernado por el Partido Revolucionario Institucional y contaba con una baja competitividad electoral. Durante este régimen privó una fuerte lealtad y disciplina partidaria que evitó el transfuguismo. Sin embargo, con la transición política y la apertura gradual del régimen se eliminaron las medidas que prohibían las escisiones o rupturas con el partido y aparecieron los tránsfugas, entre quienes se encontraban los miembros fundadores del Partido de la Revolución Democrática (“PRD), que buscaron un cambio en el sistema político. Por lo tanto, los tránsfugas incluso tuvieron una buena reputación en México por ser una clave del cambio político que llevó a la alternancia del poder. Sin embargo, hoy en día el transfuguismo volvió a tomar una connotación negativa en México e incluso se promulgaron medidas para erradicar la práctica (Ríos Vega, 2009).

En las democracias como la chilena, que fue considerada en los primeros años del siglo XXI como una democracia con altos niveles de institucionalización y bajos niveles de identificación partidaria, no hay datos concretos acerca del transfuguismo. Sin embargo, pudo observarse un fuerte desapego a las instituciones y partidos tradicionales chilenos en los comicios de 2021. Estas elecciones, en las que se eligieron los representantes que participarían en la Convención Constituyente, se llevaron a cabo en un contexto de fuerte conflictividad social y descrédito del Gobierno tras las protestas de 2019. Los reclamos de estas protestas no fueron capitalizados por ningún partido (Ruiz Rodríguez, 2021), por lo que no sorprende que los candidatos independientes hayan logrado casi un tercio de los cargos (BBC News Mundo, 2021).

Asimismo, la demanda por un nuevo liderazgo que se diferencie de la derecha gobernante tuvo su expresión más clara en la elección del presidente Gabriel Boric, perteneciente al partido Convergencia Social fundado en 2018, quien incluso compitió por la presidencia con el candidato independiente Sebastián Sichel. Es necesario remarcar que siguen registrándose continuidades en el sistema de partidos chileno, particularmente, la coordinación entre partidos para lograr resultados en las elecciones. Esta lógica de coaliciones se ve reflejada en el caso de Boric, cuyo partido pertenece a la coalición de izquierda Frente Amplio.

Puede determinarse, por lo tanto, que Chile mantiene ciertos rasgos o costumbres del sistema de partidos, como la tradición de formar coalición para presentarse a elecciones. El cambio principal observado en 2021 deviene del hecho de que Chile no tiene niveles altos de identificación partidaria a pesar de que los partidos tienen cierta estructuración programática: el sistema de partidos chileno no pudo lidiar o representar las demandas sociales de un gran sector del electorado hasta que estallaron las protestas en 2019. Esta búsqueda de representación política se tradujo en el cambio de color político de la presidencia. Sin embargo, es necesario recalcar que, por más que los partidos tradicionales se enfrentan a una dificultad para mantener su base de apoyo y protagonismo en un contexto en que las demandas de ciertos sectores de la sociedad buscan verse representados en la política, la sociedad chilena permanece polarizada y el Parlamento sigue en manos de la derecha, los integrantes independientes que dominan la Constituyente han caído en la desacreditación ciudadana rápidamente y la luna de miel de Boric ha sido muy corta, como lo reflejan las encuestas de aprobación de gestión e índices de popularidad.

Transfuguismo y la fortaleza institucional

En el caso peruano, no solo tiene bajos niveles de identidad partidaria como Chile, sino también una débil institucionalización del sistema de partidos. En las elecciones de 2016 triunfó Pedro Pablo Kuczynski con un discurso antipartido político. Sin apoyos partidarios fuertes, debió renunciar luego de varios pedidos de vacancia. Con su sucesor Martín Vizcarra la situación no se tranquilizó y la crisis volvió a emerger. El triunfo de Pedro Castillo en las elecciones en 2021 no acabó con la inestabilidad. A un año de su gobierno, el denominador común es la falta de confianza en los ministros designados, expresada por un Poder Legislativo fraccionado y disperso, la renuncia de muchos ministros y los pedidos de vacancia que de a poco ganan apoyos aprovechando la crisis que se ha dado en el seno del partido de gobierno Perú Libre. En suma, cinco presidentes recientes de Perú han estado implicados en causas de corrupción, escándalos que se ven acompañados por la creciente desconfianza del electorado ante los partidos políticos, un débil sistema de partidos que da lugar a un Congreso extremadamente dividido.

En relación con los bajos niveles de identidad partidaria, es necesario considerar que durante las últimas dos décadas el clivaje o línea de conflicto no ha sido el eje izquierda-derecha sino el eje fujimorismo-antifujimorismo. En otras palabras, Perú no tiene una división entre partidos programáticos de izquierda y derecha, ya que el clivaje de la sociedad gira en torno a la figura del expresidente Alberto Fujimori. Por otro lado, actualmente, el sistema de partidos peruano podría estar ante un incierto proceso de mutación o de redefinición de esta principal línea de conflicto, lo que podría conducir a una redistribución de ese voto entre otros partidos y candidaturas (Morales Quiroga, 2012).

Otra característica fundamental de las elecciones en Perú es que se dan en un contexto de débil institucionalización del sistema de partidos y altos niveles de volatilidad, lo que torna impredecibles los resultados electorales. Por ejemplo, para las elecciones de 2021 participaron veinticuatro partidos por la presidencia. Los actores no se mantienen en el tiempo, hay altos niveles de personalismo y precariedad organizativa, lo que favorece el transfuguismo (Ampuero et al., 2020). Igualmente, es necesario recordar que Perú promulgó leyes que limitan el transfuguismo electoral.

El caso opuesto al peruano es el de Uruguay, que cuenta con altos niveles de estructuración programática, identificación partidaria e institucionalización del sistema de partidos. A diferencia de los casos mencionados anteriormente, en Uruguay las elecciones no se realizaron dentro de un contexto de inestabilidad o conflictividad social, sino en un contexto estable y de crecimiento económico que dio a lugar a la implementación de medidas para sostener los niveles de empleo (Embajada Abierta, 2019).

Conclusiones

A modo de conclusión, el contexto electoral en América Latina está atravesando desafíos vinculados a la crisis institucional —particularmente, de los partidos tradicionales—, el surgimiento de nuevos partidos y candidatos independientes, el aumento de la polarización de los partidos y los ciudadanos y nuevos escenarios de conflictividad social. Y dada esta coyuntura es válido preguntarse cómo estos cambios impactan en incentivos al transfuguismo, que es un fenómeno controvertido, pero poco estudiado en el caso de los presidencialismos latinoamericanos.

Al hacer énfasis en los casos chileno y peruano, se ejemplifican las principales causas de la alta institucionalización democrática y baja identificación partidaria en el primer caso, y débil institucionalización democrática e identificación partidaria en el segundo. En el caso de Perú, el contexto favorece la llegada de candidatos outsiders o independientes que buscan partidos también nuevos o en desuso a los que llaman vientres de alquiler. Los escenarios electorales no encuentran partidos que se sostengan en el tiempo, dada la alta volatilidad y la fragmentación electoral que es favorable al surgimiento de nuevos personalismos.

Por otra parte, en el caso chileno, la combinación de una baja identificación partidaria con un alto nivel de institucionalización implicó una masa de electores con nuevas demandas que no fueron capitalizadas en primera instancia por ningún partido, pero que encontraron cierta representación en un partido de centroizquierda e izquierda y ciertos candidatos independientes, por lo que ser tránsfuga no cuenta con los mismos incentivos que en otros países.

Los partidos políticos siguen siendo los canalizadores de las preferencias ciudadanas y, hoy en día, sin ellos no es posible la preservación del sistema democrático.

De hecho, el desmontaje de la democracia en Nicaragua y Venezuela fue precedido por una crisis de partidos tradicionales, en las que el transfuguismo y la proliferación de «independientes» funcionales a la consolidación de los giros autoritarios fue la regla. Las dictaduras prácticamente proscriben la disidencia y estimulan la división dentro de sectores de oposición, a la vez que el partido oficial se confunde con el Estado y su estructura burocrática. En Nicaragua, los partidos de la oposición fueron intervenidos por la autoridad electoral para poner directivas aceptadas y promovidas por Ortega y, además, veintiocho diputados de la oposición fueron expulsados del Congreso en 2016.

Los partidos políticos de América Latina tienen el desafío de volver a asumir el rol institucional que deben ocupar en contextos democráticos para preservar el único sistema de gobierno capaz de responder efectivamente a los ciudadanos a la vez que ofrece garantías para dirimir los asuntos públicos en paz y mantiene las libertades individuales. No es una tarea fácil en este contexto caracterizado por la pospandemia y la crisis económica, pero es en estos momentos complejos cuando deben aparecer las capacidades institucionales relacionadas con el liderazgo, la responsabilidad y la innovación. La estabilidad política que demandan y necesitan los ciudadanos en cada rincón de América latina así lo requiere.

Referencias bibliográficas

Ampuero, A., Zorrilla, C., Patriau, E., y Carrasco, E. (2020). Elecciones 2021: estos son los 24 partidos en carrera. Elige Bien Perú.

BBC News Mundo. (2021, mayo 17). Elecciones en Chile: candidatos independientes y de la oposición dominan la asamblea que redactará la nueva Constitución. BBC News Mundo.

Embajada Abierta. (2019, octubre 30). Las elecciones en Uruguay 2019.

La policía de Nicaragua tomó las alcaldías opositoras: destituyó a sus autoridades y las reemplazó por aliados del dictador Ortega. (2022, julio 4). Infobae.

Morales Quiroga, M. (2011). Identificación partidaria y crisis de representación. América Latina en perspectiva comparada. Revista de Ciencias Sociales (Venezuela), XVII(4), 583-597.

Morales Quiroga, M. (2012). Tipos de identificación partidaria. América Latina en perspectiva comparada, 2004-2012. Revista de Estudios Sociales, 57, 25-42.

Morán-Torres, E. F. (2017). Transfuguismo: dicotomía entre la lealtad partidaria y la participación política. Una visión desde los precedentes judiciales en México. Díkaion, Revista de Fundamentación Jurídica, 26(1), 84-106. doi:

Petri, D. P., y Vargas, J.-P. (2010). Cultura parlamentaria y disciplina partidaria: la institucionalidad informal del transfuguismo en Centroamérica. Letras Internacionales, 95(4).

Ríos Vega, L. E. (2009). El transfuguismo electoral: Un debate constitucional en México. Cuestiones constitucionales, 21, 251-294.

Ruiz Rodríguez, L. M. (2021). Los sistemas de partidos de América Latina frente al espejo: elementos de contexto para las próximas citas electorales en la región. Documentos de Trabajo 43/2021. 3 (2.ª época). Madrid: Fundación Carolina.

Leandro Querido

Leandro Querido

Politólogo por la Universidad de Buenos Aires. Magíster en Derecho Electoral por la Universidad de Castilla-La Mancha Fundador de Transparencia Electoral para América Latina y DemoAmlat. Autor del libro «Así se vota en Cuba».

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