Los acontecimientos del 26 de junio en La Paz cubrieron con un manto de incertidumbre a la política boliviana. Ese día, miembros de las fuerzas armadas tomaron la Plaza Murillo en la ciudad capital, frente al Palacio Quemado, la casa de gobierno. Desde la prensa y el gobierno se reseñó como un intento de golpe de Estado. Sin embargo, desde varios sectores, incluyendo al expresidente Evo Morales, esto se ha puesto en duda y se difundió como un autogolpe organizado por el presidente en ejercicio, Luis Arce.
Cecilia Requena es senadora de Comunidad Ciudadana, principal partido de oposición, que cuenta con una bancada de 11 de 36 miembros en la Cámara alta y 39 diputados de un total de 130. Requena integra la Comisión de Tierra y Territorio, Recursos Naturales y Medio Ambiente y es activista ambientalista. En entrevista para Diálogo Político reflexiona sobre el tenso clima político del país y sobre la superación o no del intento de golpe.
El golpe que no fue
¿Qué pasó el 26 de junio en Bolivia?
—No está claro y requiere una investigación seria que no tiene muchas chances de ocurrir. Hay algunos esfuerzos, por ejemplo, del Senado, de hacer una comisión multipartidaria para entender. Las investigaciones por el lado del Ejecutivo no tienen ningún tipo de credibilidad. Tampoco el sistema judicial boliviano tiene credibilidad. Se han vuelto brazos operadores, cuando no represores del régimen, del Ejecutivo. De hecho, tenemos unos magistrados autoprorrogados contra la Constitución. Pueden hacer eso porque están en concomitancia con el Poder Ejecutivo.
Y la fiscalía funciona en un sistema que ha roto completamente todos los pesos y contrapesos, los mínimos de independencia y objetividad en el complimiento de los deberes de todas estas instituciones. Finalmente, tampoco tenemos una policía en la que podamos creer.

Situación institucional
No podemos hablar de separación de poderes, ¿no?
—No, para nada. Y esto es grave. Porque no es solo que no hay separación de poderes, sino que esta dependencia del Ejecutivo se está utilizando como arma política. El Tribunal Constitucional está anulando en muchos casos las acciones del Legislativo. Hay leyes que son declaradas inconstitucionales a pedido del Ejecutivo y hay procesos que se detienen por acciones constitucionales como la elección de los magistrados para reemplazar a los autoprorrogados.
El Tribunal Constitucional se ha vuelto un colegislador de última instancia, que no tiene apelación, y está paralizando la Asamblea Legislativa. Y esto es posible porque el Ejecutivo, la parte del Movimiento al Socialismo (MAS) favorable al presidente Arce, ya no controla a la Asamblea Legislativa.
Entonces, no se trata solo de falta de independencia, sino que es intervencionismo antidemocrático en los otros poderes, particularmente en el Judicial. Este ha aceptado una demanda de algunos ministros para que no puedan ser interpelados por la Asamblea en defensa de sus derechos al trabajo. Mientras esto no se resuelva, no podemos interpelar a estos ministros.
El rol de las fuerzas armadas
¿Y los militares?
—El estamento militar está en gran crisis institucional. El militar que habría hecho el supuesto golpe (pongo lo de supuesto subrayado), fue puesto en ese cargo pese a no tener los méritos. Y había hecho declaraciones fuertes contra Evo Morales. Esto no podía hacerlo por su investidura militar. Ellos no tienen derecho a deliberar. Pero se sintió con la fortaleza de hacerlo, es amigo personal del presidente.
Con esto quiero decir que también las fuerzas armadas fueron desinstitucionalizadas desde el poder. Esto sucede hace mucho tiempo y es una tradición del MAS para poner, como en Venezuela, a todos a los pies del Ejecutivo.
Respecto al acontecimiento, se trató de una asonada militar en la Plaza Murillo, porque tampoco fue más allá, y no tuvo grandes consecuencias. Entraron en el palacio y hubo un encontrón con el presidente. No trataron de apresarlo, ni el presidente trató de hacerlo con él. Fue una conversación muy sui generis. Concluyendo, ¿certeza de golpe? de ningún modo.

Las consecuencias
¿El episodio está cerrado, superado? ¿O todavía puede dar lugar a procesos que no sabemos cuáles podrían ser?
—Bolivia está en una situación de enorme debilidad institucional y por lo tanto de inestabilidad gracias a la forma despótica de operar del MAS y su sistemática destrucción de las instituciones democráticas desde hace veinte años. No hay en este momento instituciones capaces de defender la democracia frente al Ejecutivo.
Apenas, el Tribunal Supremo Electoral trata de resolver problemas de los partidos políticos. Las fuerzas armadas se han convertido en un brazo político. Se supone que los generales deben ser leales al masismo. No hay que descartar que algo así se pudiera repetir. Pero lo que está claro es que esto fue bastante delirante. No tiene mucho destino. ¿Un golpe militar en Bolivia? ¿Ahora, después de todo lo que ha pasado? Francamente no tiene condiciones para sostenerse. No es un tiempo en que las cosas funcionen en ese sentido.
Las fuerzas políticas en su totalidad, sin excepción, y los movimientos sociales más importantes se expresaron en contra de esto que parecía un golpe. No hay las condiciones en Bolivia para esto. Podemos sufrir de caos y desorden, pero no de un golpe exitoso. Acortando mandatos no vamos a resolver nada. Los bolivianos aprendimos de la historia.
En 2019 tuvimos un fraude y una inestabilidad institucional que le ha costado cara al país, que seguimos pagando porque no se termina de aclarar. Desde el poder se pretende imponer el relato de que no hubo fraude y que hubo golpe. Por esto, la gran mayoría de la gente ahora no aprueba esto. No quiere decir que no estemos en una situación grave, de desinstitucionalización complicada. Y a eso se le añade la crisis económica.
Visita de Lula
¿Qué importancia tiene la visita de Lula? ¿Es un indicador de algo?
—Creo que la visita del presidente Lula es un espaldarazo al gobierno. Justo se da después de que presentara la ley de ratificación de adhesión al Mercosur. Le da un respiro y una perspectiva de posibles futuros más allá de la debacle social y económica. Porque Lula ha expresado preocupaciones y que ve a Bolivia peor que antes. También vino el presidente paraguayo, pero no es nada que vaya a cambiar la percepción que hay del mal gobierno.
Bolivia y el Mercosur
¿Qué rol cumple la participación de Bolivia en la reunión del Mercosur?
—He lamentado mucho el discurso de nuestro presidente en el Mercosur. Creo que ha subestimado a los interlocutores tratando de vender el modelo de industrialización a la boliviana del litio. No puede suponer que los jefes de Estado estén tan desinformados. Ese discurso se vende aquí dentro, que tenemos baja inflación, alto crecimiento… pero es muy fácil desmontar esos argumentos.
El crecimiento tiene que ver con inversión pública que es deuda, la baja de inflación tiene que ver con control de precios, incluidos los de los hidrocarburos, una subvención que genera una devaluación de peso boliviano y caída de reservas internacionales. Para quien disponga de conocimientos básicos, Bolivia está lejos de ser un ejemplo para la región. El litio el un fracaso de un proyecto estatal para generar un desarrollo autónomo, pero en este momento no estamos exportando nada significativo.
Lamento también que en su discurso el presidente Arce haya planteado que el golpe sigue vigente como peligro. No creo que sea un buen mensaje a nuestros colegas. El Mercosur plantea condicionalidades democráticas que hay que tomar muy en serio. El próximo gobierno deberá encargarse de resolver esto. Resumiendo, la intervención fue desafortunada. Bolivia tiene que recomponerse y lo puede hacer. Tiene muy buenas condiciones para plantearse sus relaciones con el Mercosur a partir de otro pilares. Ese es el desafío.
El conficto de Arce y Evo
¿Puede explicarnos el conflicto entre Evo y el presidente Arce?
—Poder, candidatura; es así de simple. Y es terrible porque ese enfrentamiento interno del MAS le está causando tal debacle al país porque agudiza la inestabilidad política, lo que no contribuye a la económica.
Es un problema entre dos grupos que en el fondo están buscando el poder a través del instrumento político —así llaman al MAS— y, por lo tanto, de la candidatura. Lo que es increíble es que Evo Morales no ha sido condenado por el fraude de 2019. Por otro lado, hay una discusión, de nunca acabar, de si la Constitución prohíbe o no su candidatura; es decir, prohíbe candidaturas secuenciales, pero no está claro en el caso de una no secuencial.
La oposición
¿Cómo es la situación de la oposición?
—Es muy difícil hacer oposición en esta clase de regímenes. Aquí hay presos políticos, más de doscientos, a los que se agregan más en estas horas a raíz de este hecho de la Plaza Murillo. Por otro lado, líderes de alianzas como Carlos Mesa tienen juicios como espada de Damocles sobre ellos.
La normativa electoral ha sido sesgada para que sea más difícil aún no solo la conformación sino el funcionamiento de las organizaciones democráticas. Mucha de la debilidad de la oposición, que es real, tiene que ver con condiciones estructurales deliberadamente creadas para hacer casi imposible la existencia de partidos que le planten la cara al oficialismo.
Eso lo vemos en procesos como el venezolano. Hay que tener héroes capaces superar una cantidad de obstáculos y muchos se quedan por el camino. En este momento, la oposición no tiene una candidatura clara, pero es cierto que las opciones están abiertas. Es decir, hay una disponibilidad de la gente para un cambio, es relevante en términos porcentuales. Digamos que más de la mitad no están contentos con cómo están yendo las cosas. Esto es una oportunidad para la oposición.
Pespectivas para Bolivia
¿Qué perspectivas hay?
—Lamentablemente, con la pugna interna del MAS, la electoralización del proceso político se adelantó y estamos hablando de esto cuando desde el punto de vista de los tiempos no debería ser así. Como oposición vamos a tener que avanzar en estos acuerdos o en la presentación de opciones y que sea el voto de la gente lo que genere la opción ganadora.
Ahora se discuten cosas importantes. Por ejemplo, Comunidad Ciudadana propuso primarias como las PASO de Argentina. Estamos en ese proceso tanto en términos legales, institucionales, como políticos. Hay opciones abiertas y eso es lo que hay que remarcar. Los desafíos son enormes, pero no está todo cerrado.
Resumiendo: hay esperanza, opciones y gente dispuesta.