Marcel Vaillant: “El verdadero problema de EEUU no es comercial, sino macroeconómico”

Marcel Vaillant: “El verdadero problema de EEUU no es comercial, sino macroeconómico”

Para el economista, los aranceles impuestos por Trump son difíciles de justificar porque no solucionan el endeudamiento y desafío de ahorro.

Por: Gabriel Pastor22 Abr, 2025
Lectura: 11 min.
Marcel Vaillant: “El verdadero problema de EEUU no es comercial, sino macroeconómico”
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Marcel Vaillant, doctor en Economía y profesor de Comercio Internacional, advierte que la política proteccionista del presidente estadounidense Donald Trump socava los pilares del sistema de comercio global, uno de los principales motores del crecimiento económico mundial. A su juicio, a largo plazo, esta estrategia perjudicará a todos los países, incluido al propio Estados Unidos.

El académico uruguayo considera erróneo intentar corregir el desequilibrio comercial mediante la imposición unilateral de aranceles. Sostiene, en cambio, que el verdadero problema que enfrenta EEUU es macroeconómico: un déficit estructural de ahorro y un elevado nivel de endeudamiento en relación con el tamaño de su economía.

Quiebre del marco multilateral

¿Cuál es su análisis sobre la política arancelaria de Trump?

Representa un shock histórico en términos de reversión proteccionista de bienes. Es sorprendente que sea EEUU, un actor clave del orden internacional y que, en particular, tuvo un papel central en el sistema de comercio global. Desde la década de 1980, el comercio es de los principales motores del crecimiento económico mundial. Los principios son claros, como la nación más favorecida, la reciprocidad y el libre comercio a través de acuerdos comerciales preferenciales aceptados globalmente. Trump ha derribado estos principios al adoptar un enfoque opuesto.

Su política va en la dirección contraria de la idea de la liberalización competitiva, que comenzó bajo la presidencia de George W. Bush. Entonces, se suscribieron una docena de nuevos acuerdos de libre comercio con EEUU.  En este contexto, la política de Trump es disruptiva y carece de sentido si se busca solucionar el déficit comercial externo en  bienes.

Usted plantea básicamente dos críticas. Primero, que se trata de un instrumento de protección equivocado con relación a lo que se quiere resolver. Segundo, la manera unilateral de llevarlo adelante, que rompe con el espíritu de entendimiento y del multilateralismo. ¿Es así?

Exacto. El tema de la reciprocidad es crucial. En todas las rondas de liberalización se acordó aplicar aranceles, barreras y reglas que no discriminen entre países. Es decir, si se otorga un nivel de acceso a un país (aranceles), debe ser extendido a todos. Esto se conoce como trato de nación más favorecida. Además, los países se comprometieron a reducir estas barreras progresivamente, lo que hicieron en ocho rondas de liberalización del comercio en el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), bajo la reciprocidad de la primera diferencia, esto es liberalizaciones con reducciones balanceadas entre sus miembros. Además, cuando un país reduce sus aranceles más que otro de forma unilateral, esa reducción se aplica a todos. Se promueve así la liberalización global del comercio. Este ha sido el marco multilateral que ha predominado hasta ahora.

De hecho, muchos países antes emergentes han pasado a ser actores clave en el comercio global, como Japón, Corea, China y los países del sudeste asiático. Jugaron un papel fundamental en la evolución del comercio internacional.

Problema macroeconómico

¿Quiere decir que la Casa Blanca plantea argumentos equivocados ?

El argumento de la reciprocidad en el acceso al mercado no tiene sentido vincularlo con el balance comercial bilateral, ya que desconoce la especialización comercial de los países. Un tema es el acceso al mercado y el deseo de que sea balanceado. Otro, diferente, es el balance comercial bilateral. Insisto, el verdadero problema que enfrenta EEUU no es comercial, sino macroeconómico.

El déficit comercial de EEUU está relacionado con su déficit de ahorro. El país gasta más de lo que ingresa, lo que genera una gran cantidad de dólares en circulación, porque el dólar es la moneda de reserva mundial. Además, su déficit de cuenta corriente no es solo comercial. Es una presión que también se origina en el servicio de la deuda y de la relación entre la deuda y el Producto Interno Bruto (PIB).

¿Qué nos dice que un país registre una balanza comercial deficitaria, como EEUU?

No necesariamente es algo negativo. En cierto sentido, puede indicar que un país está consumiendo más de lo que produce, lo que puede ser positivo en el ciclo económico si ese consumo estimula la actividad interna. Sin embargo, en el caso de EEUU, este déficit en la balanza comercial de bienes se debe en parte a un proceso de desindustrialización. Muchas empresas estadounidenses relocalizaron su producción fuera del país. Este proceso es parte de la globalización de la manufactura, que fragmentó la producción en cadenas globales de valor. Permitió que muchos bienes sean fabricados en múltiples  lugares, desde el Este de Asia, Europa o la propia Norteamérica. A pesar de este déficit en bienes, EEUU tiene un superávit en los servicios, principalmente porque es el líder mundial en la economía digital. Sectores como la tecnología, los servicios financieros y el entretenimiento son fuertes motores económicos para el país.

Sin embargo, el problema real no está solo en la balanza comercial de bienes, sino en los pagos de la deuda. El déficit comercial no se resolverá simplemente con aranceles. El verdadero desafío de EEUU es macroeconómico y está relacionado con su deuda y la relación entre gasto e ingreso.

Además, intentar recuperar la manufactura estadounidense a través de políticas proteccionistas podría no ser efectivo, y si lo fuera sería muy costoso, erosionando la competitividad. La tendencia hacia la fragmentación de la producción continuará porque la globalización es un fenómeno dominante.

¿Por qué aranceles?

¿Por qué entonces EEUU toma el camino de la protección?

El enfoque proteccionista en el comercio es difícil de justificar desde una perspectiva económica. La política de imponer aranceles y barreras comerciales no está resolviendo los problemas fundamentales de la economía estadounidense, como el déficit comercial y la desindustrialización.

Lo que es probable que ocurra en estas negociaciones bilaterales con otros países es que se negocien aspectos adicionales que no están directamente vinculados al déficit comercial de bienes. EEUU podría estar buscando otros objetivos de relaciones internacionales. Como acuerdos relacionados con su deuda, ya que la presión para manejar el servicio de esa deuda es una parte crucial de su problemática económica. También está la demanda sobre las relaciones con China y presionar a otros países para que se desacoplen de estas economía.

¿Puede existir un interés especial en golpear a Asia, particularmente a China y Vietnam?

Sí, sin duda. El tema de China es clave. La política de aranceles de Trump está muy centrada en China, no solo por el déficit comercial bilateral, sino también por el rol que China juega en la relocalización de empresas y los conflictos derivados de la disputa por el liderazgo tecnológico. Como reacción a las políticas del primer gobierno de Trump, muchas empresas chinas han reubicado su producción en Vietnam y otros países de Asia, e incluso a México. Esto aumentó las exportaciones con insumos de China sin pasar por los aranceles que Trump impuso a China y que Biden mantuvo.

Se observa un fragmentación de las respuestas internacionales. China y la Unión Europea están imponiendo sus propios aranceles, o amenazando con hacerlo, sobre productos estadounidenses. Esta situación complica las relaciones comerciales y genera mayor incertidumbre en los mercados. Pero hay países con menos capacidad de negociación que no tienen tanto poder para desafiar a EEUU en una guerra comercial. Vietnam se ve obligado a negociar, no solo desde una perspectiva comercial, sino también geopolítica. Su relación con China será un factor clave en esas negociaciones. Es probable que, a cambio de concesiones comerciales, Vietnam tenga que revaluar sus vínculos con China. Los países con menos poder de mercado para la negociación tendrán que equilibrar sus intereses comerciales con la presión geopolítica que ejerce EEUU.

Fábrica de prendas de vestir en Ho Chi Minh, Vietnam. Foto: Shutterstock
Fábrica de prendas de vestir en Ho Chi Minh, Vietnam. Foto: Shutterstock

Diagnóstico errado

¿Qué opina del diagnóstico de Washington sobre las reglas injustas del comercio para EEUU y que China no es un jugador limpio en el libre comercio?

Definitivamente, el problema no es que las reglas de comercio sean injustas para EEUU ni que China no sea un jugador limpio en el comercio internacional. La verdadera cuestión radica en la desindustrialización de EEUU, un proceso que ha sido impulsado en gran parte por las propias empresas estadounidenses.

El argumento de que China vende productos con mano de obra barata es simplista. Por ejemplo, los microchips fabricados en Taiwán no se deben a prácticas comerciales desleales, sino a la capacidad técnica y competitividad de esa región en la industria de semiconductores. No es un asunto de comercio desleal, sino de capacidad de producción. EEUU no tiene la capacidad suficiente para competir en algunas áreas clave. Además, el eje económico mundial está cambiando hacia Asia, donde se están dando pasos importantes hacia el libre comercio. Acuerdos como el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico y la Asociación Económica Integral Regional funcionan de manera exitosa. Esto permite que países como Japón y Corea del Sur sean altamente competitivos en manufacturas, como de automóviles. Esto se debe a su eficiencia, capacidad y especialización, no a prácticas de comercio injusto.

De manera similar, EEUU también tiene áreas de especialización en las que es líder, como la economía digital. Este sector, al igual que la manufactura en Asia, es resultado de la competencia y capacidad de EEUU, no de prácticas comerciales desleales.

Otras reglas para los servicios

Y con más libertad, respecto a los bienes…

En el comercio de servicios, especialmente digitales, EEUU aprovecha condiciones mucho más abiertas que en el comercio de bienes. Esto se refleja en el uso masivo de tecnologías de la información y la comunicación. Los consumidores acceden constantemente a servicios digitales —como plataformas de streaming, software, publicidad online— sin que se apliquen los impuestos domésticos tradicionales, como el IVA.

Esto genera una distorsión importante, ya que equivale a un subsidio implícito a las importaciones de servicios digitales. Es decir, los servicios extranjeros ingresan a los mercados sin tributar localmente, mientras que los proveedores nacionales sí están sujetos a la carga fiscal.

Este problema debería abordarse desde una perspectiva multilateral, estableciendo nuevas reglas globales para equilibrar las condiciones. Algo muy diferente a lo que ha hecho la administración de Trump, con su un enfoque unilateral, presionando individualmente a los países para que acepten estas nuevas realidades y, a cambio, negocien concesiones. Países como México, por ejemplo, se ven obligados a aceptar este esquema para mantener acceso preferencial a su principal socio comercial.

Campus de Apple en Silicon Valley, centro tecnológico de EEUU. Foto: Shutterstock
Campus de Apple en Silicon Valley, EEUU. Foto: Shutterstock

¿Nuevas reglas del comercio?

 ¿Qué papel juega la Organización Mundial de Comercio (OMC), que ha sido cuestionada?

Todavía es una incógnita qué consecuencias tendrá todo esto para el comercio mundial sin la participación activa de EEUU. Si predomina el unilateralismo, el escenario será muy negativo. Es fundamental preservar la cooperación internacional y el funcionamiento del sistema multilateral de comercio. Esto dependerá de la actitud que adopten China, los países del Sudeste Asiático y la Unión Europea.

La función futura de la OMC está atada a lo que hagan estos actores. Además, EEUU no domina el comercio mundial. Su giro proteccionista representa aproximadamente el 13% del comercio global, por lo que su impacto, aunque relevante, no es determinante por sí solo.

Más allá de la prédica proteccionista de Trump, ¿cree necesario revisar algún aspecto de las reglas de comercio?

Lo único realmente necesario es lanzar una nueva ronda de negociaciones comerciales. La última fue en 1994, y desde entonces han pasado treinta años sin un proceso multilateral que permita actualizar, perfeccionar o adaptar las reglas del comercio internacional. Esa inacción debilitó la capacidad del sistema para responder a los desafíos actuales. Sin embargo, lo que está ocurriendo hoy no tiene que ver con esa falta de actualización, sino más bien con problemas estructurales de la economía doméstica de EEUU. El giro proteccionista de Trump responde a esa lógica interna, no a una falla del sistema multilateral en sí.

Efectos en la región

¿Qué impacto prevé para América Latina?

América Latina podría verse favorecida en algunos aspectos puntuales, pero lo más relevante son los efectos indirectos que puede generar este giro proteccionista. Por ejemplo, si Uruguay exporta madera a Vietnam para la fabricación de muebles que luego se venden en EEUU, una caída de ese mercado por el aumento de aranceles afectará negativamente también a Uruguay, aunque no tenga relación directa con las sanciones.

El hecho de que un actor protagónico del sistema de comercio internacional, como EEUU, que además fue uno de sus principales constructores, abandone la cooperación multilateral a nivel del comercio y opte por un proteccionismo unilateral, es perjudicial tanto para el propio país como para el resto del mundo.

Incluso si en el corto plazo algunos países de la región logran sacar ventajas puntuales, a largo plazo todos podrían terminar perdiendo. Es clave para el futuro si la dinámica del comercio con EEUU contagiará o no el comercio entre el resto de los países. Esto, en definitiva, es lo que determinará el saldo final de esta nueva etapa. Por ahora, reina la incertidumbre para el resto del mundo pero también para EEUU sobre si mantiene o no las medidas anunciadas.

Gabriel Pastor

Gabriel Pastor

Miembro del Consejo de Redacción de Diálogo Político. Investigador y analista en el think tank CERES. Profesor de periodismo en la Universidad de Montevideo.

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