En la reciente Cumbre del Plástico en la sede de la UNESCO en París participaron 175 países y 1400 expertos. Se trató de generar un acuerdo para luchar contra la contaminación global con plástico. Pero a pesar de del tema, en América Latina ni los medios de comunicación ni los gobiernos le dieron mucha importancia.
Diálogo Político conversó con Clara Subirachs, participante de la conferencia. Es coordinadora de políticas públicas y empresas en Unplastify, una organización que busca minimizar el uso de plásticos descartables en América.
La contaminación en Latinoamérica
¿Por qué en Latinoamérica no hablamos del plástico y de la contaminación, en la prensa, por ejemplo?
Esta problemática se empezó a desarrollar más a gran escala recién en lo últimos años. Siempre se la abordó desde una perspectiva muy específica y no se tiene conciencia del gran problema que significa el plástico. Lo observamos en todos lados y ahora es más visible por las discusiones a nivel internacional y por las regulaciones que colocaron el tema en la agenda en los últimos años.
El encare antes era únicamente desde la perspectiva del reciclaje. Se suponía que con el reciclaje íbamos a solucionar el problema. Pero, si bien es una herramienta importante y hay que impulsar su desarrollo, no es suficiente. Hay que abordar el problema entendiendo su dimensión. Ya lo observamos en los océanos. Allí terminan anualmente 11 millones de toneladas, mientras la producción de plástico creció muchísimo y se planea que siga creciendo. No olvidemos que el plástico no se degrada. Se queda para siempre en el océano, convirtiéndose en microplástico que ya encontramos en los alimentos y en nuestro cuerpo.
Resumiendo, vemos un problema, pero no lo abordamos en su dimensión global. El problema es grande y requiere medidas urgentes y profundas.
¿Cuál es la lucha de intereses con los países productores de petróleo? En la Conferencia de Paris participaron una gran cantidad de países y expertos, pero el tema no apareció en este lado del mundo.
Sin duda, hay una cuestión de intereses que se observó en París. La discusión quedó trabada en los primeros días y esto impidió avanzar en temas sustanciales. Viene de la mano con el tamaño de los productores de plástico que participan. Los grandes productores son más reticentes, e incluso se empieza a poner en duda el impacto ambiental del plástico, a pesar de toda la información disponible. Esto permite mantenerse en medidas más laxas. Muchos actores prefieren ir lentamente, tomar medidas que no los afecte tan directamente y persiste una puja de intereses por avanzar. Entonces, vemos avances pero constatamos mucha resistencia a tomar medidas concretas.
Negacionismo
¿Estamos frente a un negacionismo en el caso de la contaminación?
Sí, eso se vio en París y en el encuentro anterior que fue en Uruguay. Tal vez no sea negacionismo, pero sí posturas que minimizan el problema. Hubo discursos que ponían en duda el impacto del plástico en la salud o en el ambiente.
Se plantean medidas más laxas y hay resistencia a reducir la producción, que es lo que nosotras planteamos. Proponemos acompañar a los diferentes actores en el proceso, porque muchos dependen de la producción del plástico y no los podemos dejar afuera. Queremos pensar en medidas concretas y ambiciosas.
Frente a posturas que ponen en cuestión el problema, es importante difundir aún más la información, involucrando a organizaciones, plataformas y Estados.

¿Cuáles serían las medidas menos rigurosas de las que hablas?
Los objetivos y obligaciones contenidos en el tratado van desde reducir la producción al abordaje de la contaminación y el impacto del plástico en la salud. Ahí ya estás bajando el contenido de las obligaciones para los Estados, porque no se plantean medidas concretas. Se plantea el tema del reciclaje, que es importante, pero hoy en día se recicla un 9%. Es importante subir ese número.
Sin embargo, teniendo en cuenta la dimensión del problema, hay que considerar medidas más ambiciosas. Reducir producción y consumo, en forma gradual, acompañando el proceso para que no vaya en detrimento de los diferentes actores.
Otro enfoque es la economía circular, concepto muy relevante para este tema, pero muchas veces se la relaciona únicamente con el reciclaje. En realidad, la economía circular incluye también la reducción y el uso eficiente de los recursos. Es importante pensar en la transición en este sentido para minimizar el impacto del plástico en la economía, la salud, el ambiente.
La transición
Utilizaste la palabra transición. ¿Cómo sería y hacia qué?
Pensamos en ir hacia un sistema que reduzca la producción y el consumo de plásticos descartables. Hablamos de transición porque no será de un día al otro, por la cantidad de actores y de empleos involucrados. La dirección es hacia otros procesos de menor impacto ambiental que permitan un desarrollo sin la contaminación e impacto en todos los ámbitos como se ve ahora.
Utilizaste la palabra desarrollo, que muchos oponen a cualquier medida de protección del ambiente.
Ambiente y desarrollo se plantean por separado, pero en realidad están relacionados. Los sectores más vulnerables son los más afectados, son los que más viven la contaminación con plástico. Para pensar en desarrollo hay que pensar en calidad de vida. La presencia de plásticos en todos lados afecta la calidad de vida de las personas.
Pensando en el tratado, este debe contemplar a todos los países y sectores, para que todos puedan implementar lo que se resuelva. Por eso se habla de cómo garantizar el financiamiento para que todos los Estados puedan implementar las medidas, como garantizar la formación de capacidades humanas y tecnologías que permitan esta transición. Entonces, no es solo reducción, sino todas estas medidas que acompañen los diferentes sectores y países, teniendo en cuenta sus diferencias.
¿Cómo estamos en Latinoamérica?
¿En qué aspectos Latinoamérica está más atrasada? ¿Puedes subrayar dos o tres aspectos de particular urgencia?
En primer lugar, vemos que faltan regulaciones y políticas públicas para acompañar los procesos. Si bien es importante que las empresas que producen plástico se comprometan en la transición, y se piense en los incentivos, es importante que las regulaciones acompañen. Es importante que todos los actores se involucren para ver las dificultades y oportunidades. Es fundamental la articulación entre los actores.
También es fundamental seguir aportando conocimiento y hacerlo accesible. Por ejemplo, ¿qué alternativas al plástico descartable existen y qué se necesita para impulsarlas?

¿Alguna buena práctica en la gestión que sirva de ejemplo o inspiración?
Hay desarrollos auspiciosos. Hay empresas que fomentan retornabilidad de envases. Se trata de que la gente use varias veces el producto sin generar residuos.
Están reapareciendo emprendimientos a granel y sistemas de recarga. Se trata de ofrecer servicios sin generar residuos.
También se desarrollan alternativas al plástico para casos en que es indispensable el uso de ese tipo de envase. Hay empresas en la región y una sociedad civil crecientemente atentas a esto.
Unas veinte organizaciones de la sociedad civil de la región estuvieron presentes en la Conferencia de París la semana pasada. Hay dificultades, pero se está trabajando en el tema. El desarrollo y el combate a la contaminación con plástico van de la mano.
Reducir, reutilizar y reciclar
¿Volvemos a las erres de las que se habla hace tiempo?
Efectivamente se trata de reducir, reutilizar y reciclar, en la que reciclar es importante, pero no es la primera erre.
El problema de reducir es que va en contra de los intereses de la economía que está interesada en aumentar el consumo.
Es una discusión de fondo, no es solo la responsabilidad individual. Hay que repensar todo el sistema que fomenta el comprar y tirar, el descarte. Se trata de diseñar un sistema que promueva la retornabilidad y reducción, y que vaya de la mano con medidas concretas. Visto el nivel de contaminación, no podemos seguir así.
Hay que concretar estas ideas a nivel de gobiernos, empresas y actores, para ir a un sistema circular.

El descarte solo es posible si los costos asociados están externalizados.
Estos conceptos ya están, tenemos que concretar, hay que internalizar todos los costos. El plástico es muy barato porque nadie está asimilando los costos de la contaminación, el impacto en los mares, la pesca, el turismo. También la salud, que falta estudiar a gran escala.
Todos estos son costos de la contaminación y hay que buscar la forma y promover que se internalicen. Así se va a entender que el sistema no es redituable. Lo es solamente porque no se tienen en cuenta los factores que he citado.
Costos de la transformación
Un problema del reciclaje son los costos asociados al acopio y el traslado. Quemar petróleo para trasladar plástico no parece razonable.
Falta un sistema que contemple todo esto. Incluso en los países en que existe el sistema, el porcentaje de reciclaje sigue siendo muy bajo. A esto se suma que algunos tipos de plástico no son reciclables y que no se puede reciclar infinitamente. Al final del ciclo, hay que descartarlo.
Respecto a los costos de transporte, pueden hacer que no convenga.
Tenemos que identificar los lugares en los que no es necesario el plástico y allí eliminarlo gradualmente. Y si no se puede, desarrollar alternativas con menor impacto.
En algunos supermercados te ofrecen fruta pelada envuelta en plástico...
Es uno de los casos en los que se utiliza porque sí. Lo mismo pasa con las bolsas. Muchos usos de una sola vez son prescindibles: sorbete, plato, cubiertos.
Hay que eliminarlos o sustituirlos por alternativas reutilizables.
En muchos servicios gastronómicos te dan vajilla descartable cuando sería posible utilizar reciclable. Muchas veces las empresas piensan que es caro sustituir el plástico.
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