Hubertus Knabe: El «renacimiento de las dictaduras» obliga a construir y mantener una cultura del recuerdo

Hubertus Knabe: El «renacimiento de las dictaduras» obliga a construir y mantener una cultura del recuerdo

El expresidente de la Fundación del Memorial Berlín «Hohenschönhausen» habla sobre la reconciliación y el modo en que las sociedades afrontan su pasado.

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Hubertus Knabe: El «renacimiento de las dictaduras» obliga a construir y mantener una cultura del recuerdo
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

El Dr. Hubertus Knabe es historiador e investigador especializado en totalitarismos y memoria histórica. Ha publicado diversos libros sobre la dictadura de la ex República Democrática Alemana y el control de la sociedad. Entre 1980 y 1987 fue declarado persona non-grata por la Alemania soviética. Desde el año 2000 al 2019 fue director científico y presidente de la Fundación del Memorial de Berlín Hohenschönhausen, que funciona en las instalaciones de la Prisión Central de la Policía Política Soviética, la Stasi. En su reflexión sobre el comunismo, su vida y su carrera han estado impulsadas por dos preguntas: «¿Cómo se ha podido llegar a esto y cómo siguen afectando estas experiencias de violencia?» y «¿Qué hay que hacer para evitar que se repitan?».

En la actualidad, Knabe se dedica a recorrer el mundo para conocer los impactos de los totalitarismos y generar una mayor comprensión de la necesidad de políticas de memoria como protección de las democracias. Es optimista respecto a Latinoamérica, pero indica que hay que fortalecer el proceso de memoria para que exista mayor sensibilidad y precaución ante las tendencias autoritarias.

El renacimiento de las dictaduras

Diálogo Político: ¿Por qué a tanta gente le siguen pareciendo atractivas las dictaduras?

Dr. Hubertus Knabe (HK): Actualmente estamos viviendo un renacimiento de las dictaduras. Pensemos en Rusia, Myanmar, Turquía y otros países. Hace treinta años esto era diferente porque hubo un renacimiento de la democracia, aquí en América Latina, pero también en Europa del Este.

No creo que esto se deba a que la gente necesariamente quiera vivir en una dictadura, sino a que grupos de poder que se colocan en la punta del Estado imponen un modelo social y político. Como regla general, esto no sucede voluntariamente, pues el término dictadura ya implica que no es voluntario.

DP: ¿Qué daños dejan los regímenes autoritarios en la sociedad?

HK: El daño de los regímenes autoritarios se sitúa en varios niveles. Lo primero y más fundamental es que muchas personas se convierten en víctimas de persecución. Son torturadas, asesinadas, encarceladas. Pero los efectos van más allá. Se desarrolla un modelo social en el que ya no se discute para llegar a las mejores soluciones. En su lugar, el Estado dicta cómo deben ser las cosas y la gente tiene que someterse. Normalmente, en todas las dictaduras, solo unos pocos tienen la valentía de resistirse, por lo que la gente se acostumbra.

Una vez lo comparé con la vida en una celda. Te acostumbras y te olvidas de cómo actuar y pensar de manera independiente. Básicamente, te vuelves una especie de esclavo del Estado. Esto a la larga tiene consecuencias sociales devastadoras, porque las mejores soluciones suelen surgir cuando se puede discutir polémicamente.

Berlin Hohenschoenhausen Memorial | Fuente: Berlin.de
Berlin Hohenschoenhausen Memorial | Fuente: Berlin.de

Pasado y memoria

DP: ¿Qué condiciones necesita una sociedad para mantener una cultura del recuerdo?

HK: Se trata de un proceso complicado. Suelen iniciarlo los antiguos perseguidos, que señalan su destino y plantean reivindicaciones, como la rehabilitación y la indemnización. Después surgen iniciativas que buscan preservar la memoria, porque muchas de las persecuciones sucedieron en secreto. No quieren hacerlo públicamente, por lo que surgen propuestas para construir monumentos y museos en los que se presente esto.

Por eso es tan importante la educación en la escuela, así como otros proyectos educativos, con el objetivo de evitar que una situación así se repita. Este es un proceso difícil en la mayoría de países, porque hay mucha resistencia. A los implicados en la dictadura no les interesa hablar de ello. Los que se han adaptado no quieren que se les recuerde por qué se han adaptado. Las víctimas son percibidas como alborotadoras o molestas, por lo que suelen tener un lobby político muy débil. Sin embargo, hay maneras de fortalecer este proceso de memoria. Y eso es lo que me preocupa principalmente: qué instrumentos son eficaces y cuáles no.

Alemania y la Stasi

DP: Como antiguo director del Memorial de Berlín Hohenschönhausen, tiene experiencia en asumir las injusticias de la RDA. ¿Algo le impactó especialmente?

HK: Me impresionaron mucho los encuentros con los antiguos presos. Un caso, por ejemplo, era el de un anciano que había sido detenido antes de la fase soviética y tenía una hija pequeña. Cuando regresó, la familia que tenía ya no estaba. Esto fue luego de muchos años, por lo que el contacto se había perdido. Después, durante una entrevista en televisión, su hija lo vio por casualidad y, por primera vez en cincuenta años, se reencontraron. Experiencias como estas le han dado forma a este trabajo para mí. He tenido historias como esta todos los días.

Quizá debería reiterar que a menudo te encuentras con resistencia. Especialmente, cuando empiezas a desmontar los fundamentos ideológicos de la persecución, porque siguen siendo populares hoy en día con ciertos grupos. Es esta suerte de renacimiento del socialismo o de la ideología socialista. Como el hecho de que esta dictadura controlara y no se disolviera, sino que solo se rebautizara y ahora esté en el Parlamento alemán a través de algunos representantes. Que muchos antiguos informantes del servicio secreto

[Stasi]
sigan sentados en los parlamentos provinciales después de treinta años, especialmente en la Alemania del Este.

Mi última experiencia en este sentido fue con un antiguo informante de la Stasi, que negoció en el acuerdo de coalición para gobernar el estado de Mecklemburgo-Pomerania Occidental entre el SPD y el Die Linke (Partido de la Izquierda). Cuando uno señala que esto quizá sea un problema, sobre todo para los que sufrieron bajo ese sistema y bajo la persecución —porque esto es precisamente lo que desencadena el trauma—, te encuentras con resistencia y nadie quiere oírlo.

Kristin Langguth, Manfred Steffen y Hubertus Knabe durante esta entrevista.

El legado de las dictaduras militares

DP: ¿Qué podría aprender América Latina del trabajo de Alemania para reconciliarse con el pasado?

HK: En primer lugar, me gustaría decir que América Latina ha logrado mucho en lo que se refiere a reconciliación con el pasado. Hay grandes museos, hay archivos de grupos de derechos humanos o sobre violaciones de derechos humanos. En muchos países en el mundo no existe tal cosa.

Lo que quizá distingue al enfoque alemán para la superación del pasado es que también hablamos mucho de los ofensores. Hemos investigado mucho sobre los perpetradores, tanto en relación con el nacionalsocialismo como con la RDA. Es un punto que en Latinoamérica encuentra mucha resistencia. Cuando pienso en Uruguay, por ejemplo, los militares formaban una especie de comunidad conspirativa en aquella época, lo que lleva a que rara vez se trate con los responsables.

Tal vez sea una peculiaridad del proceso alemán la asimilación del pasado. Pone a los culpables en el centro y no sigue el camino comparativamente sencillo de decir «todos fuimos víctimas». Decir que nuestros padres, abuelos y bisabuelos hicieron posible este sistema es una cuestión completamente diferente, mucho más difícil de soportar, que decir que todos estábamos, por así explicarlo, controlados por Hitler o la Stasi. Creo que este es un punto que puede transferirse de Alemania a otros países.

La individualización

DP: Hannah Arendt dice que en la individualización el ser humano cultiva la base del autoritarismo. ¿Observa algo parecido, especialmente en relación con la digitalización?

HK: Yo no apoyaría esa tesis de que la individualización conduce al autoritarismo. Al contrario, creo que la individualización es quizás el antídoto más poderoso contra el autoritarismo, porque la gente ya no se deja forzar tan fácilmente hacia el gobierno colectivo en las sociedades industriales modernas.

Si nos fijamos en las viejas imágenes de las marchas de los movimientos fascistas o comunistas, eso nos resulta bastante ajeno hoy en día. Tengo mis dudas sobre si hoy todos participarían en esas organizaciones de masas que se formaron, como las Juventudes Hitlerianas. Eso me hace algo optimista.

Por ejemplo, con respecto a China, si este régimen cayera algún día, creo que sería, sobre todo, debido a la individualización. Nuestra forma de vida individualizada no va de la mano con esta estructura de gobierno colectivo. Al menos esa es mi esperanza, la de que esto prevalezca a largo plazo.

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Kristin Langguth

Kristin Langguth

Representante adjunta del Programa Regional Partidos Políticos y Democracia en América Latina, con sede en Montevideo, Uruguay.

Manfred Steffen

Manfred Steffen

Magíster en Ciencias Ambientales por la Universidad de la República de Uruguay. Dipl. Ing. Fachhochschule für Druck in Stuttgart. Coordinador de proyectos de la Fundación Konrad Adenauer, oficina Montevideo.

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