Lo que hoy conocemos como Día de la Mujer tuvo su origen en la lucha de mujeres trabajadoras que el 3 de mayo de 1908 organizaron en Chicago un acto para denunciar la opresión de las mujeres. Desde entonces, la fecha tuvo varios ribetes y es aprovechada por el mundo político para posicionar mensajes en defensa de la mujer. De esta manera, la batalla ideológica se entrevera en la discusión que se da alrededor del feminismo.
En América Latina hay varias tareas pendientes respecto de la integración de la mujer en la tarea política. En el caso de la representación parlamentaria, Niki Johnson, doctora en ciencias políticas, indica en una investigación sobre la paridad en el poder legislativo que “la adopción de leyes de paridad representa un aporte fundamental en la construcción de una nueva forma de política más inclusiva y diversa”. A su vez, en cuanto al apoyo a la democracia, el Latinobarómetro indica que para 2024 hubo más apoyo entre los hombres (54%) que entre las mujeres (50%). Según el estudio, “se puede deber a la educación y no al sexo porque las mujeres tienen en promedio menor educación que los hombres”.
Quedan planteadas algunas inquietudes: ¿cuánto integra la democracia a las mujeres? ¿Se sienten representadas por el sistema?
Batalla ideológica
Ahora bien, en la lucha por los derechos de la mujer surgen dudas sobre la inclinación política del movimiento feminista. ¿Es posible encasillar al feminismo en un lugar del espectro político? ¿Hay un feminismo de derecha o de izquierda? ¿Existe una preferencia política en la lucha por los derechos de la mujer y la igualdad?
Conversamos con Paola Bautista de Alemán, doctora en ciencia política, activista y vicepresidenta de formación del partido Primero Justicia en Venezuela; Ruth Hidalgo, decana de derecho de la Universidad de las Américas de Ecuador y directora de la organización Participación Ciudadana; y Valeria Groisman, periodista, escritora y parte del equipo de la ONG InfoCiudadana en Argentina. Desde el mundo académico, político y periodístico, las tres nos ofrecen su mirada.

¿Es posible encasillar al feminismo en un lugar del espectro político?
Paola: —Hay un feminismo más de izquierda que se apalanca en una visión antropológica constructivista de teorías de género. Aquí, la prioridad de la lucha política refiere, fundamentalmente, al tema del aborto y de los derechos de reproducción y los derechos sexuales. Luego, hay otro feminismo más de derecha o quizá conservador, en el que los temas están más vinculados al trabajo, la vida familiar, oportunidades para las mujeres. Ahí se incluye el deber del Estado en temas de seguridad social para la mujer, que van desde la maternidad hasta la salud sexual y reproductiva. Y también las mujeres en espacios de poder, no tanto por asuntos de cuotas, sino por capacidades y habilidades propias.
Valeria: —Me cuesta decir que existe una apropiación política, porque el feminismo siempre fue un movimiento de carácter político. Lo que ocurre ahora es que el feminismo es una lucha que se ha utilizado como discurso, como narrativa para defender o militar otras causas.
La bandera del feminismo
¿Existe una preferencia política en la lucha por los derechos de la mujer y la igualdad?
Ruth: —La cultura, la organización y la estructura política económica de la sociedad moderna ya no permite que el feminismo sea definido solamente de un lado o del otro. Hoy por hoy, el feminismo también ha dado un vuelco, ha tenido un proceso de transformación.
Paola: —Yo sí creo que durante mucho tiempo la izquierda tomó esa bandera como propia: el aborto y temas más relacionados con esa dimensión. Pero, también en los últimos años, hemos tenido liderazgos femeninos que han llegado al poder y que no se identifican con la izquierda, sino con el centro o con la centro derecha. De modo que, poco a poco, ha habido un proceso de democratización de esas banderas, por decirlo de algún modo, o de temas de la mujer abordados desde distintas perspectivas ideológicas o distintas formas de pensamiento.
Valeria: —En la actualidad, hay tantos feminismos como mujeres en el mundo. El 8M es una etiqueta con múltiples significaciones. Digo esto con una salvedad. Tenemos algo en común: todas abogamos por nuestros derechos y oportunidades, por romper el “techo de cristal” y por que no vuelva a erigirse una estructura de violencia simbólica que nos minimice, nos obstaculice, nos deje en un lugar en el que tenemos que gritar para ser escuchadas.
¿Estamos ante una apropiación política de la lucha por la mujer y el 8M?
Valeria: —Hoy una parte del feminismo olvidó las bases con las que se fundó el movimiento y se arroga el derecho a elegir a qué mujeres defender y respaldar y a cuáles no, de acuerdo con un sesgo ideológico alejado de todo concepto de diversidad. Un ejemplo de esto es el 7 de octubre de 2023. Las mujeres judías agredidas, violadas y asesinadas por Hamas no fueron defendidas por ese feminismo selectivo, fundamentalista e ideologizado en pos de otras banderas.

¿Feminismo independiente?
¿Es posible el feminismo fuera de la lucha ideológica?
Paola: —Yo te diría que no solamente es posible, sino que debe ser el desafío y el norte de las mujeres políticas en el siglo XXI. Salir del encuadramiento ideológico es salir de los lugares comunes, aceptar que existe una realidad antropológica de la mujer que incluye biología y que incluye biografía. Cuando digo biología me refiero al sexo. Y con biografía me refiero al género, que tiene una riqueza de tradición y cultura, y que desde esa realidad antropológica. Desde esa verdad política, podemos unirnos todas con independencia de nuestras tendencias ideológicas y de nuestro marco referencial.
Ruth: —El feminismo de hoy debe estar centrado en la reivindicación de los derechos de participación de las mujeres, de los derechos a la equidad. Por ejemplo: salarial, laboral, de igualdad en la vida política, en los procesos sociales, en espacios de decisión de políticas públicas. Obviamente responden a una exigencia distinta, o al menos más sofisticada respecto al nacimiento del movimiento feminista.
Valeria: —A mí, como mujer, me cuesta reconocerme como parte de un feminismo que excluye a los hombres y que nos victimiza constantemente. Tampoco me siento identificada con el feminismo que excluye a las judías o a cualquier otra persona por cuestiones raciales, religiosas, territoriales o sociales. Abogo por un feminismo colaborativo, plural, diverso, flexible, amable, autocrítico y que se permita estar en constante adaptación y evolución.
Desafíos futuros
¿Hacia dónde debe mirar la lucha feminista?
Ruth: —Hoy por hoy el feminismo va más relacionado con la exigencia de tener más mujeres educadas, más acceso a la educación. La lucha feminista está basada también en la competencia económica que el mundo de hoy exige tanto a hombres como a mujeres. Por lo tanto, estas tendencias de derechos feministas están más bien relacionadas con el acceso a los espacios en el mercado, a los nichos de poder y a los lugares de decisión política.
Valeria: —Hace casi veinte años escribí mi tesis de grado y fue justamente sobre género. Allí analizaba los cambios en la representación de las mujeres en las series de televisión antes y después de la asunción de George Bush. Me preguntaba cuánto cambiaron las cosas en el viraje hacia el conservadurismo. En ese entonces, en Argentina poco se hablaba de género y de feminismo. En cierto punto, me gustaría volver a esa época donde se podían debatir las ideas sin entrar en choques ideológicos irremontables, como ocurre en la actualidad.