Belice 2025: estabilidad democrática en un vecindario convulso

Con una sólida mayoría en el Parlamento, el primer ministro Johnny Briceño enfrenta el reto de impulsar reformas que reduzcan la desigualdad y conserven la estabilidad política en una región donde la democracia retrocede.

Por: Víctor Salmerón19 Dic, 2025
Lectura: 6 min.
Belice 2025: estabilidad democrática en un vecindario convulso
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

El 12 de marzo de 2025, Belice celebró elecciones generales que confirmaron la hegemonía del Partido Unido del Pueblo (PUP), liderado por Johnny Briceño, con 26 de los 31 escaños en la Cámara de Representantes. En medio de la fragilidad institucional en Honduras y Guatemala, la dictadura en Nicaragua y la deriva autoritaria en El Salvador, el pequeño país centroamericano reafirmó su estabilidad democrática en un vecindario convulso.

Belice, conocido hasta 1973 como Honduras Británica, alcanzó el autogobierno ese año y la independencia plena el 21 de septiembre de 1981. Desde entonces funciona como una democracia parlamentaria con la monarquía británica en un rol ceremonial. El rey designa al gobernador general, pero la conducción efectiva del país recae en el primer ministro, su gabinete y los alcaldes.

Gracias a la sólida mayoría en el Parlamento, Johnny Briceño, en el poder de 2020, juró como primer ministro para un nuevo mandato de cinco años. Pero anunció que este sería su último período, añadiendo un matiz de transición a su liderazgo. La popularidad de Briceño, graduado en administración de empresas en la Universidad de Texas, se comprende claramente al revisar el último informe del Fondo Monetario Internacional sobre Belice. Tras el duro impacto de la pandemia, bajo su gobierno, la economía ha mostrado una recuperación significativa.

Primer ministro de Belice, Johnny Briceño. Foto: Wikimedia Commons

Hegemonía partidaria

El PUP y el Partido Democrático Unido (UDP) han dominado el escenario político en los últimos cuarenta años en un esquema donde las lealtades suelen ser más personales y familiares que ideológicas. Tanto el PUP como el UDP han buscado atraer a todos los sectores sociales y se han apoyado en un modelo económico basado en la empresa privada y la inversión extranjera. El UDP se ha mostrado históricamente más explícito en su rechazo al comunismo y en su cercanía con Estados Unidos. Pero ambos partidos han sabido manejar los conflictos y mantener la estabilidad política.

Un rasgo característico es la flexibilidad de sus discursos: cuando están en la oposición tienden a identificarse de manera vehemente con las demandas de los trabajadores y los sectores populares, mientras que al llegar al poder adoptan posiciones que buscan consenso con los empresarios.

El desafío de la pobreza

Entre 2021 y 2023 el PIB creció más de 30%, impulsado por el repunte del turismo, el comercio y el transporte, y en 2024 avanzó 8,1%. La inflación se moderó mientras que la deuda pública descendió notablemente consolidando un escenario de mayor estabilidad en las cuentas nacionales.

Sin embargo, la desigualdad y la precariedad siguen presentes en el panorama social. Desde 2021 el gobierno mide la pobreza multidimensional, que bajó de 35,7% a 22,1% en 2024. Pese a esa mejora, las brechas permanecen: en las zonas rurales la incidencia alcanza el 30,9% frente al 9,7% en las urbanas, y más de una cuarta parte de los niños continúa viviendo en situación de pobreza.

Esa fragilidad se refleja en un sistema de apoyo estatal muy limitado: la red de protección social apenas llega a un tercio de la población y su cobertura es desigual, pues solo alcanza al 24% de las mujeres frente al 37% de los hombres.

Las proyecciones del FMI indican que la economía comenzará a crecer a tasas en torno al 2%, reflejo de las limitaciones para sostener una expansión más acelerada, lo que dificulta reducir la pobreza y la desigualdad en el corto y mediano plazo. Superar ese techo de crecimiento exige enfrentar los cuellos de botella que frenan al turismo —motor central de la economía— mediante inversiones en infraestructura, mayor acceso al financiamiento privado y la creación de nuevas oportunidades laborales, especialmente para ampliar la participación de las mujeres en el mercado de trabajo.

Entre Centroamérica y el Caribe

Belice ocupa una posición singular en el mapa hemisférico: es miembro tanto del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) como de la Comunidad del Caribe (CARICOM), lo que le otorga una doble pertenencia poco común. Esa condición le permite proyectarse como puente entre dos regiones que suelen transitar agendas distintas, y al mismo tiempo reforzar su identidad híbrida, marcada por el inglés como lengua oficial y una fuerte presencia cultural hispana.

Durante la presidencia pro témpore del SICA en 2022-2023 Johnny Briceño impulsó una agenda orientada a estrechar vínculos con CARICOM y a proyectar a Belice como articulador entre ambos espacios. En sus intervenciones destacó la necesidad de atender la migración y reforzar la seguridad democrática, al tiempo que subrayó la urgencia de una respuesta regional frente al cambio climático.

Briceño ha subrayado que “con múltiples crisis, ahora más que nunca necesitamos un SICA eficaz, fuerte y resiliente”, una afirmación que puede interpretarse como una alusión indirecta a la fragilidad institucional en varios países centroamericanos. En línea con esa visión, Belice ha mantenido históricamente un perfil bajo en la confrontación política regional, reforzando su imagen de país estable capaz de sostener relaciones diplomáticas funcionales con todos sus vecinos, incluso en un entorno marcado por el retroceso de la democracia en la región.

Diplomacia estratégica

La política exterior de Briceño ha buscado equilibrar pragmatismo y continuidad. Belice ha reafirmado su reconocimiento a Taiwán, uno de sus socios más cercanos, con quien mantiene cooperación en infraestructura, comercio y asistencia técnica.

Briceño ha expresado su solidaridad frente a las presiones de Pekín y ha promovido la ampliación de las exportaciones beliceñas hacia el mercado taiwanés, en particular de productos del mar, azúcar y cítricos. A su vez, Taiwán ha invertido en proyectos clave de infraestructura y ha apoyado iniciativas de financiamiento y capacitación empresarial.

Briceño con la expresidenta de Taiwan, Tsai Ing-wen, en una visita oficial a Belice. 2023. Foto: Yahoo

Con Estados Unidos, la relación se ha profundizado en torno a la seguridad regional, la lucha contra el crimen organizado y la gestión de la migración. Con ocasión de la reelección de Briceño, el secretario de Estado, Marco Rubio, subrayó: “Valoramos la sólida cooperación de Belice en la lucha contra el crimen transnacional y esperamos seguir trabajando juntos para combatir el tráfico ilícito, el lavado de dinero y la corrupción”.

En paralelo, Briceño ha fortalecido los vínculos con Cuba. Durante la visita oficial de Miguel Díaz-Canel a Belice en 2023 —la primera de un jefe de Estado cubano al país— se suscribieron acuerdos de cooperación en materia de salud, que marcaron el inicio de la asistencia de médicos cubanos al sistema sanitario beliceño.

Los retos para Briceño, más allá de sostener una política internacional pragmática y fluida, se concentran en el plano interno: impulsar reformas que reduzcan la desigualdad, atraer mayor inversión extranjera y asegurar la estabilidad política. El desenlace de ese esfuerzo marcará si Belice conserva su imagen de país estable en una región donde la democracia se debilita.

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Víctor Salmerón

Víctor Salmerón

Periodista. Autor de los libros Petróleo y Desmadre y La Economía del Caos.

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