Asume Joe Biden: ¿cuál será el futuro de las relaciones exteriores entre América Latina y Estados Unidos?

Asume Joe Biden: ¿cuál será el futuro de las relaciones exteriores entre América Latina y Estados Unidos?

El relevo en la Casa Blanca no colocará a América Latina como tema prioritario en la agenda, pero sí cambiará

Por: Andrea Proaño Alarcón20 Ene, 2021
Lectura: 7 min.
Asume Joe Biden: ¿cuál será el futuro de las relaciones exteriores entre América Latina y Estados Unidos?
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

El relevo en la Casa Blanca no colocará a América Latina como tema prioritario en la agenda, pero sí cambiará su futuro económico-comercial, social, geopolítico y tendrá repercusiones en sus relaciones diplomáticas.

«Como presidente, tomaré medidas inmediatas para renovar la democracia y las alianzas de Estados Unidos, proteger el futuro económico de Estados Unidos y una vez más hacer que Estados Unidos sea líder en el mundo», escribió Biden en la revista Foreign Affairs en abril de 2020.

El 14 de diciembre del 2020 el Colegio Electoral confirmó a Joe Biden como presidente electo de los Estados Unidos, tras un escrutado e histórico proceso que duró alrededor de cinco semanas, con 306 votos a su favor versus 232 para Trump. Ante una era de polarización mundial, Estados Unidos vive una etapa sin precedentes, en la que Biden tendrá que abogar por llamar a la unidad nacional y a reconstruir los core values estadounidenses. Con estas consideraciones, ¿cuál es el panorama para América Latina?

La crisis económica acentuada por la pandemia del covid-19, la mayor ola de protestas raciales a mediados del 2020 y las dos caras del voto latino influyeron de forma decisiva en la victoria de Biden. De hecho, es la primera vez en la historia que el voto latino superó en número al voto afroamericano, con un total de 32 millones de electores. En estados pendulares como Florida, Texas, Nevada y Arizona se demostró que, además de la heterogeneidad del voto hispano, este fue clave para las recientes elecciones. El voto latino decantó en Arizona para Biden, mientras que en Florida, Trump se impuso gracias al fuerte apoyo de la comunidad cubana, venezolana y nicaragüense en respuesta a su fuerte postura frente a los gobiernos izquierdistas.

Es claro que Biden quiere resarcir los errores del legado Trump; entre ellos, destaca: salvar la reputación de los Estados Unidos para retomar el papel del líder del mundo, la vuelta al liberalismo wilsoniano con una renovada doctrina Obama y el regreso de la política estadounidense a su núcleo del mercantilismo hamiltoniano. Para ello, la diplomacia como soft power será clave y el próximo secretario de Estado designado por Biden, Antony Blinken, defiende una política exterior estadounidense de liderazgo con diplomacia. Si bien América Latina no figura como tema prioritario en la agenda, la nueva doctrina Biden tendrá un impacto importante en la región.

«Latinoamérica reaccionó como siempre, entre extremos, a la novedad de la llegada al poder norteamericano de Biden», situación que ha creado un panorama heterogéneo, generando disgustos, escenarios sin aparentes cambios bruscos, pero también esperanzas.

Por un lado, en Brasil, el presidente Jair Bolsonaro pierde a su homólogo Trump. Biden ha anunciado que creará una iniciativa global de USD 20.000 millones para preservar el Amazonas. Además, presionará a Brasil para cooperar a favor del cambio climático advirtiendo que, si no coopera, enfrentará graves consecuencias económicas. La lucha contra el cambio climático y la preservación del medioambiente será otra prioridad de Biden, algo totalmente distinto a la visión trumpista. Además de volver al Acuerdo de París, Biden plantea un revolución industrial verde para Estados Unidos; creará un modelo sostenible y de energías limpias y baratas a futuro, que a su vez generará empleo, investigación y desarrollo tecnológico, y que presionará a la región latinoamericana a seguir este cambio. Biden influirá en los aliados regionales del G20 (Argentina, Brasil y México) para emprender mayores compromisos ambientales. Igualmente, ha mostrado preocupación por la deforestación en la Amazonia. Con Obama se emitieron decretos para la preservación del mar de las Galápagos, situación que podría retomarse y fortalecer la cooperación ambiental con países como Ecuador.

Biden exigirá también cambios para México. López Obrador se abstuvo de reconocer la victoria demócrata hasta que el Colegio Electoral lo confirmó el pasado 14 de diciembre. La relación AMLO-Biden parecería ser más complicada respecto a temas como la agenda verde y los derechos laborales.

Por otro lado, con respecto a Venezuela y Cuba, la Administración presentaría contornos más amigables; no se prevén enfrentamientos pero sí sanciones. En cuanto a Venezuela, el presidente demócrata dejará las amenazas de intervención militar para buscar otras formas de negociación y ofrecerá un estatus de protección temporal (TPS) a los inmigrantes venezolanos. Con Cuba, se esperaría la reapertura del consulado, el restablecimiento de vuelos turísticos directos y la posible derogación de la aplicación de la Ley Helms-Burton, que ha endurecido el embargo a Cuba y ha puesto en jaque a las multinacionales que operan en territorios expropiados por el gobierno castrista tras la Revolución de 1959.

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Ante el creciente peso de la comunidad latina en el panorama electoral de Estados Unidos, el tema migratorio será primordial en la agenda del nuevo presidente demócrata. El binomio Biden-Harris responderá al tema migratorio con un cambio de política pública: se regularizará la situación de los dreamers retomando el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, en inglés), se flexibilizarán las restricciones de visa de estudiantes (F-1) y temporales de trabajo (H-1B) (Estados Unidos), se detendrá la construcción del muro en la frontera y se concentrará en atacar a los push factors de la inmigración en Centroamérica a través de la creación de un fondo de 4.000 millones de dólares destinado al triángulo del Norte (El Salvador, Guatemala y Honduras).

En 2021 se verá un tinte de esperanza por renovar el espíritu democrático, el multilateralismo y las alianzas regionales. En la VIII Cumbre de las Américas se podrá medir la estrategia de la política latinoamericana del nuevo gobierno y en la Cumbre por la Democracia Mundial se impulsará la lucha contra la corrupción, la defensa contra el autoritarismo y la promoción de los derechos humanos. Ambas serán una prueba de fuego del repunte del liderazgo de Estados Unidos en el continente americano. El vínculo entre Biden y América Latina será también más estrecho debido a que el exvicepresidente de Obama viajó veinte veces a la región durante su anterior cargo, mientras que Trump solo hizo una visita fugaz en Argentina en la Cumbre del G20 en 2018.

En cuanto al escenario geopolítico, parecería que la región será el epicentro de una guerra fría 2.0 entre Estados Unidos y China. Según Carol Wise, académica de la Universidad de Southern California, «China dejó en claro que llegó a América Latina para quedarse». Ante la crisis del covid-19, China ha aumentado sus esfuerzos de ayuda humanitaria a la región, tal vez como un tipo de ayuda ligada con la intención de desviar la culpa de ser catalogado como creador del virus. China ha fortalecido los lazos con socios como Argentina, México, Ecuador, Perú y Venezuela ya que detrás de ello está el interés nacional de consolidación de su hegemonía comercial. Sin embargo, Estados Unidos también ha prestado ayuda a la región y Biden dotará de un rol protagónico a USAID para recobrar el tradicional papel de Estados Unidos en la asistencia para el desarrollo con la creación de un Departamento de Desarrollo Global. A pesar de la rivalidad, existirá un tipo de complementariedad entre las dos superpotencias y eso será un cambio interesante de visualizar.

Reflexión final

En conclusión, si bien habrá un enfoque un poco distinto con la región, Biden no difiere mucho de Trump en el sentido de que ambos convergen en impulsar primero el nacionalismo económico. Se debería tener aspiraciones más modestas con Biden ya que, al igual que Trump, se concentrará primero en la recuperación económica tras la pandemia. «La seguridad económica significa seguridad nacional y la industria manufacturera define el espíritu de América», dijo Biden en la Revista Foreign Affairs. El exsenador de Delaware impulsará una política exterior hamiltoniana basada en la estabilidad económica para tener una acción efectiva en el exterior. No obstante, tendrá que asumir internamente un Estado dividido y, en el nivel externo, enfrentar un sistema internacional que sigue el mismo camino.

La administración Biden se juega que en las elecciones del 2024 veamos o no el resurgimiento de los hijos del trumpismo o la continuidad de los demócratas en el poder.

Andrea Proaño Alarcón

Andrea Proaño Alarcón

Máster en Diplomacia y Relaciones Internacionales (Escuela Diplomática de España). Licenciada Multilingüe en Negocios y Relaciones Internacionales. investigadora de administración pública, seguridad, política exterior de EEUU y especializada en Estudios Iberoamericanos)

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