Chancay: ¿trampa o trampolín para el Perú?

Chancay: ¿trampa o trampolín para el Perú?

Se espera que el megapuerto al norte de Lima deje fuera del juego a los chilenos en la competencia por las rutas de contenedores del Pacífico. Todo el comercio de Sudamérica con Asia podría canalizarse a través del Perú. Pero ¿cuál es el riesgo de vender el futuro del país a los chinos?

Por: Paolo Benza22 Jul, 2024
Lectura: 6 min.
Chancay: ¿trampa o trampolín para el Perú?
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Ya está todo prácticamente listo. El ministro de Economía del Perú, José Arista, ha confirmado que el presidente de China, Xi Jinping, llegará a cortar el listón del megapuerto de Chancay como parte de su visita por la cumbre de la APEC, a finales de este año. La construcción del proyecto sigue viento en popa y no se ha informado de retrasos. Ni siquiera después de que en mayo del año pasado se hundiera parte del túnel que conecta los muelles con la garita de ingreso, lo que afectó a decenas de vecinos. No pasó nada.

Porque nada puede ya demorar, mucho menos frenar, la puesta en marcha de Chancay. Es la joya de la corona del plan de China para inundar con infraestructura los países del tercer mundo. O, al menos, esa es la sensación general hoy en Perú, un país donde los grandes proyectos de infraestructura —especialmente las obras públicas— se retrasan casi como norma general. Solo para dar un ejemplo: la Línea 2 del Metro de Lima tiene ya cuatro años de retraso y se espera que acumule muchos más, porque no llega aún ni a la mitad.

Puerto de todos

Pero Chancay no. El megapuerto ha avanzado a paso firme bajo la atenta mirada del Partido Comunista Chino. Y no hay burocracia que lo pare. Su primera etapa, que suma 1,500 millones de dólares de inversión, debería estar operativa a inicios del 2025 casi como que sabemos que va a salir el sol. Y el mercado bursátil ha reaccionado a esa certeza que aparenta ser irrefutable.

Hay 50 mil peruanos, la mayoría de ellos personas naturales de mediano patrimonio, que se han volcado a la Bolsa de Valores de Lima (BVL) para comprar acciones en una empresa que es accionista minoritaria de Chancay. Una cifra histórica para la ilíquida bolsa peruana. Gracias al megapuerto, en lo que va del 2024 se ha triplicado la creación de nuevas cuentas en la BVL frente al 2023. Todos quieren tener un pedacito del proyecto chino en Perú. Todos piensan que van a multiplicar su dinero cuando se publique la foto de Xi inaugurando la obra.

Cuando se complete su segunda etapa, la inversión total de Chancay llegará a los 3,500 millones de dólares. Así que también se han sumado a la fiebre los traficantes de terrenos. Desde hace meses lotizan ilegalmente las áreas vecinas al megapuerto, a la espera de que el precio de la tierra se revalorice por la demanda de las empresas que se instalarán. ¿Tiene sentido toda esta expectativa?

Ancla china en Sudamérica

Aunque con importantes matices, la respuesta es que sí. Hoy Sudamérica entera ve con envidia la construcción del megapuerto chino en Perú. Especialmente los chilenos, quienes temen que el puerto de Valparaíso pierda toda su importancia para la región. Lo han dicho así, tal cual, varias autoridades de ese país. Entre otros, Miguel Ángel Vergara, presidente de la Liga Marítima de Chile, y Esteban Velásquez, senador por Antofagasta.

Y de hecho, en Perú se anuncia que todo el comercio marítimo del Pacífico llegará al megapuerto y se distribuirá de allí a los países vecinos, como Chile o Ecuador. Si hace un año la prensa guardaba un ignorante silencio sobre lo que se estaba construyendo a 80 kilómetros al norte de Lima, ahora la cobertura ha dado un giro completo. Prácticamente todos los días salen noticias sobre ese proyecto.

Render del Puerto de Chancay. Foto: Ministerio de Transporte de Perú

La razón es que Chancay podrá recibir barcos de 18 mil TEU, una medida estándar de capacidad, que son los más grandes del mundo. Algo que pocos puertos del continente pueden hacer. Así, se convertirá en el primer punto de contacto del comercio chino con toda Sudamérica. No solo con los países de la costa del Pacífico, sino también con los del Atlántico. Para ahorrarse el cruce del Canal de Panamá, se espera que el comercio de China con Brasil también pase por Chancay. Suma casi 200,000 millones de dólares al año.

Hay un proyecto de Tren Biocéanico entre Chancay y Brasil, que al Perú no le interesa tanto construir, pero a los chinos sí. Y cada vez se habla más de eso. Aunque ese tren ni siquiera sería imprescindible, porque ya hay una Carretera Interoceánica que conecta al Perú con su vecino lusófono. Sea como sea, el megapuerto servirá de cabeza de playa para que China expanda su influencia, tanto comercial como política, en una región que cada vez le interesa más.

¿Pero?

Pero hay un lado B, por supuesto. Su expresión más clara la vimos hace unos meses, cuando la autoridad portuaria peruana quiso anular la exclusividad que la estatal china Cosco Shipping tendrá sobre el megapuerto. Se alegaron errores en la emisión de los permisos. De inmediato los chinos amenazaron al Estado peruano con llevarlo a un arbitraje, lo que trajo abajo el reclamo burocrático muy rápido.

Los chinos ya han dado suficientes muestras de que saben cómo chantajear gobiernos para obtener (o mantener) los privilegios que necesitan. Por ejemplo, ahora hay una disputa con el regulador de la infraestructura de transportes, Ositran, sobre si tiene competencia para determinar las tarifas que se cobren en Chancay. Que sí la tiene sobre el puerto de Callao, por ejemplo, también operado por privados. ¿Le ganarán también con amenazas esa batalla los chinos a los peruanos?

El porvenir del Perú se ha ido hipotecando poco a poco a China en la última década. La influencia del gigante asiático se ha consolidado a punta de desembolsos multimillonarios, especialmente comprando empresas que las corporaciones europeas y estadounidenses fueron dejando. Hoy, China —solo para dar un ejemplo— es dueña de las dos empresas de distribución de luz de Lima Metropolitana. Y la capital del país tiene más de 10 millones de habitantes. El Partido Comunista Chino le puede pagar el interruptor a toda la ciudad.

Además, la presencia china es cada vez más fuerte en el estratégico sector minero peruano, con empresas como Shougang (Marcona), Chinalco (Toromocho) y MMG (Las Bambas). Y sus constructoras se han convertido en las extranjeras que más obras públicas ganan en Perú, por encima de los S/20 millones.

Construcción del puerto de Chancay en Perú. Fuente: Perú Construye

China también se ha sacado de la manga restricciones fitosanitarias cuando la autoridad de competencia del Perú, el Indecopi, empezó a evaluar ponerle salvaguardias a las prendas que ingresan desde ese país. Y así, distintos ejemplos muestran que la relación entre naciones es abiertamente desigual. Hoy, por ejemplo, el gobierno peruano le está gestionando a los chinos convertir Chancay en una Zona Económica Especial, una zona libre de impuestos. Un favor que han anunciado abiertamente.

La pregunta, entonces, se cae de madura: ¿se convertirá el Perú en un país preso de los chinos cuando buena parte de su economía gire en torno a Chancay? ¿Le conviene? Lo aprenderemos, como dicen allá, encontrando las piedras mientras cruzamos ese río.

Paolo Benza

Paolo Benza

Periodista especializado en inversiones chinas en Perú. Colaborador de Análisis Sínico en www.cadal.org

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