El Servicio Federal de Protección de la Constitución de Alemania (BfV por sus siglas alemanes), el organismo de inteligencia interior del país, clasificó oficialmente a la Alternativa para Alemania (AfD) como una organización comprobada de extrema derecha. La AfD, que obtuvo un 20,8% de los votos en las elecciones parlamentarias de febrero y lidera la oposición en el Bundestag (parlamento federal), creció aún más en los sondeos recientes. A pesar de su creciente apoyo popular, el BfV considera que representa una amenaza activa al orden democrático.
Larga investigación
La decisión se basa en una investigación de varios años. El BfV distingue entre “caso a examinar”, “caso sospechoso” y “caso seguro de extremismo”. Ya en 2019, la AfD fue clasificada como “caso a examinar”, y en 2021 fue elevada a “caso sospechoso”. Esta clasificación permitió al BfV recopilar información sobre la AfD utilizando incluso “medios de inteligencia”. En los últimos años, y con autorización judicial, el BfV pudo realizar vigilancia de las comunicaciones, reclutar fuentes humanas y llevar a cabo investigaciones financieras.
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La AfD ya había presentado demandas contra esta clasificación y fue derrotada dos veces en los tribunales. Dado que los partidos políticos en Alemania están organizados de manera federal, anteriormente ya se clasificaron algunas secciones regionales —como la de Turingia, considerada especialmente extremista— como de extrema derecha confirmada.
Un concepto racial del pueblo
Con base en esta exhaustiva investigación, el BfV elaboró un informe de más de mil páginas y concluyó que el partido en su conjunto debe considerarse como una organización extremista de extrema derecha por su carácter sistemáticamente opuesto a la dignidad humana. Debido a la protección de fuentes, el informe completo sigue siendo confidencial. En su comunicado de prensa, el BfV justificó su decisión afirmando que la AfD promueve una visión étnico-racial del pueblo, que busca excluir a determinados grupos de la población de una participación social igualitaria. Así, por ejemplo, la AfD no considera a ciudadanos alemanes con antecedentes migratorios de países musulmanes como miembros equivalentes del “pueblo alemán”, definido por la AfD en términos étnicos.
El BfV afirma:”Esto se manifiesta en la gran cantidad de declaraciones hostiles hacia extranjeros, minorías, así como hacia el islam y los musulmanes, por parte de dirigentes del partido. En particular, la constante agitación contra refugiados y migrantes fomenta la propagación y profundización de prejuicios, resentimientos y temores hacia estos grupos. La desvalorización de estas personas también se refleja en el uso de términos generalizados como ‘migrantes del cuchillo’ o en la atribución generalizada de una supuesta tendencia a la violencia basada en la cultura étnica, expresada por miembros destacados del partido.”

¿Prohibición a la vista?
La clasificación del BfV no tiene consecuencias políticas inmediatas, pero constituye sobre todo una señal política. Sin embargo, permite al BfV utilizar aún más fácilmente medios de inteligencia para investigar a la AfD. Los dirigentes del partido deben ahora contar con que pueden ser vigilados. Además, la membresía en la AfD puede impedir el acceso a empleos públicos o incluso provocar la expulsión de funcionarios del Estado. Esta clasificación del BfV también reavivó el debate sobre una posible prohibición de la AfD. Aunque no es automática, podría ser el siguiente paso lógico.
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En Alemania, como lección del fascismo, existe la posibilidad de prohibir partidos extremistas. Para ello, el Bundestag, el Bundesrat (representación de los Estados federados, equivalente al senado federal) o el Gobierno Federal deben iniciar un procedimiento ante el Tribunal Constitucional Federal. Sin embargo, este proceso es muy largo y políticamente arriesgado; los observadores estiman que duraría varios años. El Tribunal Constitucional ha sido muy cauteloso en el pasado al aplicar la “medida extrema” de la prohibición de partidos. Hasta la fecha, solo se han prohibido dos partidos: en los años 50, el sucesor del NSDAP (partido nacional socialista) y el Partido Comunista. Por el contrario, otros intentos de prohibir partidos de extrema derecha han fracasado en varias ocasiones.
¿Modelo en el manejo del extremismo?
Tanto la posibilidad de vigilancia por parte de los servicios de inteligencia como la opción de prohibir partidos son particularidades del sistema alemán frente a los partidos extremistas. Ambas se justifican por la experiencia histórica específica de Alemania con el fascismo. Tras la Segunda Guerra Mundial, se estableció en Alemania el concepto de “democracia militante”. Como en la República de Weimar (1919–1933) los enemigos de la democracia usaron sus reglas para destruirla, después de 1945 se buscó una democracia que pudiera defenderse, protegida por el BfV.
Políticamente, es cuestionable si este enfoque específico alemán puede servir de ejemplo para otros países en la lucha contra el extremismo. Las convicciones democráticas no pueden imponerse por orden. Además, la vigilancia y la clasificación por parte del BfV probablemente no perjudiquen políticamente a la AfD. Por el contrario, el partido puede seguir alimentando su narrativa de victimización. Califica la decisión del BfV como motivada políticamente y ya presentó una demanda contra la clasificación.
No obstante, el caso vuelve a poner de manifiesto un difícil desafío global: las democracias deben tratar con sus enemigos internos con prudencia y determinación.