Brasil se encuentra ante un año superelectoral y todo parece resumirse en el duelo entre Lula y Bolsonaro. Lula lidera las encuestas, pero la brecha entre ambos disminuye. Aún faltan seis meses para las grandes decisiones en la disputa electoral presidencial y en la lucha por los escaños parlamentarios, pero el primer trimestre del año ya estuvo marcado por giros inesperados en la nominación de candidatos, cambios de partido e intentos de consolidar una tercera vía.
En un gran evento en San Pablo, el 7 de mayo de 2022, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) del Partido de los Trabajadores (PT) anunció oficialmente su candidatura a la presidencia de Brasil.
Los partidos en Brasil tienen plazo hasta el 15 de agosto para registrar a sus candidatos ante el Tribunal Supremo Electoral, pero algunas decisiones ya han provocado sorpresas en el primer trimestre de este 2022 superelectoral. Lula anunció recientemente que quería presentarse en una alianza con su exarchirrival Geraldo Alckmin. Con este fin, Alckmin abandonó su partido PSDB (Partido da Social Democracia Brasileira) después de 33 años y se unió al PSB (Partido Socialista Brasileiro).
La candidatura del exgobernador de San Pablo, el estado económicamente más fuerte, para el cargo de vicepresidente se interpreta como una jugada para ganar votos del centro político, y sobre todo del sector empresarial, para el PT. De esa forma, el candidato presidencial Lula se convertiría en una opción interesante para el electorado de la clase media.
La estrategia ha causado desconcierto en los círculos conservadores y es igualmente controvertida entre los miembros del partido en el espectro más izquierdista del movimiento sindical.
El presidente Jair Bolsonaro (Partido Liberal, PL) también tiene intenciones de postularse para un segundo mandato. Para vicepresidente posiblemente se presentará el exministro de Defensa, general Walter Souza Braga Netto.
El presidente Bolsonaro ganó las elecciones de 2018 como candidato del PSL (Partido Social Liberal) frente al candidato del PT, Fernando Haddad. En aquel momento, Lula no tenía autorización de postularse para las elecciones, ya que estaba encarcelado por el caso de corrupción Lava Jato, expuesto en 2014.
Bolsonaro sacó capital político de ello. Con su discurso anticorrupción y antisistema, y con sus anunciados proyectos de reforma en el ámbito de la política fiscal y del sistema de seguridad social, logró, entre otras cosas, ganar votos de la clase media. También rompió el tradicional duelo entre el PSDB y el PT.
Bolsonaro también se benefició de la ira y la decepción de muchos votantes del PT por el nivel de corrupción en sus propias filas. Con su relato conservador, Bolsonaro logró además movilizar a evangélicos y funcionarios militares. Recibió también el apoyo del lobby agrario. Su aparición como populista de derecha y la distribución intencional de noticias falsas también convencieron a los votantes radicales y desinformados, así como a los teóricos de la conspiración.
A lo largo de su mandato, Bolsonaro perdió credibilidad y apoyo de liberales y de partidarios de la línea dura. Esto se debe al acercamiento de Bolsonaro a los partidos tradicionales en el Congreso, el llamado Centrão, a los efectos de retener su poder. Al hacerlo, no solo se doblegó frente al sistema que había criticado duramente durante la campaña electoral, sino que también hizo recortes a sus planes de reforma.
A esto se agrega que no cumplió adecuadamente con su responsabilidad como jefe de Estado en frenar la propagación del coronavirus. También tuvo que enfrentar acusaciones de corrupción, por ejemplo, en relación con la compra de las vacunas. Como resultado, perdió más de 20 puntos del 55,13 % de los votos que lo habían catapultado a la presidencia en 2018.
Por el momento, tampoco la situación económica favorece su reelección. Por eso, Bolsonaro en la campaña electoral de este año se concentra ante todo en las polémicas y los ataques a las instituciones democráticas.
El exministro de Justicia Sérgio Moro, que recientemente viajó por Europa como candidato a la presidencia del partido Podemos, por el momento abandonó su plan y se pasó a la recién fundada União Brasil. Este partido surgió de la fusión del PSL (expartido de Bolsonaro) y el partido Demócratas (DEM). Esto llevó a serios desacuerdos entre Moro y el partido Podemos, que previamente había financiado la campaña.
Por otra parte, la imagen de Moro se vio afectada por la sentencia final del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Según esta, Moro había violado el principio de imparcialidad en su calidad de juez durante su investigación del escándalo de corrupción Lava Jato, que culminó con la sentencia contra el expresidente Lula.
Las conversaciones exploratorias de los partidos conservador-liberales y socialdemócratas PSDB, União Brasil, Cidadania y Movimento Democrático Brasileiro (MDB) también atrajeron la atención de los medios a principios de año. A mediados de marzo, los representantes de los partidos anunciaron que querían ponerse de acuerdo en un único candidato presidencial para oponerse a Lula (PT) y al actual presidente Jair Bolsonaro.
Sin embargo, las disputas públicas entre los representantes de los partidos sobre quién debería presentarse como candidato principal dañaron el proyecto de una tercera vía.
Además, las prioridades programáticas de la alternativa fueron descuidadas en las discusiones, lo que llevó a una pérdida de credibilidad con los votantes potenciales ya antes de que iniciara la fase caliente de la campaña electoral.
Finalmente, el 4 de mayo União Brasil se retiró del proyecto mediante un videomensaje del líder del partido Luciano Bivar. Todavía no está claro quién se postulará por su partido y están en discusión el propio líder del partido y Sérgio Moro. Las disputas dejan en claro que una posible tercera vía alternativa es cada vez más improbable.

La campaña electoral
Según las encuestas, el tema predominante en el actual año electoral es la economía. Los brasileros están extremadamente preocupados por el desempleo, la inflación —que con el 11,3 % entre marzo de 2021 y 2022 alcanzó un máximo histórico desde que se introdujo el real como moneda nacional en 1994— y el aumento del costo de vida, especialmente en los precios de alimentos, energía y combustible.
En 2018, la corrupción fue un aspecto central para las decisiones electorales, pero ante todo las consecuencias socioeconómicas de la pandemia de covid-19 dejaron una huella duradera. Por lo tanto, a través de medidas de asistencia social como el Auxilío Brasil el gobierno de turno busca ganar puntos con los sectores más pobres de la población, que tienden a votar por el PT.
Lula, por el contrario, intenta, entre otras cosas, convencer con fórmulas económicas populistas de izquierda como el aumento del salario mínimo y la nacionalización de empresas. También se está discutiendo la introducción de una ley de control de medios de comunicación. Además de los votantes indecisos en general, tanto Bolsonaro como Lula intentan ganarse a evangélicos influyentes, así como a jóvenes y adultos jóvenes.
La franja etaria entre 16 y 24 años comprende 29 millones de personas, es decir, el 19 % de la población con derecho a voto en Brasil. Ganar estos votantes podría cambiar decisivamente el resultado de la elección. Para llegar a audiencias más jóvenes, los equipos de campaña apuestan en gran medida a las redes sociales, pero no necesariamente logran hacerlo en el tono adecuado.
Dada la falta de interés por la política y la polarización de la sociedad entre los partidarios del PT y del partido de Bolsonaro (PL), cada vez más artistas e influenciadores se involucran en las elecciones. La popular cantante Anitta, por ejemplo, hizo un llamado a sus seguidores, entre ellos, muchos votantes primerizos de entre 16 y 17 años, a registrarse como votantes. Esta franja etaria comprende alrededor de seis millones de ciudadanos habilitados, pero no obligados, a votar. El compromiso de los artistas, así como el esfuerzo del Tribunal Supremo Electoral TSE tuvieron como resultado que un total de dos millones de estos votantes primerizos ya puedan votar. Esto es, un 47,2% más que en un período comparable en el año electoral de 2018.
Acuerdo del Tribunal Supremo Electoral con proveedores de servicios en línea
Las redes sociales juegan un papel central en la campaña electoral brasileña. Si bien los partidos también disponen del derecho a fondos públicos y tiempo de transmisión en los medios tradicionales (televisión, radio), los servicios de mensajería y las plataformas en línea permiten una difusión más amplia de la información y una segmentación más específica de los grupos objetivo. Esto presenta a las autoridades de control el desafío de prevenir e impedir la desinformación y las noticias falsas. Por esto, el Tribunal Supremo Electoral cerró acuerdos con los principales proveedores como Facebook, YouTube, WhatsApp, TikTok y, luego de una disputa jurídica, finalmente también con Telegram para evitar la difusión de información falsa y discursos de odio. Durante la campaña electoral regirán por lo tanto restricciones en la carga y promoción de publicaciones, el tamaño de los grupos y la capacidad de reenviar mensajes.
Desafíos al sistema electoral
Tras la derrota de Trump en las elecciones estadounidenses, los politólogos advirtieron que el presidente brasileño usaría la misma estrategia en las próximas elecciones en Brasil. En aquel entonces, Bolsonaro se hizo eco de la narrativa de Trump sobre el fraude electoral y fue uno de los últimos presidentes latinoamericanos en reconocer la victoria de Biden. Desde entonces, los ataques al sistema de votación de Brasil se han convertido en una preocupación central de Bolsonaro. Esto culminó en agosto de 2021 con la propuesta de enmienda constitucional (PEC) 135 para abolir las urnas electrónicas en Brasil y volver a las boletas de votación físicas.
La propuesta fue rechazada en el Congreso por tratarse de un intento de reformar la Constitución, lo que exige las tres quintas partes de los congresistas (308).
En el año electoral, se observa que el presidente Bolsonaro continúa con el discurso sobre la supuesta falta de confiabilidad de las urnas electrónicas, para no reconocer el resultado en caso de ser derrotado.
El rechazo del gobierno de Bolsonaro al sistema de voto electrónico también generó un conflicto entre el Tribunal Supremo Electoral y el Ministerio de Defensa. Según Bolsonaro, los militares deberían desempeñar un papel más activo en la observación electoral. También exigió que se retirara la invitación del TSE a la Unión Europea para observar las elecciones.
Tendencias y panorama
Brasil está experimentando un año electoral con dos posibles candidatos principales ubicados en los extremos opuestos del espectro político. Lo nuevo es que como ambos ya ocuparon la presidencia, se reduce la incertidumbre sobre qué esperar de un futuro gobierno.
Según las encuestas actuales, Lula sigue a la cabeza y los institutos de investigación están asumiendo actualmente una segunda vuelta entre el presidente Bolsonaro y Lula el 30 de octubre, pero la brecha entre los dos principales candidatos se ha reducido a nueve puntos porcentuales. Ciertamente, los altos índices de aprobación de Lula no se deben a su popularidad absoluta, sino más bien a la preocupación por un segundo mandato de Bolsonaro. La aprobación de Bolsonaro, a su vez, está compuesta por una mayoría de quienes rechazan firmemente un gobierno de izquierda. Esto también explica por qué el retiro de la candidatura de Moro favoreció a Bolsonaro.
En vista del predominio de las variables económicas en las decisiones electorales, queda por ver en qué medida los acontecimientos actuales afectarán realmente el resultado de las elecciones. En cuanto a la suposición de una posible derrota de Bolsonaro, afirmaciones como «La urna no es a prueba de falsificaciones, es permeable. Pero no voy a hablar de eso, las fuerzas armadas se encargarán» son seguidas con gran preocupación. Queda por ver si tales amenazas en estilo populista serán seguidas realmente por acciones. En cualquier caso, el resultado de las elecciones en Brasil no es seguro y será decisivo qué partidos apoyarán finalmente a cuál candidato.
.