El tango se baila de a tres: el poder de las vacunas

El tango se baila de a tres: el poder de las vacunas

Más de la mitad de las vacunas que usan los argentinos fueron desarrolladas en Moscú y Beijing. El presidente Vladimir Putin se convirtió en un «amigo» para el mandatario Alberto Fernández. China también aporta millones de dosis. Y los empresarios argentinos entran en escena.

Por: Martín Torino6 Jul, 2021
Lectura: 6 min.
El tango se baila de a tres: el poder de las vacunas
Compartir
Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Ni Estados Unidos, ni el «Norte global», ni sus corporaciones farmacéuticas. Las vacunas contra el covid-19 llegan y seguirán llegando predominantemente desde Rusia y China, mientras que el resto tendrán el sello de laboratorios argentinos. Una decisión que empalma perfectamente con el discurso de varios gobiernos latinoamericanos, que desafían al «imperio» de Washington.

Más del 60% de las vacunas que reciben los argentinos fueron desarrolladas, patrocinadas, impulsadas por los Estados de Rusia y China: 11,2 millones de dosis Sputnik y 6,7 millones de Sinopharm con base en Beijing.

A futuro, la dependencia en la Sputnik-V será mayor, porque otro laboratorio argentino (Richmond) apuesta a envasar las dosis en el país. Y también crecerá la participación de vacunas patrocinadas por China: el Gobierno anunció un acuerdo por 24 millones de vacunas Sinopharm que debieran llegar entre julio y septiembre. Pero también entrará en juego el producto de Cansino, que fue autorizado «con carácter de emergencia», lo que revela el sumo interés del Gobierno.

En cambio, la bandera de Estados Unidos aún no flamea en la campaña de vacunación. El gobierno peronista-kirchnerista de Alberto y Cristina Fernández de Kirchner empantanó el acuerdo con la empresa Pfizer. Por ese convenio, el país hubiera recibido 8 millones más de dosis en el primer semestre de 2021, cuando el país sufrió la faltante de inoculaciones para sus ciudadanos. La oferta data de julio de 2020, cuando Argentina fue elegida para testear la (en ese entonces) nonata vacuna de Pfizer, por lo que tenía ventaja para adquirir un monto de dosis. Pero desde el gobierno incluyeron términos de “negligencia” que ahuyentaron a la empresa, así como Fernández se espantó con la garantía de ejecución en el exterior que Pfizer reclama en sus contratos.

Sin embargo, el Gobierno tuvo que recular en los últimos días, ante la faltante de segundas dosis. A través de un decreto, cambió la normativa para que lleguen vacunas de Pfizer, Moderna y Janssen. Aunque sea, las que está donando Estados Unidos a otros países de la región, como Colombia. Esto puede llevar tiempo. Hasta el momento las farmaceúticas estadounidenses no desembarcaron de este lado del Río de la Plata.

¿Esto sugiere algún posicionamiento ideológico/geopolítico del Gobierno a la hora de comprar vacunas? No, pero… Históricamente, el kirchnerismo promovió y acordó asociaciones estratégicas con Rusia y China, durante los gobiernos de la actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), mientras que mantuvo una relación distante con Estados Unidos y las «corporaciones» del «norte». Es posible que el Gobierno hoy busque más autonomía respecto a Washington mientras negocia la deuda con el FMI, por USD 44.0000 millones.

Pero también coincide con una pertenencia ideológica a la teoría de que Washington ejerce una «hegemonía» global y que Latinoamérica es la periferia del mundo por culpa de los países centrales, del norte. Siguiendo esta teoría, durante la pandemia, los países desarrollados refuerzan su posición dominante al acaparar las vacunas.

Algunos trazos de estas ideas aparecen en discursos del presidente Fernández, como cuando convocó a sus pares del G20 a «construir otro capitalismo». O cuando habló con el premier ruso Vladimir Putin, durante una conferencia con Moscú el último 4 de junio. «Los amigos se conocen en los momentos difíciles y cuando pasamos un momento difícil, el Gobierno de Rusia, el Fondo Soberano de Rusia, y el Instituto Gamaleya estuvo al lado de los argentinos ayudándonos a conseguir las vacunas, que el mundo no nos estaba dando», planteó. Por tanto, en la cabeza del Gobierno está la idea de que «el mundo» le dio la espalda a la Argentina.

El Gobierno argentino no es el único que piensa así. Entre el 18 y 21 de junio, la ministra de Salud, Carla Vizotti, participó de la Cumbre por el Internacionalismo de las Vacunas, junto con sus pares de Cuba, Venezuela y hasta el líder laborista británico Jeremy Corbyn, entre otros. El encuentro protestó contra una «coalición de corporaciones farmacéuticas, filántropos billonarios y gobiernos del Norte global» que interfieren para que las vacunas no se distribuyan en todo el mundo. La ministra Vizzotti es quien conduce la negociación para la compra de nuevas dosis tanto con Rusia y China, como con las corporaciones farmacéuticas del «Norte global».

La tercera posición

Otra pata importante de la estrategia del gobierno consiste en producir la vacuna, a través de laboratorios con los que mantiene buenos lazos. Más del 30 % de las inyecciones que se aplican en la Argentina son del producto AstraZeneca (AZ), de origen británico. Después de meses de demora, arriban las dosis con principio activo producido por el laboratorio del argentino Hugo Sigman.

El Gobierno redobla la apuesta con el corporativismo nacional. Ahora esperan que el laboratorio argentino Richmond, con el que tienen buenos vínculos, «produzca» la Sputnik-V en el país. En realidad, el laboratorio envasará los 300 litros de principio activo que Moscú le envió a la Argentina a principios de junio. Con este paso y bastante optimismo, el empresario Marcelo Figueira espera entregar 500.000 dosis por semana desde julio.

La expectativa del Gobierno es que en este segundo semestre el país tenga vacunas y llegue a inocular al total de la población objetivo: 25 millones de personas. ¿Llegará? A este ritmo, lo más probable es que el Gobierno solo logre aplicarle una dosis a este sector prioritario de la comunidad durante el 2021. Es que la escasez de segundas dosis pone en duda que la población objetivo reciba la inoculación completa. A diferencia de Brasil, México, Chile y Uruguay, la Argentina aún no alcanzó al 10 % de su población con ambas dosis. Lo insólito es que ante esta escasez, en el Gobierno salieron a defenderse resaltando el nivel de inmunidad que alcanzan las personas con una sola dosis.

Hasta ahora, la decisión política es apostar a la alianza con Rusia, China y la producción de los empresarios locales, mientras demoran las negociaciones con otros proveedores como Pfizer. Esto puede ser un error. Y en esta crisis, las malas decisiones cuestan vidas. La Argentina ronda las 100.000 muertes por covid-19, una tasa bastante alta a nivel global. ¿El Gobierno está haciendo todo lo posible para priorizar la salud de sus ciudadanos?

.

The maximum number of views of this element is reached.
Please contact the webmaster to enable unlimited views.

Martín Torino

Martín Torino

Periodista político. Corresponsal en la Casa de Gobierno argentina entre 2016 y 2020. Exredactor de «El Cronista Comercial». Msc Global Politics (Birkbeck, University of London). Actualmente cursa posgrado en Sociología de la Universidad de Bielefeld, Alemania

newsletter_logo

Únete a nuestro newsletter