México se ha consolidado como un país en donde el populismo de izquierda logró conquistar el poder e influenciar en varias latitudes desde la conformación del Grupo de Puebla.
El presidente Andrés Manuel López Obrador llegó al poder en una elección democrática en 2018 con gran apoyo popular. Desde el poder intentó, a través de estrategias legislativas, legales y comunicacionales, incrementar su influencia para que la presidencia volviera a ser un poder central y hegemónico frente a un poder Legislativo y Judicial ajustado a su medida. Hasta cierto punto logró su objetivo, gracias a la mayoría legislativa que obtuvo y a la designación de un presidente de la Suprema Corte afín a su voluntad.
Esto no es algo nuevo. México ha sido un país muy presidencialista durante décadas. Recién en 1997 el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió su hegemonía. El primer Congreso donde el presidente de la República no contó con la mayoría legislativa para hacer reformas unilaterales. Este fue el inicio de la alternancia que en el año 2000 consolidó Vicente Fox cuando por primera vez un partido opositor, el Partido Acción Nacional (PAN), ganó la presidencia.
Federalismo en picada
Durante los primeros tres años de gobierno, López Obrador inició una cruzada contra los contrapesos de poder, colonizándolos o ahorcándolos. Colonizó la Comisión Nacional de Derechos Humanos poniendo (a espaldas de la ley) a una dirigente de su partido Morena al frente de la institución. Ahorcó a la Comisión Reguladora de Energía al quitarle presupuesto. Además dejó vacantes parte de sus direcciones por proponer personas que no pasaron la examinación del Senado. Mediante una reforma se eliminó el Instituto Nacional de Evaluación Educativa. Así, cada contrapeso ha sido atacado o disminuido, y la presidencia ha conseguido aglutinar más atribuciones y centralizar el poder en detrimento del federalismo.
Nacimiento de una coalición
Para 2021 el poder de López Obrador se vio reducido al perder la mayoría absoluta de dos tercios en el Congreso. Esto le impide hacer reformas constitucionales. La oposición se alió en un proyecto que se llamó «Va por México» y, aunque no logró arrebatarle la mayoría simple (la mitad más uno de los votos de la Cámara de Diputados), el bloque opositor tuvo más votos que el bloque del gobierno.
Ahora, después de la exitosa experiencia de la elección de 2021 y del intento del presidente López Obrador de desmantelar la autoridad electoral, que se vio frustrado por la participación de los partidos políticos con la sociedad civil, se ha conformado el Frente Amplio por México. Esta coalición reúne a los tres principales partidos de oposición y a más de 250 asociaciones civiles.
¿Quiénes conforman la alianza partidaria contra Morena y la práctica populista de AMLO? Son tres partidos: el PAN, partido humanista fundado en 1939, que representa la principal fuerza de oposición actual en México; el PRI, por muchos años hegemónico en México; y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), fundado en 1989 como una escisión del PRI con la suma de las principales fuerzas de izquierda. Además, se sumaron a la plataforma más de 250 asociaciones civiles como el Frente Cívico Nacional, Poder Ciudadano, Sí por México, Sociedad Civil México, UNE México, Unidos por México, etc.

¿Cómo elegir un candidato?
Por primera vez en la historia de México se hará una elección primaria en donde participarán los tres partidos mencionados junto con las asociaciones civiles. Para ello, se conformó un Comité Técnico Organizador que funge como autoridad electoral para la elección primaria. Está constituido por siete personas independientes con experiencia como autoridad electoral y seis representantes de los tres partidos políticos (dos por cada uno).
El proceso tendrá tres fases: una primera etapa, que ya inició, de registro de aspirantes a coordinar el Frente Amplio. Fueron aceptados trece candidatos. Cada uno debe reunir 150.000 firmas de apoyo, suscritas en una plataforma digital (www.frenteampliopormexico.org.mx). Quienes cumplan con ese primer requisito pasarán a una segunda etapa, cuando se hará un primer foro para discutir y analizar la visión de cada aspirante.
Se hará un primer estudio de opinión pública que mostrará las tres candidaturas con mayor apoyo popular para la siguiente etapa. Con los tres electos se harán cinco foros temáticos regionales y se llevarán adelante dos procesos: un segundo estudio de opinión pública y una votación de todas las personas que se registraron dentro de la plataforma digital (sin importar a quién apoyaron inicialmente al registrarse). El candidato con mayor apoyo, tanto en el estudio de opinión como en la consulta directa a los inscritos, será el responsable nacional para la construcción del Frente Amplio por México. El resultado final se sabrá a inicios de septiembre.
Expectativa y participación
Además del proceso para elegir a la o el representante del Frente, se realizan mesas de trabajo para construir la plataforma electoral y el programa de gobierno. Cada partido registrará su propia plataforma. Y también se registrará un programa conjunto en donde se enunciarán las principales causas por las que el Frente está unido. Con este proceso no solo se rompe un paradigma de arquitectura político-electoral en México. También se demuestra que, ante una amenaza autoritaria, se pueden sumar las diferentes fuerzas políticas que construyeron la democracia y las instituciones de México.
Hasta el momento, el proceso ha generado una gran expectativa y participación social. Lo que en un inicio parecía un proyecto utópico, ha tomado forma y ha despertado la esperanza de cambio. Los partidos que históricamente habían sido rivales hoy se han unido ante la amenaza de un populismo autoritario. Han dejado atrás las diferencias para hacer un programa conjunto de rescate de las instituciones, las libertades ciudadanas y los derechos.
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