Actualmente la televisión y la prensa no llegan a los jóvenes. Si los partidos políticos quieren conversar con ellos, tienen que ir a donde están. Uno de esos sitios es Twitch.
Cuando la congresista estadounidense Alexandra Ocasio-Cortez sumó 429.000 espectadores jugando al videojuego Among Us en Twitch, el mundo de la política empezó a mirar hacia la plataforma de streaming. La representante del Partido Demócrata acababa de abrir su cuenta, pero con esa retransmisión se convirtió en la quinta persona con más espectadores de la historia del canal. Ocho meses después, tiene un millón de seguidores y aquel video suma más de cinco millones de reproducciones.
Sin embargo, Ocasio-Cortez es la excepción. El mundo político todavía no ha llegado a Twitch. Es posible que todavía no comprenda este territorio poblado por gamers. Y esto puede ser un problema, porque así se aleja de los más jóvenes. Actualmente la televisión y la prensa no llegan a ese sector de la población. Si los partidos políticos quieren conversar con ese segmento del electorado tienen que ir a donde están. Y uno de esos sitios es Twitch.
¿Por qué Twitch?
«Sin duda que la audiencia ha dado un paso al frente. Se ha empoderado», analiza Teresa Ciges sobre el significado de Twitch. Ella es doctoranda en comunicación política en la Universidad de Barcelona, consultora en comunicación estratégica y colaboradora en los diarios À Punt y La Vanguardia. Según Ciges Twitch, «es una plataforma que le ha dado poder a la audiencia. Y esto lo vemos claramente cuando entramos a la aplicación y vemos la interfaz, donde el chat tiene una gran importancia, a diferencia de otras redes sociales».
En Twitch, lo más importante es la interacción con la comunidad. Es lo que lo diferencia de otras plataformas y, de hecho, lo que le da contenido. Twitch va más allá del video en sí y tal vez esa es otra de las razones porque atrae tanto a los jóvenes. Incluso más que YouTube, en ciertos sectores: «Esto ya lo podían hacer en YouTube y muchos triunfaban, pero ahora hay una migración hacia Twitch porque el algoritmo de Youtube ha cambiado, es una red neuronal, y muchos youtubers no lo entienden y se frustran al ver que tienen miles de suscriptores pero no tienen visitas», explica Ciges. Además, la monetización en Twitch es más sencilla, siempre y cuando haya interacción, ya que sería imposible que un directo en esa plataforma tuviera éxito sin ese ingrediente.
El alcance
Twitch tiene una media de 26,5 millones de visitantes al día. Cada mes, más de 6 millones de personas transmiten contenidos propios. Varios de los creadores de contenido más populares ganan millones en publicidad, patrocinio y donaciones.
En Latinoamérica se ha convertido en la aplicación de streaming favorita para los gamers. Mientras, los streamers españoles baten récords y sitúan al país a la cabeza de varias estadísticas. A principios de año, un streamer español llamado David Cánovas Martínez superó la cifra de 2 millones de espectadores jugando a Fortnite.
Pero el boom de la plataforma no comenzó hasta el año 2014, cuando fue comprada por Amazon. El confinamiento en 2020 provocado por la pandemia ha terminado de disparar su uso y su popularidad. También han contribuido a su despegue el auge de la cultura gamer y la mejora de las tecnologías y la conexión a internet.
Cómo entra la política en Twitch
«Sí que hemos visto gamificación de la política a través de esta plataforma, de esta red social. Pero sí que es cierto que los sectores de la política que han entrado en esta red han aprovechado para llevárselo a su terreno. Apostando por una reflexión sosegada, a diferencia de lo que se hace en TikTok», describe Teresa Ciges.
Incluso el presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha accedido a un debate en Twitch. ¿Por qué? Básicamente, porque es consciente de que los jóvenes no ven la televisión. Teresa Ciges nos aclara que las instituciones públicas son aún más tímidas en el uso de Twitch, aunque hay algunos ejemplos como los de los gobiernos de Reino Unido y Guatemala que transmiten sus ruedas de prensa a través de esa plataforma.
Aquí el problema está en que el formato rueda de prensa es el contenido menos atractivo posible para un espacio al que acude la gente joven, en principio, a jugar y divertirse. Por lo tanto, una lección importante sería que no se trata de retransmitir por Twitch los contenidos de siempre, sino de crear nuevos contenidos que encajen con los gustos de esa audiencia y con los códigos de la plataforma.
«Los jóvenes de hoy en día no consumen como consumían antes. No ven la tele como la veían antes. Y ya no se informan políticamente como lo hacían antes», concluye Ciges. Si los partidos quieren acercarse a los jóvenes tienen que pensar en ingresar a las nuevas plataformas.
Si miramos hacia atrás, vemos que los partidos políticos hace tiempo vienen transmitiendo sus eventos por Youtube, incluso cuando eran presenciales antes de la pandemia, pero en estos tiempos de restricciones el streaming se ha vuelto obligado. No obstante, el miedo al rechazo del público joven es mayor que la oportunidad cierta de acercarse a un segmento del electorado que no consume política tradicional.
Evitar adaptaciones forzadas
La consultora Teresa Ciges tiene algunas recomendaciones para aquellos políticos que quieren entrar a Twitch: «Es fundamental que la política aprenda e incorpore las potencialidades de cada red social. Igual que al principio costó que aterrizaran en Instagram y ahora se ha convertido en una red imprescindible para la política. Que permite una cercanía, mostrar el backstage. La comunicación política se tiene que adaptar a los nuevos tiempos, a todas las formas de comunicar. Y aprender e incorporar todas las oportunidades comunicativas, siempre y cuando pueda tener recursos para hacerlo. Tanto económicos como humanos. No puedes ir a Twitch o a TikTok y que te digan boomer, porque no has entendido nada. Tienes que tener un equipo detrás que sepa cómo funciona cada red. La política tiene que aprender. Siempre y cuando entienda los lenguajes».
El indicador clave quizá sería medir si, al aterrizar en Twitch, el público de ese político sigue siendo el mismo que lo seguía en Twitter o Instagram. De ser así, tal vez no merezca la pena el esfuerzo. En todo caso, como en otros aspectos de la comunicación política, lo mejor es ponerse en manos de los que saben. Y aquí, los que saben son los que estaban en la plataforma antes de que llegaran los políticos.
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