¿Por qué el mundo vive una recesión democrática?

¿Por qué el mundo vive una recesión democrática?

En lugar de advertir las propias deficiencias de los sistemas representativos, el principal problema de nuestras democracias a menudo se identifica como el populismo.

Por: Alejandro Guedes21 Mar, 2025
Lectura: 4 min.
¿Por qué el mundo vive una recesión democrática?
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Vivimos una “prolongada recesión democrática”. Estas palabras pertenecen a Joan Hoey, directora del Índice de Democracia de The Economist Intelligence Unit (EIU). En el informe 2024 recientemente publicado, se señala que estamos ante un declive democrático que alcanza su punto más dramático desde la primera edición, en 2006. El índice registró un mínimo histórico cuyo valor fue 5,17 en un total de 10 puntos. El relevo comprende a 167 países. De este total, 130 naciones (el 78%) registraron una disminución o no mejoraron.

Si bien solemos normalizar la vida en democracia, tan solo un 7% de la población mundial reside en alguno de los 25 países catalogados como “democracias plenas”. Mientras, 39% de la población vive bajo “regímenes autoritarios”.

En general, las categorías que registraron los mayores descensos fueron: el funcionamiento del gobierno, el proceso electoral y el pluralismo. Este desempeño se considera “decepcionante”, teniendo en cuenta que 2024 fue un año en el que más de la mitad de la población global fue a votar. Incluso algunos de los más poblados del mundo, como Bangladesh, Brasil, India, Indonesia, México, Pakistán, Rusia y Estados Unidos. Según el informe anual de la publicación británica, el desafecto popular hacia los gobiernos se expresó en un apoyo creciente a populistas.

Democracy index. The Economist, 2025
Mapa del índice de democracia. Fuente: The Economist, 2025

Aspectos claves

América Latina y el Caribe experimentan un deterioro democrático por noveno año consecutivo, en una región donde tan solo Uruguay y Costa Rica son “democracias plenas”. En contraste, Haití, Cuba, Venezuela y Nicaragua son considerados “regímenes autoritarios”.

Europa Occidental continúa siendo el faro democrático. Es la única región que mejoró su puntaje en 2024, en particular los países nórdicos (Noruega, Islandia, Suecia, Finlandia y Dinamarca) siguen dominando la clasificación del Índice de Democracia. Entre ellos se agregan Nueva Zelanda y Suiza entre las siete mejores puntuaciones. El fuerte de estos países reside en la participación ciudadana, libertades civiles y sistemas políticos transparentes.

“Democracias defectuosas” es una categoría que se viene consolidando, con países como Estados Unidos y Francia. Pero también en nuestra región, con Chile, Panamá, Argentina, Brasil y Colombia, que se encamina a descender de categoría.

En tanto, los “regímenes híbridos” y los “autoritarios” comprenden un número significativo de países, mayormente de África, Asia y Oriente Medio. Se destacan debilidades en cuanto a los procesos electorales, restricciones a la libertad de prensa y la falta de separación de poderes. En lo que atañe a nuestra región, entre los regímenes híbridos encontramos casos como los de Paraguay, México, Ecuador, Honduras, El Salvador, Guatemala y Bolivia.

Incremento de los autoritarismos

Como tendencia global y poniendo en contexto este informe cabe destacar que durante la última década se ha plasmado un consenso sobre la posibilidad de que el mundo político, tal cual lo conocemos, experimenta lo que el experto estadounidense Larry Diamond denominó una “recesión democrática”. Esta impresión se confirma en este informe, con el desempeño más bajo del índice desde que se tiene registro.

El número de países clasificados como democracias bajo este modelo se redujo de 79 en 2006 a 71 en la actualidad. Mientras, los regímenes autoritarios pasaron de 55 a 60. En tanto, los países catalogados en esa zona gris, de los “regímenes híbridos”, aumentaron, de 33 a 36.

Panorama incierto

Se enfrentan desafíos significativos, incluyendo factores como la erosión de las libertades civiles, desconfianza en las instituciones políticas, creciente polarización política y el ascenso de líderes autoritarios que erosionan los controles institucionales. Recibe especial atención un factor de erosión como el impacto de la tecnología y las redes sociales en cuanto a su contribución a la desinformación y los riesgos de manipulación política.

Al igual que en anteriores informes, el panorama que se plantea para la vida democrática es incierto. El crecimiento de la desigualdad social y de ingresos documentado por autores como Milanovic, Acemoglou y Picketty, advierten sobre la acentuación de las divisiones entre una élite gobernante y profesional, que contrastan con el resto de la ciudadanía, desdibujando incluso el propio concepto de líderes democráticos.

En lugar de advertir las propias deficiencias de los sistemas representativos, el principal problema de nuestras democracias a menudo se identifica como el populismo. En otras palabras, se problematiza el populismo en lugar de abordar los problemas subyacentes cuyo corolario genera el auge de los movimientos populistas.

Alejandro Guedes

Alejandro Guedes

Politólogo y magíster en ciencia política por el Departamento de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República de Uruguay.

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