Santiago Basabe: «En el Ecuador no es ventaja estar en un partido»

Santiago Basabe: «En el Ecuador no es ventaja estar en un partido»

La democracia está jaqueada por el enfrentamiento entre los poderes, la debilidad del presidente y la presión del crimen organizado. La fragilidad de los partidos políticos y la incertidumbre permanente completan un contexto crítico para el país.

Por: Ruth Hidalgo, Camila Posso27 Abr, 2023
Lectura: 10 min.
Santiago Basabe: «En el Ecuador no es ventaja estar en un partido»
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

El cientista político Santiago Basabe ofrece su mirada sobre el estado de la democracia en el Ecuador. La gobernabilidad atraviesa momentos duros con una Asamblea Nacional enfocada en sacar al presidente Guillermo Lasso y un Ejecutivo con poca capacidad de movimiento en el Legislativo por tener una bancada reducida. Esto sucede en un contexto de penetración del crimen organizado y debilitamiento de los partidos políticos.

Santiago Basabe es profesor titular de Ciencia Política de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-Ecuador), becario Georg Foster de la Fundación Alexander von Humboldt, investigador posdoctoral en el Instituto Instituto Alemán de Estudios Globales y de Área (GIGA). Explora características de las instituciones políticas en América Latina con un enfoque en la relación entre la gobernanza judicial y el desarrollo político, el presidencialismo y la representación legislativa en América Latina. Tiene un doctorado en ciencia política por la Universidad Nacional de San Martín (Buenos Aires, Argentina).

La democracia en el Ecuador

Ruth Hidalgo: El Ecuador recibe constantes críticas a la calidad de su democracia. ¿Considera que esta continúa debilitándose?

Santiago Basabe: Creo que hay un problema anterior y es que la calidad no es un concepto fácil. No lo es, porque se puede observar y juzgar la calidad de la democracia en términos instrumentales. Como la democracia de Schumpeter, por ejemplo, o la de Dahl, que implica cumplir con determinados requisitos: elecciones periódicas, medianamente libres, medianamente competitivas y que no existan grupos de presión que puedan alterarlas.

Si se siguen esos parámetros, en el Ecuador, desde el año 1979 se puede decir que sí se han cumplido, entonces habría calidad democrática. Pero si el concepto de calidad se observa desde otros parámetros más amplios, como los rendimientos de la democracia en términos sociales y económicos, quizás se pueda tener una medición y observación muy distinta. Hay un problema respecto a la conceptualización de la calidad de la democracia que no está resuelto. Está asumido como válido en función de determinadas mediciones como las de Freedom House, Latinobarómetro, LAPOP y demás.

Muestra de esto es el paradigmático caso de Chile. Las mediciones mostraban estos indicadores alcanzados de una aparente democracia de alto impacto y de primer mundo. Sin embargo, el país casi se cae hace un par de años.

Para el caso del Ecuador, si se toman como referentes de estabilidad los diez años del presidente Correa, los cuatro años de Lenin Moreno y los que van del actual presidente, versus los bajones importantes que se dieron en los noventa, con las salidas de los presidentes Bucaram, Mahuad y Gutiérrez, entonces, en teoría se puede decir que ha habido al menos 15 años de estabilidad.

El rol de la estabilidad

Sin embargo, ¿a qué nos referimos o en qué estamos pensando cuando hablamos de estabilidad? Hago referencia a esta discusión conceptual, porque la ciencia política y los politólogos tenemos un problema enorme, que se arrastra de veinte años atrás y es que no pensamos en ideas y en los conceptos, sino en la medición y en la metodología sofisticada. ¿Qué es estabilidad? ¿Estabilidad es sólo que el Gobierno se mantenga los cuatro años?, ¿o implica algo más? Porque si sólo es que se mantenga durante los cuatro años del periodo, el expresidente Correa es paradigmático y ejemplar.

Haciendo esas dos reflexiones iniciales, no creo que las cosas de fondo en los rasgos fundamentales del sistema político ecuatoriano hayan cambiado desde el 79 a la fecha. A veces conviene observar más estos rasgos del sistema político del Ecuador, ya que no ha habido una conformación de élites políticas a partir de las organizaciones político-partidistas. No hay generación de cuadros políticos desde los partidos políticos, no hay una organización de la asociación civil y asociación cívica que haya tenido una presencia importante en la vida política del país. No hay organizaciones políticas a mediano plazo, aunque algo hubo en la década de los ochenta e inicios de los noventa. La discusión de la democracia, no solo en el caso del Ecuador sino en general, puede ser observada también desde este otro tipo de elementos y factores que permiten tener al menos una noción un poco más clara.

Los partidos políticos en el Ecuador

Entonces, si hoy en día es así, ¿cuáles factores están amenazando el fortalecimiento de la democracia en el Ecuador?

Un primer factor son los partidos y todo lo que se genera alrededor de ellos. Además, la cercanía o identidad del electorado, la generación de cuadros políticos. El segundo, que está relacionado con el anterior, es la ausencia de planificación en las políticas públicas. Es un tema de fondo. Aquí no se hacen políticas públicas de forma técnica, teórica; se construyen careciendo de referentes empíricos y de investigación previa.

Así se hace la política pública, desde la Constitución hasta el último de los reglamentos. Esto se puede observar si se toma cualquier sector de la política pública. Se ve esa evolución de la normativa; claramente, es una improvisación en su diseño y múltiples rediseños. En el fondo, viene de esa ausencia de cuadros, de gente técnica y especializada en los temas que tienen que ver con los partidos. Por eso te decía que volvemos hacia allá, falta investigación no solo de las universidades sino de las propias organizaciones político-partidistas.

Proceso de impeachment

En este momento nos encontramos de cara a un proceso de impeachment contra el presidente de la República. ¿Cómo percibe este proceso en cuanto a su sustento jurídico, respeto al debido proceso y sus efectos políticos?

El juicio político es uno de los mecanismos de las formas de gobierno presidenciales para destrabar tensiones políticas medianamente irresolubles. Ese es su objetivo y tiene que ver con la salida del jefe de Estado, con el objetivo de refrescar la correlación de fuerzas para bajar las tensiones que puedan existir. Uno de los problemas que se generan ahora mismo en el caso ecuatoriano, y que no se puede generar en ningún país del mundo que tenga una forma de gobierno presidencial, es que cohabiten un mecanismo de desfogue político, que es el juicio político, y otro mecanismo de desfogue como lo es la llamada muerte cruzada, que es propia de los parlamentarismos.

El parlamentarismo tiene el mismo mecanismo con un nombre diferente al de la muerte cruzada. Consiste en retirar la confianza al primer ministro. Es decir, cuando una coalición legislativa se modifica por el comportamiento del primer ministro, puede dar ese voto de censura y quitarle la confianza al primer ministro para que regrese al Parlamento, y se posesiona a otra persona.

Pero, al coexistir en el Ecuador los dos mecanismos, se produce una suerte de cortocircuito. Esto produce tensiones y un problema constitucional, porque conviven las dos opciones alrededor de una forma de gobierno presidencial.

Otro tema crucial es el hecho de que en la Asamblea hay menos del 10% de gente capacitada. Los datos hablan de que los buenos legisladores no superan ese porcentaje. Esto se refleja en cómo se legisla y se lleva adelante el juicio político, no solo en términos procedimentales, sino en términos políticos.

Descontento ciudadano

Hay descontento respecto a la Asamblea Nacional y las organizaciones políticas. ¿Qué responsabilidades que encuentra a este respecto?

Son problemas multicausales. Las explicaciones vienen desde la política, pero también desde la sociedad y de una serie de variables del entorno que no se pueden controlar.

Las ciencias sociales identifican algunos factores que pueden incidir. Uno está en el diseño institucional, el Código de la Democracia. En el Ecuador se puede ser candidato sin ser afiliado a un partido político. Que el candidato pueda ser de afuera del partido, incentiva a desafiliarse.

Entonces, ¿cómo puedes hacer organizaciones políticas? No tiene ningún sentido. Lo que debería pasar es que para ser candidato debas tener dos o tres años de afiliación previa. Pero a los partidos no les conviene y a los candidatos tampoco. Porque si yo llego a una designación de carácter pluripersonal sin ser afiliado, me es fácil, una vez posesionado, separarme de la bancada o del partido y declararme concejal o legislador independiente.

Entonces, yo consigo mis votos, pago por ser candidato —esto sucede en la gran mayoría de los casos en el Ecuador—, y el Código de la Democracia no establece ningún tipo de sanción para esto. Si existiera una regulación que estableciera que, en caso de separación de la bancada con la cual se llegó, se pierde inmediatamente el cargo y lo asume el suplente, ahí lo pensarían antes de declararse independientes o antes de comprar la candidatura.

Es preciso elevar el umbral electoral. Actualmente, existen partidos políticos sin representación legislativa hace 15 años y aun así tienen registro nacional. Lo ideal sería que si un partido no tiene representación en dos períodos, se le quite ese registro. Estas reformas simples al Código de la Democracia mejorarían mucho el ejercicio de la política.

¿Desconfianza hacia la democracia?

¿Qué reflexión le daría a la gente insatisfecha con el sistema político?

Lo primero es que esto no debe implicar una desconfianza hacia la democracia. Eso es lo primero y es un tema que hay que posicionar. Yo no creo que haya otras formas de régimen democrático, porque lo opuesto a la democracia son los autoritarismos. El que la gente no esté de acuerdo con cómo se hace la política en su país es una cosa. Pero hay que tener cuidado en pensar que la democracia está erosionada, porque entonces se vende la idea de volver a los regímenes autoritarios.

En Ecuador hay mucha gente que lo dice así, pero preguntemos a los chilenos. ¿Cómo vivieron 17 años? O preguntemos a los cubanos, a la gente de Corea del Norte, Nicaragua o, en alguna medida, los venezolanos. Puede ser que tengamos un problema de actores y de instituciones —de los dos, en el caso ecuatoriano, desde luego—, pero de ahí a minimizar el papel esencial que cumple el régimen democrático hay una distancia enorme.

Aspectos positivos

¿Qué le queda al modelo democrático como salida a esta situación?

No todo lo que ha pasado en los más de cuarenta años de régimen democrático en el Ecuador ha sido negativo.

La presencia indígena en la política de hoy no existía en 1979. La movilización del noventa en el gobierno de Borja visibilizó al movimiento indígena. Un grupo étnico que había tenido derechos salió a reclamarlos con justa razón porque vivían en democracia. Si no estuviéramos en democracia no pasaría eso, por lo que sí hay un legado de cosas positivas.

La primera legislatura del Ecuador, de 1979, tuvo cero mujeres legisladoras. Hoy en día tenemos alrededor del 40 %. Eso es parte del régimen democrático, de los espacios que se abren para la confrontación de ideas, para la presentación de demandas, para la consecución de derechos. Eso es parte del régimen democrático. En dictadura no se puedes conseguir eso, no se puede hacer.

Entonces, hay unas reformas institucionales que hay que plantear. También la asociación ciudadana, que me parece la más efectiva y que no implica ocupar cargos de poder. El país tiene un problema triste y es que la gente que se organiza alrededor de la asociación cívica, desafortunadamente, pronto pierde el sendero. Termina siendo candidata y ahí se acaba todo. Tú tienes que hacer la asociación cívica y quedarte en ese espacio, que es el tuyo, y generar presión desde ahí. Porque si tienes una mira política, debes ir al partido.

Eso es lo que falta en el Ecuador. Es fundamental fortalecer la parte política e institucional, que desde luego es muy importante, pero este empujón inicial debería venir precisamente de la participación ciudadana, en términos espontáneos.

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Ruth Hidalgo

Ruth Hidalgo

Licenciada en ciencias jurídicas. Doctora en jurisprudencia. Decana de ciencias políticas y relaciones internacionales de la Universidad de las Américas (Ecuador). Directora ejecutiva de la ONG Participación Ciudadana.

Camila Posso

Camila Posso

Licenciada en Ciencias Políticas.

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