En Argentina, desde la noche del 13 de agosto hay un solo tema: el empate técnico en las primarias de Javier Milei, con las dos coaliciones principales: Unión por la Patria, que rejunta lo que queda del peronismo, y Juntos por el Cambio, coalición acusada de derecha por el oficialismo hasta que La Libertad Avanza agregó más derecha al espectro.
La supuesta sorpresa de los analistas se basa en que es la segunda elección a la que se presenta el partido libertario, sin candidatos en muchas jurisdicciones. En un calendario electoral agobiante, con elecciones provinciales separadas de la presidencial, los libertarios se ancaron en el hartazgo para sacar un tercio de los votos en las primarias, aunque en los comicios locales ni figuraron.
Los candidatos outsiders no son una novedad. El proceso argentino es demasiado parecido al que se vio en Estados Unidos con Donald Trump, en Brasil con Jair Bolsonaro, en Colombia con Rodolfo Hernández. Lo desconcertante es que, con esa experiencia, la prensa y los analistas cayeran en los mismos errores que terminaron consolidando esas candidaturas. Su descalificación como antisistema no hace más que convocar a votantes agobiados por la situación social, que entienden que solo un demonio puede entender su infierno.
Guillermo Vagni es licenciado en negocios de diseño y comunicación. Dirige Políticos En Redes, la consultora que combina encuestas de opinión con análisis de conversación en redes. Su buena calibración del resultado reciente propone una conversación acerca de las condiciones que entorpecen el diagnóstico electoral.
La información previa
Guillermo Vagni: Nosotros obtenemos muchísima información cualitativa en las redes sociales, aunque el último trabajo fue basado en una encuesta. Es cierto que estas investigaciones no son para predecir, pero se pueden observar tendencias y muchas pudieron reflejar, por ejemplo, que en la interna de Juntos por el Cambio iba a ganar Patricia Bullrich. Que se difundieran resultados de que iba a ganar Horacio Rodríguez Larreta tira abajo la rigurosidad de las encuestas.
Adriana Amado: Muchas de estas encuestas se difunden para poner en la discusión política tendencias que no son tales. Si bien pueden no impactar en el resultado, sí influyen en la decisión de ir o no a votar, como ocurrió en estas primarias obligatorias en las que el ausentismo fue casi equivalente al candidato más votado.
Guillermo Vagni: A mí me cuesta creer en los analistas políticos y en la difusión de las encuestas electorales. Ahí empiezan otras cuestiones que tienen que ver con las operaciones. Hay equipos de campaña más preocupados por que salga un título que por saber dónde están posicionados. Eso es notable. Les prestan atención a los estudios que los dan como ganadores, cuando debería ser al revés y atender el que está diciendo que las cosas no son como piensan. Muchas encuestas vieron las tendencias, aunque quizás no fueron las más difundidas. Las principales incógnitas fueron respondidas por las encuestas, aunque estaban contaminadas con muchos trabajos poco rigurosos.
Rol de las encuestadoras
Lo que pasa con los encuestadores se parece mucho a la noticia del momento de esas celebridades que se sometieron al tratamiento estético con sustancias tóxicas. Es curioso, pero la política también acepta instrumentos fallidos en el afán de mostrarse ganadora.
– Es buena la comparación porque también se trata de la imagen que se quiere dar. Sería genial, pero es la imagen y no la realidad. Eso en la política se viene viendo hace tiempo, pero la gente se cansó de la falta de autenticidad. Entonces, cuando aparece alguien que es auténtico lo avala. Porque no quiere seguir más con políticos que están todo el tiempo en las redes sociales tratando de generar una imagen. Es muy difícil que un candidato sea todo eso que transmite, que hoy es uno que baila zamba, después un rockstar; ahora es del campo, mañana de la ciudad.

Campañas y realidad
Las campañas políticas tradicionales obvian el principio de realidad, que tan bien saben usar los candidatos que evitan la comunicación artificiosa de los partidos políticos. A estos candidatos disruptivos les alcanza con ser realistas.
– Lo que está pasando con Javier Milei es que la gente valora que esté convencido de lo que hay que hacer, después de probar con el oficialismo y la oposición, que ya fueron gobierno. Milei es visto como el cambio. Me parece que la gente no está escuchando un montón de cosas que pueden ser barbaridades, o que están contadas de una manera que pueden molestar a mucha gente. Lo que están validando es que tiene un eje y le creen porque está convencido.
Redes y trols
Políticos en Redes viene estudiando la conversación social, que los analistas despreciaban como espacio de agresividad o de trols. ¿Cómo fue la evolución en estos años?
– A veces hablamos de big data para redes sociales porque se trata de mucho volumen, cantidad y velocidad de la información, pero mejor es hablar de social data, es decir, datos sociales. Cada vez hay más herramientas y filtros para acceder a información cualitativa de calidad. Y para saber si son usuarios únicos con una trayectoria, y para evaluar la participación, viendo con quiénes interactúan. O si tienen publicaciones favorables a un partido o son generales, si tienen otra vida más allá de la política o son fanáticos. Es cierto que fueron muy desprestigiadas, con eso de que no conectan con la realidad.
También dijeron que las encuestas fallaron porque no eran presenciales, despreciando a las otras, sean telefónicas o digitales. Pero lo que realmente da valor a una encuesta es la muestra y cómo representa a un universo de población. Hoy las redes sociales brindan mucha información y a una gran velocidad, que es otra ventaja. Es cierto que son un terreno donde es fácil difundir noticias falsas y que los bots o la inteligencia artificial pueden generar cuentas falsas, pero es fácil detectarlo. Detrás de cada usuario hay un votante.
Redes y prensa
Estos candidatos suelen tener más difusión desde cuentas de terceros que desde las propias, como hacen los políticos tradicionales.
– En Tik Tok la cuenta @elPelucaMilei (2,3 MM) tiene más seguidores que la oficial @javierMileii (1,4 MM) y es la que difunde toda participación y comentario. Ahí hay un trabajo grande. También notamos que en Instagram tenía más participación que cualquier político y que Twitter era la red que en la que menos trascendencia tenía. Pero ahora está pasando que en cualquier plataforma todo es Milei.
La prensa y la oposición se entrampan cuando intentan desautorizar sus declaraciones porque terminan colaborando en su difusión…
– Un gran error de la política es que tratan de influenciar a través de un título y la gente no les está prestando atención a los portales de noticias. Hay muchas cosas para entender a Milei como un fenómeno de la antipolítica. La gente no quiere nada políticamente correcto, sino que valora la autenticidad que encarna. No hay que perder de vista que no es ningún loco. Es una persona que tiene propuestas, aunque algunas puedan parecer muy radicales, y que va por objetivos. El primero fue imponer su agenda y ganar la elección. Ahora está logrando que representantes de su espacio expliquen qué es lo que quiere decir cada una de esas locuras, cómo se leen sus propuestas. Y creo que eso está impactando positivamente y todavía lo podría hacer crecer aún más.
El voto oculto
Parece ser un fenómeno contrario a lo que pasaba con el voto vergonzante porque, después del resultado, hay gente que no votó que ahora lo defiende o empieza a decir que lo votaría.
– Sí, es cierto. Alguien lo definió como voto oculto porque estaba guardado, y quizás eso hizo que no hayamos podido ver estos treinta puntos que sacó. De hecho, la gente ni siquiera quería participar porque hay un hartazgo muy grande. Lo valioso de las redes fue que los jóvenes que no estaban respondiendo encuestas, en realidad se expresaban en ellas, y ahí obtuvimos un panorama de lo que estaba pasando con esos segmentos. Uno de los aprendizajes para las próximas elecciones es dejar de subestimar la conversación digital.