Pistas para entender el activismo ambiental juvenil

Pistas para entender el activismo ambiental juvenil

Tomaron las calles en 2019, estuvieron guardados en la pandemia y hoy desafían las formas de entender la participación política de generaciones anteriores. Pueden tirarle sopa a la Mona Lisa, pero también trabajar seriamente en la defensa del patrimonio natural. Contra las generalizaciones, algunas pistas sobre la acción ambiental joven.

Por: Victoria Gómez9 Ene, 2025
Lectura: 6 min.
Pistas para entender el activismo ambiental juvenil
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

“No tenemos plan (eta) B”. “Cambio de sistema, no cambio climático”. “Nuestro futuro en llamas”. “Faltamos a la escuela para educar a los adultos”. Las pancartas y sus autores recorrieron el mundo en fotografías y videos que alimentaban un entusiasmo colectivo. La juventud, en pie, exigió acción de los gobernantes frente a la crisis ambiental. Cientos de miles de estudiantes en Nueva York, sede de la Cumbre de Acción Climática de las Naciones Unidas en septiembre de 2019. Otro tanto estuvo en Berlín en paralelo. En Londres, suceden marchas juveniles en distintos momentos del año. También en París, Madrid. Y, por supuesto, Estocolmo, el hogar de la activista Greta Thunberg, donde todo comenzó.

Llamar movimiento “global” a la huelga por el clima convocada desde 2018 por la joven sueca fundadora de Fridays for Future no es sólo un vicio eurocéntrico. Tokio. Mumbai. Nairobi. Ciudad del Cabo. La Paz, Montevideo. Según la cobertura periodística, las protestas llegaron a 125 países, con la participación de más de cuatro millones de personas. Cinco años después, pandemia mediante, van algunas pistas desde Uruguay sobre los caminos que puede haber tomado este activismo juvenil en defensa de “un futuro digno, seguro y gozoso”.   

Uruguay, con conflictos socioambientales de menor voltaje que el resto del continente, es uno de los pocos países que tiene un mapeo sistemático y actualizado del movimiento juvenil. Uno que no se acota a la acción climática, sino que aspira a incluir otras aristas de la crisis ambiental. Se trata de Mapa Verde, una alianza entre academia y sociedad civil con fondos de cooperación internacional. Las iniciativas de acción ambiental joven encontradas en el país son 28 al día de hoy y toman distintas formas que desafían las nociones tradicionales de participación política.

¿Acción climática?

El problema ambiental que más ocupa a las juventudes uruguayas son los residuos, presente en 7 de cada 10 iniciativas mapeadas en el proyecto. La protección de la biodiversidad (52%) y el cuidado del agua (41%) también ranquean más alto que el cambio climático (37%). Más aún, sólo tres de las 28 iniciativas juveniles mapeadas señalan al cambio climático como un área prioritaria de trabajo.  

Esta tendencia a poner el cambio climático en segundo plano viene desde 2019. La instalación de una segunda planta de celulosa finlandesa estuvo en el centro de las protestas climáticas convocadas localmente por Fridays for Future. Y, más allá de los activistas, cuando se les consultaba a jóvenes de distintos estratos sociales cuál era el problema ambiental que les preocupaba más, cambio climático resultaba en el último lugar del ranking.

El fenómeno se replica en las conversaciones mantenidas en 2021 con miembros de una serie de organizaciones ecologistas juveniles de todo el país. Ni las vulnerabilidades climáticas de un país costero ni las emisiones de un país ganadero tenían fuerza en la discusión de los uruguayos. Tampoco la transición energética a una matriz de renovables que deslumbraba al mundo.

Conocer sus intereses y sus prioridades de acción es el primer paso para evitar generalizaciones y conectar a estas juventudes con la política más allá de la protesta. Algo a prestar atención desde la institucionalidad mandatada a darles voz en la política ambiental o genuinamente interesada en responder a este derecho de adolescentes y jóvenes, en cualquier país del mundo.

¿Acción política?

Un primer punto a entender es que la acción ambiental no se trata sólo de organizaciones activistas como Fridays for Future. El camino de crear una organización independiente, sin fines de lucro y gestionada totalmente por jóvenes es el más recurrente en Uruguay (11 casos). La novedad es quizá la presencia de los emprendimientos ambientales juveniles —casi tantos como organizaciones—, que dan cuenta del énfasis actual en el consumo consciente y la economía circular en las respuestas colectivas a la crisis ambiental. Otra modalidad que refleja las tendencias recientes en la participación juvenil son las redes que no sólo nuclean iniciativas grupales sino que abren la posibilidad de la afiliación individual.  

Asimismo, a pesar de la excelente reputación de la democracia uruguaya y del civismo de los orientales, la acción ambiental joven tiende a elegir otros caminos para salvaguardar el futuro. Un análisis de las actividades que llevan a cabo las iniciativas juveniles mapeadas revela que predominan las campañas de concientización y los talleres educativos (55,5%). Atrás quedan los intentos de incidencia en políticas públicas (18,5%) y las acciones de protesta (11%), en el primer país cuyo movimiento ambiental logró consagrar el derecho al agua en la Constitución hace 20 años. Mirado así, el activismo enfocado en presionar a los grandes decisores, o a dialogar con ellos, no son apuestas generalizadas del movimiento ambiental juvenil en Uruguay.

Taller de co-creación de Mapa Verde 2023. Crédito: Oficina de Prensa UM.

¿En buen camino?

La dificultad del movimiento juvenil para articular una teoría del cambio que guíe sus acciones ambientales está documentada en varios países. En el caso de Uruguay, la indagación en las estrategias pone de manifiesto una confianza excesiva en el rol que la información y la sensibilización pueden desempeñar, junto con cierta ambigüedad en cómo van a lograrse los objetivos. Esta falla en la cultura estratégica de las organizaciones las puede debilitar en su capacidad de contribuir efectivamente al cambio sistémico que demandan.

Sin embargo, uno de los procesos que más ha movilizado juventud preocupada por el ambiente en este año es la creación de la Red de Jóvenes para la Justicia Climática. Una experiencia promisoria, acompañada por UNICEF y PNUD, que existe en otros países latinoamericanos. En estos días, lejos de la disputa electoral, participaban en la construcción de la tercera Contribución Nacional Determinada (CND) de Uruguay al Acuerdo de París, en un intento por incidir en la política climática más allá de las pancartas.

La participación amplia y efectiva en la vida democrática de estos ciudadanos, acá o donde sea, no depende solamente de su energía juvenil y de sus imaginarios políticos. Las oportunidades que la política y las políticas abran a estas generaciones, cómo se comuniquen y cómo se gestionen desde el mundo adulto son clave. La publicidad y el marketing ya tienen claro que, si quiere involucrar a un público joven, debe adaptarse a su lenguaje y a sus códigos. Una intención verdadera de darles voz a las juventudes y enfrentar con ellos este desafío intergeneracional deberá estar abierta a observar al interlocutor y repensar las formas propias.

Victoria Gómez

Victoria Gómez

Victoria Gómez Márquez es Magíster en Políticas Sociales por la Universidad Autónoma de Barcelona y Doctora en Comunicación Ambiental por Dublin City University. Coordina el área de Investigación y Opinión Pública en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Montevideo, donde lidera la línea de investigación en Comunicación para el Desarrollo Sostenible.

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