En las últimas décadas, China ha implementado un plan estratégico de expansión global, fundamentado en políticas comerciales, inversiones en infraestructura y desarrollo tecnológico.
Hace unos días, la batalla tecnológica dio un vuelco tremendo con la presentación de DeepSeek, un modelo de inteligencia artificial desarrollado (IA) en China. Este asistente de IA ha superado a ChatGPT de OpenAI en App Store y se convirtió en la aplicación gratuita más descargada en Estados Unidos. Lo notable es que DeepSeek logró desarrollar su modelo con una fracción de los recursos utilizados por sus contrapartes estadounidenses, con una inversión de alrededor de 6 millones de dólares. En contraste, OpenAI invirtió cientos de millones.
Este enfoque se basa en la búsqueda de consolidar su presencia económica y política en regiones clave del mundo, aprovechando instrumentos legales como la Ley de Promoción del Comercio Exterior (2004) y el programa Made in China 2025. Estos mecanismos no solo han incentivado la exportación de bienes manufacturados. También han permitido a China posicionarse como un socio comercial indispensable para múltiples países. Este crecimiento ha sido particularmente notable en los sectores de textiles, productos electrónicos y maquinaria, consolidando su liderazgo en mercados como África y América Latina.
La tríada perfecta
La venta de productos (normalmente baratos) ha sido la primera pieza en la expansión global china. Desde su ingreso a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, China ha establecido numerosos tratados bilaterales y multilaterales que le ha permitido incrementar sus exportaciones y afianzar sus rutas comerciales. El programa Belt and Road Initiative (BRI) (conocido como la Nueva Ruta de la Seda), ha sido esencial en este proceso, al expandir corredores comerciales hacia regiones estratégicas. Con inversiones en puertos, ferrocarriles y redes logísticas en países como Brasil, Chile y Argentina, China ha asegurado un flujo continuo de recursos naturales y bienes de consumo, fortaleciendo así su posición comercial global.
Las inversiones en infraestructura han sido otro pilar fundamental en la estrategia de expansión china, particularmente en América Latina. La necesidad de mejorar la conectividad regional ha creado oportunidades para empresas estatales chinas. A través del BRI, China financió megaproyectos como el ferrocarril bioceánico en Brasil y Bolivia, así como la modernización de puertos en el Caribe. Programas como el Fondo de Cooperación China-América Latina y acuerdos bilaterales en sectores energéticos y de transporte han consolidado esta presencia. Estas inversiones han generado dependencia económica y posicionado a China como un socio indispensable para el desarrollo regional. El recién inaugurado megapuerto de Chancay en Perú es el mejor ejemplo. Seguramente será la puerta de entrada a todo Sudamérica.
Quizás la más peligrosa sea la expansión tecnológica de China que ha avanzado a través de empresas líderes como Huawei, Xiaomi y Lenovo. Son impulsadas por la política de innovación tecnológica definida en el plan Made in China 2025. El despliegue de la red 5G, liderado por Huawei, ha sido clave para su expansión en mercados emergentes. Ofrece infraestructura tecnológica avanzada a menor costo que sus competidores occidentales. Así ha ganado terreno rápidamente. Prácticamente todos los distribuidores de teléfonos celulares de la región cuentan con una marca de aparatos norteamericanos (Apple) y coreanos (Samsung). Y, de tres en adelante, son marcas chinas (como Huawei, Xiaomi, OnePlus, Oppo, Vivo, Realme, Honor, Tecno, Infiniz, Itel, Elephone, Meizu, ZTE). Además, son mucho más baratas.

Batalla tecnológica
Además de lo sucedido la semana pasada con DeepSeek, hay otras batallas simultáneas. Por ejemplo, con las baterías, los sistemas operativos y la de tecnología de punta. En el sector automotriz, China pasó de ser un productor de autos baratos a adquirir marcas europeas conocidas (MG y Volvo) y a producir vehículos de alta tecnología, especialmente en el campo de los autos eléctricos. Una seria amenaza para la industria automotriz norteamericana y europea, particularmente la alemana. El reciente intento de BYD de instalar una planta en México para tener acceso al tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, es el mejor indicador de lo que está pasando.
Los avances de DeepSeek generaron preocupaciones en EEUU sobre la seguridad nacional y protección de propiedad intelectual. OpenAI anunció que colaborará con el gobierno para salvaguardar la tecnología de IA frente a posibles adversarios extranjeros. Destacaron los intentos persistentes de entidades chinas por acceder a los avances estadounidenses en este campo. Además, se ha informado que DeepSeek almacena datos de usuarios estadounidenses en servidores ubicados en China, lo que suscita inquietudes similares a las que llevaron al Congreso a sancionar TikTok. Estas dinámicas subrayan la intensificación de la rivalidad entre ambas naciones en el ámbito de la IA. Además, plantean interrogantes sobre el equilibrio entre innovación tecnológica y seguridad nacional.
El otro lado de la expansión
Lo que es difícil de entender para quienes vivimos en la otra parte del mundo es que China no es un país como la gran mayoría de los de América o Europa. Las empresas en China no funcionan como en Occidente. Siguen rigurosas normas que las obliga a colaborar con el gobierno. Por eso, la preocupación que persiste es que los equipos tecnológicos chinos y la red 5G permita el espionaje backdoors.
La red 5G es un campo de batalla estratégico que pone en riesgo la seguridad de los datos, la apertura del mercado y la infraestructura de seguridad nacional de los países (transporte, defensa y energía). Por ello, en varios países, como EEUU y Australia, ya hay restricciones a empresas chinas. Ya hay iniciativas para censurar a los proveedores de tecnología de “países no confiables”.
La puerta al internet es la puerta a la vida de las personas y desde ahí se puede influir en todo su entorno. Es común pensar que se habla de información en mensajes o temas de seguridad nacional. Pero, en realidad, se habla de todo: de las cuentas bancarias, de círculos de amistades, del comportamiento y gustos (a partir de algoritmos en redes sociales). También, en la polarización social, las convicciones políticas y las escalas axiológicas y culturales.
Los retos de la ciberseguridad son los retos de la generación de políticos en el poder. La mayoría no entiende el tamaño de lo que está en juego. Son los retos de una nueva generación que está construyendo un mundo nuevo que no es físico pero que es tan real y omnipresente como la realidad tangible inmediata.