Las expectativas incumplidas de la democracia en América Latina

Si el sistema no garantiza libertades, justicia, participación e igualdad, otros actores, a menudo autoritarios y populistas, ocuparán ese vacío.

Por: Azul Aguiar Aguilar10 Dic, 2025
Lectura: 5 min.
Las expectativas incumplidas de la democracia en América Latina
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

En América Latina existe una paradoja inquietante: líderes electos democráticamente han concentrado poder, debilitado instituciones y restringido libertades mientras sostenían altos niveles de apoyo popular. De Bukele a Chávez, y de López Obrador a Bolsonaro. Al mismo tiempo, países con instituciones democráticas consolidadas, como Chile, atraviesan profundas crisis de insatisfacción con la democracia. ¿Cómo entender esta desconexión entre el andamiaje institucional y la satisfacción ciudadana?

Parte de la respuesta está en las expectativas que la ciudadanía tiene sobre la democracia, así como lo que entiende de esta. Una democracia puede cumplir con las reglas electorales y aun así generar desencanto si fracasa en producir justicia, inclusión o aspectos más sustantivos como la igualdad. Y al revés: un gobierno que viola límites constitucionales puede conservar apoyo si promete orden, protección o redistribución.

Esto revela una encuesta a 432 líderes sociales y comunitarios de diez países en América Latina y la región amazónica del Observatorio para la Democracia en América Latina, de la Asociación de Universidades Jesuitas en América Latina (AUSJAL). En la encuesta se preguntó sobre sus ideas, valoraciones y expectativas de la democracia y sus instituciones a lideres sociales, por ser actores clave en la mediación entre ciudadanía e instituciones y también porque suelen percibir antes que nadie las fracturas y las posibilidades del sistema político.

Democracia: lo que se espera y lo que se tiene

Antes de evaluar el apoyo a la democracia surge una pregunta inevitable: ¿de qué democracia estamos hablando? El término admite múltiples definiciones, no siempre compatibles entre sí. Por ello es importante saber qué entienden las y los líderes cuando hablan de democracia para saber qué esperan de ella.

Para los líderes sociales, la primera palabra asociada con la democracia ofrece una radiografía elocuente. La participación aparece como el núcleo de la democracia. Pero también destacan la libertad, en especial la libertad de expresión, así como la igualdad, justicia, derechos, el bien común y el diálogo. Es decir, para estos liderazgos, la democracia es un arreglo sustantivo que debe garantizar derechos, generar inclusión y permitir que la ciudadanía influya de forma real en las decisiones públicas.

Este mapa conceptual revela un punto crucial: los liderazgos sociales latinoamericanos tienen una visión exigente y sustantiva de la democracia, que va más allá de sus dimensiones electorales y que mide su calidad por los resultados que produce para la sociedad. Entender esta mirada es clave para interpretar tanto el tipo de apoyo como las críticas que formulan hacia el funcionamiento de las democracias en la región. La ciudadanía no ha renunciado a la democracia. Ha renunciado a creer que basta con votar.

La dimensión más valorada es también la más incumplida

El énfasis en aspectos sustantivos como la participación, la justicia, las libertades o la igualdad contrastan con el enfoque dominante en buena parte de la literatura académica y del discurso político, que suele definir la democracia como competencia electoral. Entre los liderazgos sociales, en cambio, las nociones más institucionales tienen una presencia mínima. Por ejemplo, apenas el 13% de las y los encuestados mencionó las “elecciones libres y competidas” como la mejor descripción de una “verdadera democracia”. Sin embargo, cuando se les preguntó qué tipo de democracia existe en sus países, las respuestas son contrastantes: 63% considera que viven en una democracia principalmente electoral. Solo 16,5% cree que se trata de una democracia participativa. Un 8% es altamente crítico y afirma que su país ninguno de los dos tipos. Esto último se verificó sobre todo para el caso de Venezuela y El Salvador.

A partir de estos hallazgos, emerge una conclusión inquietante: en buena parte de la región hay democracias que cumplen los procedimientos electorales hasta cierto punto y fallan en sus promesas sustantivas. Son democracias que preservan elecciones, pero no garantizan derechos, que reconocen a los ciudadanos en la ley, pero no en la experiencia cotidiana. Así, la mayoría (63,7%) de los líderes sociales encuestados afirman que las democracias que existen en sus países son “democracias con grandes problemas”, mientras que casi un cuarto (23%) afirma que “no es realmente una democracia”.

Estas evaluaciones y expectativas “incumplidas” de la democracia se convierten en un  terreno fértil para la seducción autoritaria, que promete soluciones rápidas donde las instituciones democráticas parecen no haber respondido.

Cerrar la brecha: agenda desde la ciudadanía

Si se quiere revertir el actual proceso de erosión democrática en América Latina se debe tomar en serio las expectativas ciudadanas. La democracia electoral es indispensable, pero no es suficiente. Si la democracia no garantiza libertades, justicia, participación, igualdad, otros actores —a menudo autoritarios y populistas— ocuparán ese vacío prometiendo satisfacer esos reclamos. Los líderes sociales entrevistados no reclaman un retorno a modelos populistas ni una ruptura del orden constitucional. Reclaman una democracia más sustantiva, que no se agote en la competencia por el poder, sino que se exprese en el acceso real a derechos y libertades.

La defensa de la democracia no puede seguir descansando únicamente en el diseño institucional. Debe conectar con las expectativas y prácticas cotidianas de quienes sostienen la vida social. Reconstruir la confianza democrática exige fortalecer canales de participación real, garantizar justicia accesible y equitativa, proteger libertades en contextos de inseguridad y polarización y construir Estados capaces de responder efectivamente. Esa es la democracia que los líderes sociales defienden. Esa es la democracia que la región aún tiene pendiente.

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Azul Aguiar Aguilar

Azul Aguiar Aguilar

Presidenta de la Asociación Mexicana de Ciencias Políticas. Doctora en ciencia política por la Universidad de Florencia, Italia. Es profesora departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos del ITESO y profesora en la Universidad de Guadalajara, México.

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