Popularidad presidencial: de la ilusión al desencanto

Popularidad presidencial: de la ilusión al desencanto

Pasados siete meses de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) definiera al brote de coronavirus como una pandemia,

Popularidad presidencial: de la ilusión al desencanto
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Pasados siete meses de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) definiera al brote de coronavirus como una pandemia, el tema se ha consolidado como una verdadera piedra en el zapato de los presidentes de Occidente. Su intensidad, su longevidad y sus mutaciones están por fuera de la imaginación inicial. Tanto en Europa, donde la segunda ola de contagios impone cierres abruptos y vuelve a encender las alarmas sanitarias, como en Latinoamérica, que sigue siendo el epicentro de la crisis, el COVID-19 continúa mellando la popularidad de los líderes políticos.

Con la sistematización de la información de 370 encuestas en 17 países, en este artículo analizamos cómo evoluciona el impacto del virus en la imagen de los mandatarios y nos concentramos en cuatros casos (Argentina, Canadá, Inglaterra y Perú) que registraron una especial volatilidad. Estos mandatarios licuaron gran parte del capital político incorporado en abril y mayo, y actualmente cuentan con menor espalda política para resistir los embates de una segunda ola.

Gráfico 1. Aprobación presidencial mensual (feb.-set. 2020), promedio de 17 países
Gráfico 1. Aprobación presidencial mensual (feb.-set. 2020), promedio de 17 países

La última evidencia recolectada confirma la tendencia de los meses anteriores: en promedio, la imagen de los presidentes continúa en un leve pero consistente descenso. Atrás quedó la instancia inicial de unidad y apoyo incondicional a los liderazgos políticos ante la amenaza de un virus incierto y desconocido. En abril —en el pico máximo de nuestra muestra— la aprobación promedio de los presidentes alcanzó el 53,9 %. Ya en mayo ese indicador empezó a bajar ante el desgaste por las medidas de restricción a la circulación impuestas en la mayoría de los países, sumado a los problemas económicos que comenzaron a surgir producto de la pandemia. Hoy, cinco largos meses después de aquel pico, la imagen promedio de los mandatarios cayó más de 10 puntos porcentuales (42,1 %).

A continuación pondremos la lupa en la evolución de la popularidad presidencial en cuatro países: Argentina, Perú, Canadá y el Reino Unido. Los cuatro casos presentan una gran variación en los indicadores de opinión desde el comienzo de la pandemia y, por lo tanto, ameritan un análisis más detallado que explique esta volatilidad.

Argentina

Alberto Fernández fue uno de los mandatarios de América Latina que más rápido reaccionó ante la llegada de la pandemia. Dispuso el cierre absoluto de escuelas, comercios de producción, coordinó acciones con todos los actores del sistema político (oficialistas y opositores) y fundamentó sus decisiones en un consejo de expertos en epidemiología especialmente constituido para la ocasión. El resultado de este juego a múltiples bandas fue una disparada de su imagen, que en abril tuvo un promedio de más de 76 %. La pandemia encontró a la Argentina con un consenso ecuménico detrás del liderazgo de Fernández, algo inédito para los niveles de polarización que atraviesa el país desde hace más de 10 años. Poco queda de aquellos días. Durante el mes de mayo los conflictos políticos volvieron a aflorar, la tregua circunstancial se quebró y la crisis irrumpió.

Gráfico 2. Aprobación presidencial. Alberto Fernández (feb.-set. 2020)

Con el paso del tiempo, la cuarentena perdió consenso social; la oposición revirtió su actitud y se volvió más beligerante y crítica; los problemas económico-financieros recobraron intensidad; y el sector ciudadano más opositor se volcó sistemáticamente a la calle para protestar contra el Gobierno nacional.

En paralelo, la situación sanitaria se estabilizó en el área metropolitana de Buenos Aires pero se complicó en el resto del país. La imagen de Alberto Fernández registró un descenso persistente incluso por debajo de los niveles prepandemia. El promedio de encuestas le otorga un 49 % de popularidad en septiembre, un capital todavía importante pero debajo de sus niveles prepandemia. Mientras la pandemia se extiende y la situación económica se resiente, el liderazgo del presidente Fernández enfrenta severos desafíos a tan solo nueve meses de haber comenzado su mandato.

Perú

El país andino es otro caso de gran volatilidad en la popularidad presidencial. Martín Vizcarra se anticipó a la llegada de la pandemia y actuó según lo indicaban «las buenas prácticas internacionales»: se rodeó de expertos para la toma de decisiones, impulsó una fuerte restricción a la circulación de personas para contener los contagios y otorgó un amplio paquete de ayuda para atravesar la tormenta.

Gráfico 3. Aprobación presidencial. Martín Vizcarra (feb.-set. 2020)

En una primera instancia, la crisis fue oportunidad para Vizcarra: su imagen creció del 70 % al 79 % en un mes. Si ya gozaba de popularidad, el COVID-19 le significó un respaldo casi unánime de la sociedad. Sin embargo, el desgaste de las medidas de aislamiento, la ineficacia estatal para garantizar que la ayuda llegara a los sectores más vulnerables y el aumento exorbitante de contagios y muertos terminaron mellando el capital político del presidente.

Hoy Vizcarra enfrenta una situación compleja. Perú es el país latinoamericano con más muertos por millón de habitantes y cuya economía más se contrajo en la región. Como resultado, la popularidad del presidente descendió en septiembre a un promedio de 57 %. Es un número todavía muy positivo, pero inferior al que registraba antes de que arribara la pandemia. Vizcarra debe lidiar, además, con una crisis política de proporciones. El Congreso inició un pedido de destitución que, aunque no prosperó, da cuenta del complejo panorama que atraviesa el mandatario peruano.

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Reino Unido

Boris Johnson encarna otro ejemplo de gran variabilidad en sus indicadores de opinión pública. La pandemia le planteó una situación casi cinematográfica. La súbita irrupción del COVID provocó un desborde sanitario en la gran mayoría de los países de Europa occidental. El Reino Unido no fue la excepción. En ese tramo inicial, el primer ministro británico se contagió, fue internado y estuvo —según comentan las crónicas— cerca de la muerte, al punto de necesitar respirador.

Gráfico 4. Aprobación presidencial. Boris Johnson (feb.-set. 2020)

Su recuperación le permitió construir un lazo emocional con buena parte de la población. En efecto, su popularidad creció del 50 al 58 % de marzo a abril. Pero pronto esa situación empática se desmoronó. Con el correr de los meses, el Reino Unido resultó uno de los países más afectados del mundo por la pandemia. La estrategia inicial de Johnson buscar el contagio de rebaño en la sociedad fue fallida, con lo que el primer ministro pasó a ser el principal responsable de la crisis. En agosto, su popularidad promedio cayó al 34 %.

Sin embargo, en septiembre Johnson registró un fuerte aumento de su imagen, que hoy se ubica en torno al 40 %. El primer ministro del Partido Conservador parece decidido a encarar el reciente rebrote de COVID-19 con fuertes medidas de aislamiento para evitar que el sistema sanitario británico vuelva a colapsar.

Canadá

En el alba de la pandemia, el primer ministro canadiense Justin Trudeau estaba atravesando una merma lenta pero sistemática en su popularidad. La crísis no lo encontró bien parado y fueron primero las autoridades regionales, en este caso de Quebec y Montreal, las que se pusieron al frente de demandas más estrictas de restricción de circulación y distanciamiento social. Los gobiernos regionales, como sucedió en Brasil, Chile, Colombia o México, fueron los primeros en hacer un llamado de atención al gobierno nacional. Trudeau, lejos de entrar en conflicto regional —como sucedió en Chile, Colombia o Estados Unidos—, reacomodó su posición y se puso al frente de la situación. En el ciclo marzo-mayo la comunicación del Gobierno se alineó y el mismo Trudeau fue afectado por el virus. El día después de que el primer ministro entró en cuarentena comenzaron discursos diarios especificando las medidas tomadas por el Gobierno para combatir el virus. Pasó del 33 % de aprobación en febrero, al 65 % en mayo. Por primera vez desde diciembre de 2018, la tasa de aprobación del Gobierno fue más alta que su tasa de desaprobación.

Gráfico 4. Aprobación presidencial. Justin Trudeau (feb.-set. 2020)

A partir de junio, con la llegada del verano, el país comenzó un proceso de apertura y relajamiento de las medidas, la política volvió a resurgir y el halo de concordia comenzó a replegarse. Su aprobación comenzó un pronunciado declive que lo hizo pasar del 65 % al 42 % de septiembre. Hoy Canadá está en las puertas de una segunda ola de contagios, con un primer ministro con capital político reducido.

Conclusiones

Durante el seguimiento que hemos realizado, pudimos observar diferentes periodos de ilusión y desencanto. En una primera etapa, la rapidez de reflejos parecía haber explicado el incremento en los apoyos de los presidentes. Aquellos mandatarios que minimizaron el impacto de la pandemia (Bolsonaro, Trump y AMLO) vieron menguar su popularidad. Sin embargo, una segunda etapa, de relativo empate colectivo, se midió por las respuestas de los Estados para acompañar la crisis económica y las soluciones prácticas de los gobiernos para disminuir el impacto de la pandemia. Es el periodo cuando los Estados europeos optaron por un equilibrio entre altos estímulos económico-fiscales y medidas de aislamiento social segmentadas, mientras los latinoamericanos hicieron más énfasis en las cuarentenas ante la falta de solvencia fiscal de sus Estados. Como lo muestran los cuatro casos que hemos analizado, aquellos países que tuvieron gobiernos con altas expectativas sufrieron grandes desilusiones. Cuando la segunda ola está en ciernes, ofrecen una historia con moraleja y sirven como un recuerdo a la prudencia a la hora de sacar conclusiones.

Daniela Barbieri, Javier Cachés y Augusto Reina

Daniela Barbieri, Javier Cachés y Augusto Reina

Daniela Barbieri. Socióloga (Universidad de Buenos Aires, UBA). Magíster en Comunicación Política (George Washington University). Docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Consultora política, investigadora y profesora universitaria (UBA) ~|||~ Javier Cachés. Politólogo (Universidad de Buenos Aires, UBA – Universidad Di Tella, Argentina). Consultor político. Docente de la Carrera de Ciencia Política de la UBA ~|||~ Augusto Reina. Politólogo (Universidad del Salvador, Argentina. Consultor político. Presidente de la Asociación Argentina de Consultores Políticos (ASACOP)

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