El peligro de la deriva autoritaria

En Latinoamérica, la confianza en la democracia ha perdido adeptos. La deriva autoritaria gana peso dentro de las sociedades e incluso en algunos Estados.

Por: Franco Delle Donne26 Ago, 2021
Lectura: 6 min.
El peligro de la deriva autoritaria
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

En Latinoamérica, la confianza en la democracia ha perdido adeptos. La deriva autoritaria gana peso dentro de las sociedades e incluso en algunos Estados. ¿Qué clasificación se puede hacer en los países de la región? ¿A qué se debe esta pérdida de empuje de los principios democráticos? ¿Cuáles son los peligros que ello entraña para nuestras sociedades?

Se trata de interrogantes que se plantearon los profesores e investigadores Armando Chaguaceda, doctor en Historia y Estudios regionales, y Fernando Pedrosa, doctor en Procesos Políticos Contemporáneos. Sus reflexiones fueron plasmadas en su paper Entre la geopolítica y las ideas. Reflexiones para una renovación democrática, publicado en la serie DP Enfoque de la Fundación Konrad Adenauer.

En su texto establecen la siguiente categorización: la polaridad política atiende los principios organizativos del poder, contraponiendo democracia y autocracia. La democracia es un tipo de régimen —y sociedad— que abriga un poder distribuido entre instituciones, abierto a la competencia de grupos y agendas. La autocracia remite a un poder concentrado, donde un polo —persona o élite— monopoliza prerrogativas e impone la agenda a los subalternos. Los grados de concentración o dispersión de esos poderes configuran regímenes que abarcan el totalitarismo, en su extremo autocrático, y la república liberal de masas, como culmen democrático.

Chaguaceda sostiene que es importante entender que «hay segmentos de la ciudadanía y de las élites autoritarias y democráticas en cada país. Lo que hace la diferencia es el régimen político que se ha constituido en cada país. Sobre todo, el régimen político autoritario que bloquea la propia renovación, reversión de esas élites». Para el académico, «Latinoamérica es un crisol, un caleidoscopio de posiciones políticas. Dentro de los Estados y en los Estados mismos».

En su artículo, Chaguaceda y Pedrosa dejan en claro su posición. No hacen falta demasiados informes para ver que en América Latina la coyuntura no es halagüeña. Y desde mucho antes de la pandemia. Pese a la vigencia formal de un marco mayoritario de orden democrático y del Estado de derecho, hoy la región es un caleidoscopio de tipos de regímenes y capacidades estatales.

En Latinoamérica, la recuperación regional de las democracias no vino de la mano de la construcción de Estados de bienestar robustos e inclusivos que convivan con mercados eficientes para asignar recursos. En ese sentido, la combinación de neoliberalismo y democracia ha sido tóxica para la democracia. Notables desigualdades en los terrenos social y económico se mantuvieron y, en algunos casos, se ampliaron.

Para sobrevivir, las democracias latinas han tenido que pactar con diversos poderes corporativos, cuyos valores e influencias erosionan los principios y funcionamiento democráticos.

Decrecimiento del apoyo a la democracia

Para alertar del peligro de la deriva autocrática, los autores destacan un indicador muy preocupante en su paper:  el apoyo político a la democracia ha caído de forma sistemática durante la última década, según los sondeos de Latinobarómetro. Mientras que en 2008 aproximadamente dos de cada tres ciudadanos latinoamericanos sostenían que la democracia era el mejor sistema de gobierno, en 2018 solo el 48 % respondió que prefiere la democracia frente a otra forma de gobierno. Se trata del nivel más bajo desde inicios del siglo XXI.

¿Este dato indica una insatisfacción con los gobiernos democráticos o se está abriendo paso una cultura autocrática que rechaza los principios de la democracia? Chaguaceda y Pedrosa apuntan a que ambas razones contribuyen a ese deterioro de la confianza en la democracia. En un territorio con tantas experiencias autoritarias, es cuando menos decepcionante esta pérdida de apoyo de la idea democrática.

Para profundizar un poco en esa contradicción deben observarse los casos europeos. Algunos de los países con un modelo más autoritario son precisamente los que se libraron del yugo del comunismo tras la caída del Muro de Berlín. ¿Hay un problema de socialización democrática de sus sociedades? Armando Chaguaceda apunta nuevamente a la heterogeneidad: «En Europa del Este, tenemos la evolución de Hungría, de Polonia, de Rusia, pero tenemos a los países bálticos que no solo son Europa del Este sino que estuvieron bajo el dominio zarista y soviético durante setenta años y son ejemplos de democracias avanzadas. La misma Polonia tiene efectivamente con Ley y Justicia un partido populista, nacionalista, pero hay una pugna importante de la sociedad civil, de los medios, de la oposición. Hungría es un caso interesante, ha avanzado más en el autoritarismo, con la figura de Viktor Orban, un liberal reconvertido. Pero tenemos a Croacia, tenemos a Eslovenia, hay una heterogeneidad en Europa del Este, que no es el caso del espacio postsoviético. Están las repúblicas bálticas, pero hay una mayoría inmensa de repúblicas centroasiáticas, y la misma Rusia y Bielorrusia, que han tenido un curso autoritario. Pero yo rescataría que hay una heterogeneidad».

Rusia y China en Latinoamérica: sharp power

La presencia cada vez mayor de dos regímenes autoritarios como el de Rusia o China, no contribuye a la defensa de la democracia en Latinoamérica. A esa creciente presencia de estos dos países en la región los autores del paperle llaman sharp power, en lugar del conocido concepto de soft power. El poder blando ha pasado a ser poder afilado.

Fernando Pedrosa reflexiona sobre el accionar que deberían llevar adelante Estados Unidos y la Unión Europea en Latinoamérica para compensar la presencia de China y Rusia. «En cualquier planificación de los países centrales acerca de su recuperación en el plano geopolítico, a partir de los acuerdos de libre comercio, a partir de generar imposiciones en organismos internacionales, a partir de hacer alianzas, sea lo que sea, tienen que tener una pata basada en el soft power, en las ideas, en presentarse en las discusiones que legitiman todas estas disputas, y que en otros casos como en la Guerra Fría o anteriormente también han sido claves: las ideas, los relatos, los imaginarios sociales son parte de esta batalla cultural que hay que dar».

Los autores concluyen que si los demócratas no actúan decidida y tempranamente en defensa de sus instituciones, derechos y principios, los próximos años no auguran escenarios halagüeños para las democracias latinoamericanas. Los altos grados de pobreza, la marginalidad, la inseguridad y, desde hace un tiempo, las consecuencias de la pandemia castigan a un continente que necesita fortalecer sus instituciones democráticas para afrontar los enormes retos que tiene por delante sin caer en derivas autocráticas. Si algo hemos aprendido del pasado es que menos democracia nunca es la solución.

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Franco Delle Donne

Franco Delle Donne

Doctor en Comunicación Política por la Freie Universität Berlin. Especialista en política alemana. Creador de «eleccionesenalemania.com», único blog de análisis político en español sobre Alemania. Conductor del pódcast «Bajo la Lupa».

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